Tan inmensa y desbordante era la personalidad —y el físico— de Jack Burdette que en un momento dado ya no pudo encontrar su lugar en Holt, su pueblo natal. Tras fracasar como jugador de fútbol americano, una serie de acontecimientos le obligaron huir, dejando a la comunidad profundamente disgustada.
Durante casi una década, la sombra de Jack permanece en Holt, alimentando el rencor colectivo. Pero su reaparición inesperada no trae consuelo ni reconciliación. Por el contrario, su regreso despierta una tormenta de emociones que amenaza con romper los frágiles cimientos del pueblo, y su presencia —más poderosa que su prolongada ausencia— desata una catarsis emocional que revela las profundas grietas bajo la superficie de la vida cotidiana.
En 1996, Allen Ginsberg tenía setenta años, se encontraba muy delicado de salud y le quedaba apenas un año de vida. Impulsado quizá por la urgencia de cantar unas últimas verdades, y a pesar de sus escasas apariciones públicas durante aquel período, el poeta beat se lanzó a un gran proyecto final: el de musicar, en colaboración con Paul McCartney y Philip Glass, una colección de pequeños poemas que acababa de publicar en la revista The Nation: se trataba de la Balada de los esqueletos.
Inspirados en la festividad mexicana del Día de los Muertos, estos esqueletos universales reproducen y padecen los males de nuestra sociedad, ejercen y a la vez sufren el poder, dejándose el cuerpo en ello. Entre todos conforman la danza macabra del sistema de agotamiento, explotación y destrucción en que vivimos. Sus versos, tan radicales como divertidos, azote de la moral estadounidense, mantienen hoy su feroz condición de sátira carnavalesca, cobrando una sorprendente y acaso terrorífica actualidad.
Después de la traición de Jacks, el Príncipe de Corazones, Evangeline Fox se promete que jamás volverá a confiar en él. Ahora que ha descubierto su propia magia, cree que puede usarla para recuperar el final feliz que Jacks le arrebató.
Pero cuando se descubre una nueva y aterradora maldición, Evangeline vuelve a verse abocada a una frágil asociación con el Príncipe de Corazones. Sin embargo, las reglas han cambiado esta vez. Jacks no es el único con el que debe tener cuidado. De hecho, podría ser el único en quien puede confiar, a pesar de su deseo de despreciarlo.
Haciendo estragos en la vida de Evangeline, en lugar de un hechizo de amor, hay un encantamiento mortal. Para romperlo, Evangeline y Jacks tendrán que batallar con viejos amigos, nuevos enemigos y una magia que juega con las mentes y los corazones. Evangeline siempre ha confiado en su corazón, pero esta vez no está segura de poder hacerlo.
Despues de la traición de Jacks, el Príncipe deáCorazones, Evangeline Fox se promete queájamás volverá a confiar en el. Ahora que haádescubierto su propia magia, cree que puedeáusarla para recuperar el final feliz que Jacks leáarrebató.
Pero cuando se descubre una nueva y aterradoraámaldición, Evangeline vuelve a verseáabocada a una frágil asociación con el Príncipeáde Corazones. Sin embargo, las reglas hanácambiado esta vez. Jacks no es el único con eláque debe tener cuidado. De hecho, podría seráel único en quien puede confiar, a pesar de suádeseo de despreciarlo.
En 1938, una ballena aparece muerta en una remota isla galesa. Para la joven Manod es tanto una fatalidad como un símbolo de lo que hay más allá de esas duras costas y que se materializa con la llegada de dos etnógrafos ingleses, atraídos por el alma salvaje y arcaica del lugar, y que le hablan de libros, de ideas, de libertad. Pero a sus crecientes temores de que la comunidad pueda estar siendo peligrosamente malinterpretada, se suma la posibilidad sombría de una nueva guerra.
Profunda, elegante y cautivadora, en La ballena varada se erige un universo entero en miniatura, el de una isla convertida en espejo del mundo exterior, con sus esperanzas y desilusiones, y una mujer enfrentada a cambios irreversibles. Una novela evocadora sobre la pérdida y el autodescubrimiento que resuena con la misma fuerza que el paisaje en el que transcurre.
En esta novela hay un viejo quiosquero llamado Borges que elucubra sobre la existencia de Dios y tiene extrañas visiones. En una de esas visiones entrevé a una banda de polacos, siete en concreto —acaso como los siete locos de Roberto Arlt—, que son polacos no porque hayan nacido en ese país, sino porque son rubios y de piel blanca en un país de gente de tez morena.
Los siete polacos son siete chavales que, espoleados por la Yesi —la Polaca llamada también la Colorada porque no es rubia, sino pelirroja y la más blanca de todos—, deciden encontrar un objetivo en la vida: hacer el bien, ayudar al prójimo. Acuden entonces a la iglesia del pueblo y convencen al sacerdote —y este al obispo— para que los apoyen en su misión, y empiezan a ser conocidos como los Wojtyla. Pero este cometido, maquinado por la Yesi, oculta un plan secreto y maquiavélico que pretende vengar el motivo que originó el color de su piel y su condición de polaca.