¿Quién cometió el espantoso crimen?
¿Qué arma utilizó para matar a la víctima?
¿Dónde ocurrió la desgracia?
«Original, divertido y muy adictivo. Imprescindible para todo amante de la novela negra.» CARMEN MOLA
El Detective Lógico está de vuelta en Murdle: Más crímenes por resolver. Estos 100 adictivos rompecabezas, clasificados por niveles, te desafían a descubrir quién cometió los asesinatos, cómo, dónde ocurrieron y por qué. Solo necesitas sacar a relucir tus habilidades de lógica y deducción: examina las pistas, entrevista a los testigos y completa la cuadrícula que acompaña a los acertijos para atar los cabos de cada crimen.
Da un paso, únete a la Murdlemanía y viaja por todo el mundo visitando bosques encantados, descubriendo redes internacionales de espionaje, paseándote por platós de cine de Hollywood y mucho más.
Repleto de ilustraciones, códigos y mapas, Murdle es el juego rebosante de ingenio e intriga que necesita el detective secreto que todos llevamos dentro.
En el invierno de 1930, llegan al barrio rural de Las Casetas Joaquina y su marido, un clarinetista de la banda de Zaragoza, sastre de profesión, llamado Mariano. Ha sido contratado para hacerse cargo de la exigua banda municipal de esa localidad de gente trabajadora, mayormente agricultores sin formación. Enseguida conoce a los que han de ser los miembros de su banda: campesinos con los dedos deformes y las uñas negras sin ningún sentido musical. Pero nadie parece querer ponerselo fácil, ni siquiera funciona la pequeña sastrería que abre y es Joaquina la que debe trabajar en un horno de pan y vendiendo bocadillos en la estación para sacarlos adelante.
Sin embargo, poco a poco, Mariano conseguirá ganarse la confianza de esa gente ruda y él mismo aprenderá a confiar en ellos. Firme creyente en las ideas progresistas de modernizar el país a través de la educación y la cultura, realmente conseguirá, a través de su pasión por la música, mejorar las vida de estas personas. Frente a sus logros, emerge sin embargo una curandera a la que llaman "la bruja", empeñada en expulsar a Mariano y su esposa de la comunidad. Y entre ambos se establecerá un pulso entre razón y magia, rechazo y deseo, mientras la amenaza de la guerra avanza inexorablemente.
Música en la oscuridad nos trae de vuelta al mejor Antonio Iturbe, a un excepcional contador de historias que, como ya demostró en La bibliotecaria de Auschwitz, tiene un don especial para rescatar del olvido un episodio real poco conocido de nuestro pasado reciente y escribir una novela conmovedora de superación en tiempos de guerra.
Joan Sample is not living the life she expected. Now a widow and an empty-nester, she has become by her own admission something of a recluse. But after another birthday spent alone, she is finally inclined to listen to her sister, who has been begging Joan to reengage with the world. With Emmie’s support, Joan gathers the courage to take some long-awaited steps: hiring someone to tame her overgrown garden, joining a grief support group, and even renting out a room to a local college student. Before long Joan is starting to feel a little like herself again.
Across town, Maggie Herbert works mornings as a barista, tending to impatient customers before rushing to afternoon nursing classes. She lives with her alcoholic father, ducking his temperamental outbursts and struggling to pay the household bills. But her circumstances brighten when she finds a room for rent in Joan’s home. In the unexpected warmth of her new situation, Maggie finds a glimmer of hope for a better life. But will Maggie’s budding attraction to one of her favorite customers ruin the harmony she’s only recently found with Joan? Meanwhile, what is Joan to make of the mysterious landscaper who’s been revitalizing her garden—a man who seems to harbor a past loss of his own?
Andrea llega a Barcelona para estudiar Letras. Sus ilusiones chocan, inmediatamente, con el ambiente de tensión y emociones violentas que reina en casa de su abuela. Andrea relata el contraste entre este sórdido microcosmos familiar —poblado de seres heridos y ásperos— y la frágil cordialidad de sus relaciones universitarias, centradas en la bella y luminosa Ena. Finalmente los dos mundos se encuentran y chocan con violencia.
Comparada por la crítica con Cumbres borrascosas, Nada, ganadora de la primera edición del Premio Nadal (1944), destaca tanto por su prosa fresca y directa como por la extraordinaria sensibilidad en la recreación de una voz femenina. Cuando el libro acaba, el lector tiene la seguridad de poder encontrar, al volver la esquina, a una muchacha pálida y triste, con toda la fuerza de su juventud condensada en el mirar. Es Andrea, absorta, queriendo algo, sin saber qué. Como el resto de los protagonistas, ha nacido a la vida real por un prodigio de la creación artística.
En el Madrid de los años noventa, una joven logra sobrevivir a lo que parece un brutal ataque de violencia de género. La prensa y la opinión pública hacen eco de la noticia y, durante días, no se habla de otra cosa. Incluso hay quien afirma que se lo estaba buscando. Cuando por fin despierta del coma, Minerva no recuerda absolutamente nada, ni siquiera a su agresor que, desde ese instante, se mezclará entre sus amigos más íntimos para convertirse en su sombra y permanecer a su lado durante años esperando, a pesar de los cambios sociales, el momento oportuno para finalizar su «autoencargo». Pero ¿las cosas han cambiado tanto como creemos? ¿Por fin la sociedad ha dejado de juzgar a las mujeres que sufren agresiones de este tipo?
En el Madrid de los años noventa, una joven logra sobrevivir a lo que parece un brutal ataque de violencia de género. La prensa y la opinión pública hacen eco de la noticia y, durante días, no se habla de otra cosa. Incluso hay quien afirma que se lo estaba buscando. Cuando por fin despierta del coma, Minerva no recuerda absolutamente nada, ni siquiera a su agresor que, desde ese instante, se mezclará entre sus amigos más íntimos para convertirse en su sombra y permanecer a su lado durante años esperando, a pesar de los cambios sociales, el momento oportuno para finalizar su «autoencargo». Pero ¿las cosas han cambiado tanto como creemos? ¿Por fin la sociedad ha dejado de juzgar a las mujeres que sufren agresiones de este tipo?