Eduardo Chirinos (Lima, Perú, 1960-Missoula, Montana, 2016) es conocido como poeta, ensayista, traductor y autor de cuentos para niños. Sus libros de poesía son: Cuadernos de Horacio Morell (1981), Crónicas de un ocioso (Premio Municipalidad de Lima, 1983), Archivo de huellas digitales (Premio Copé, 1985), Rituales del conocimiento y del sueño (1987), El libro de los encuentros (1988), Canciones del herrero del arca (1989), Recuerda, Cuerpo? (1991), El equilibrista de Bayard Street (Premio El Olivo de Oro, 1998).
Moebius revolucionó todos los mecanismos narrativos del cómic a partir de los años setenta. Con «El Garaje Hermético», «Arzach», «El mayor Fatal» y varias decenas más de historias, cambió por completo el medio, redefinió irremisiblemente la fantasía y la ciencia ficción de nuestra era e influyó de manera perenne en varias generaciones de autores.
La persona y la obra de Manuel Azaña fueron objeto de escarnio durante los largos años del franquismo. En 1966, el rescate de sus escritos por Juan Marichal (y en 2007 por Santos Juliá) cambió las tornas y pronto se reconoció que sus diarios políticos estaban a la altura de los mejores de su tiempo. Pero Azaña también abordó otros empeños creativos. La presente selección ofrece las estampas de su vida de adolescente como interno en El Escorial (El jardín de los frailes, 1926); una comedia dramática de aire fantástico y complejo trasfondo político sobre el amor imposible de una princesa y un joven jefe revolucionario (La corona, 1930), y un diálogo de hechuras teatrales que, a lo largo de una noche de marzo en 1937, entablan sus protagonistas (La velada en Benicarló, 1939).
Katherine Philips, que en su época gozaría de celebridad al ser considerada el apóstol de la amistad femenina, a la vez que ejemplo de excelencia literaria y moral para las mujeres escritoras de generaciones posteriores, demostró, con su propio ejemplo, que la mujer debía cultivar su mente como un fin en sí mismo, y contribuyó a la renovación del lenguaje poético que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XVII en Inglaterra.
Este volumen recoge por primera vez en español toda la obra poetica de Saint-John Perse (1887-1975), premio Nobel de Literatura en 1960 y uno de los hitos de la lírica del siglo XX. Desde su temprano Elogios hasta Pájaros, escrito en diálogo con el pintor Georges Braque, pasando por Anábasis y los poemas del exilio -Lluvias, Nieves, Poema a la Extranjera, Vientos, Mares-, la obra de Perse es una vasta crónica de nuestro tiempo, asolado por los vientos del cambio y la discordia. La mirada espaciosa de Perse se busca simultáneamente en el reflejo poliedrico de las cosas, las huellas del tiempo y las profecías de la imaginación. Poeta esencialmente lírico, su dicción trasmuta en poesía todo lo abarcable por la aventura humana del saber, desde el origen del fuego a los grandes y terribles hallazgos de la tecnica moderna. Y su alianza de lo sencillo y lo noble otorga una insólita coherencia a su discurso: ni verso ni prosa, poesía respirable, en la que alienta una visión totalizadora de la existencia, un conocimiento erudito del mundo guiado por la intuición poetica. Aquel que quiera saber lo que realmente ocurrió en la primera mitad del siglo XX deberá acudir, más que al dudoso testimonio de los periódicos, a unas cuantas obras poeticas. Una de ellas es la de Saint-John Perse.
En este primer tomo empieza a adquirir forma la figura de la mujer como narradora oral y como receptora, pasando por el importante papel que juega el lenguaje en la consumación de la Conquista y por Bernal Díaz del Castillo, privilegiado cronista que lo mismo enarbola la pluma que las armas, hasta llegar a la figura central de los estudios de la autora: Sor Juana Inés de la Cruz, heredera de la callada tradición de las anónimas monjas escritoras. Glantz demuestra cómo la conquista de la escritura femenina se gesta en el más insospechado rincón del mundo: el claustro. En este fértil recorrido crítico la también novelista ha sabido desentrañar insospechados secretos de la época y sus letras, por ejemplo, del papel decisivo de las mujeres -concretamente las monjas-, que si bien no serían reconocidas como "escritoras", contribuirían a la definitiva comprensión de los aspectos social, cultural, político y religioso de su tiempo.