Publicado cada uno de ellos a lo largo de una extensa trayectoria, los textos que componen el presente libro son un recorrido sutil y hermoso por el camino de una vida. Un todo -el que establecen El territorio de la memoria, La foto de los suecos, Ojalá octubre y El niño descalzo- con el que se viaja desde la más tierna infancia, evocada por una fotografía hallada fortuitamente, pasando por la insospechada mirada del padre abocado al final de la esperanza, hasta la serenidad del abuelo en la que se imprimen las huellas de tres generaciones.
Juan Cruz Ruiz, con la prosa preciosista, sensible y lúcida que lo caracteriza, deshoja uno a uno los pétalos de la propia experiencia para ofrecer así al lector una sincera crónica de la maraña humana, con sus alegrías y sus tristezas.
Un viejo multimillonario moribundo desea evitar a toda costa que sus hijos, quienes jamás se han preocupado por él, hereden su fortuna. Frustrando los codiciosos intereses de su familia, redacta un testamento que no dejará indiferente a nadie.
Troy Phelan, un viejo multimillonario con un cáncer terminal, se encierra en su lujoso despacho para escribir su último testamento. Está furioso con sus hijos y con sus ex esposas, que llevan tiempo esperando con paciencia carroñera que el tumor del tamaño de una pelota de golf que crece en un rincón de su cerebro acabe con su vida y puedan, al fin, heredar su fortuna. Lo que no imaginan es que él se ha guardado un último as en la manga. No permitirá que el cáncer se lleve su último aliento. Ha determinado cómo y cuándo dejará este mundo: saltará por la ventana de su ático y les dejará pasmados. La lástima es que no podrá ver sus caras cuando descubran el testamento, según el cual lo lega todo a Rachel Lane, una hija ilegítima de la que nadie sabe nada.
Mientras en Washington la familia Phelan emprende una encarnizada lucha para recuperar lo que cree que es suyo, Nate O'Riley, un abogado litigante y un alcohólico rehabilitado, tiene la misión de encontrar a Rachel... Una labor que no resultará nada fácil, pues esta misteriosa mujer es misionera en una aldea perdida en la jungla de Brasil.
La señorita Arundell, una anciana acaudalada, vive sola con la única compañía de su fiel amigo, su perro Bob. Un día sufre lo que parece ser un desgraciado accidente al caer por las escaleras tras tropezar con la pelotita de goma de su perro, y, aunque sus sobrinos lo achacan a la mala suerte, la anciana está convencida de que alguien ha intentado matarla. Decide por ello escribir una carta a Hércules Poirot para que la ayude a descubrir si sus sospechas son ciertas, pero, sin aparente explicación, la carta llega días más tarde y, para cuando lo hace, la anciana ha fallecido.
Poirot decide entonces investigar qué sucedió para que la carta no llegase a su debido tiempo y, lo más importante, si la señorita Arundell estaba en lo cierto y alguien no cesó en su empeño hasta conseguir acabar con su vida.