Christopher Clay tuvo una infancia difícil. Nacido en Rusia y abandonado por sus padres, fue adoptado por una familia americana con la que se crió en los Estados Unidos. Pero nunca olvidó sus orígenes y regresó a su país convertido en Vasily Federov, un hombre de negocios inmensamente rico, decidido a recolocar a su país en el centro del poder mundial. Frente a él, Frances Coffey, legendaria agente de la CIA y su equipo de agentes especiales. Entre ellos, Aubrey Argylle, cuyo oscuro pasado familiar le capacita para una misión tan peligrosa como sofisticada: localizar, antes que los hombres de Federov, el escondite de un tesoro napoleónico, arrebatado por los nazis y trasladado en secreto a uno de los lugares más recónditos de Europa. Las cartas están echadas, que gane el mejor.
Lola ha aprendido desde muy pequeña a ser fuerte e independiente.
Trabajar como subinspectora en la comisaría donde su padre es el jefe ha reforzado esos rasgos de su carácter.
Ella solo quiere a los hombres para una cosa, y así le va muy bien, hasta que lo conoce a él.
Cuando Nacho se incorpora a su nuevo destino laboral, lo último que espera es encontrase allí a Lola, la mujer con la que se había acostado la noche anterior.
Además, aún no saben que les tocará colaborar en un complicado caso, con mafia rusa incluida.
Isidore Beautrelet, estudiante y detective aficionado, no atrapará a Arsène Lupin. Pero su intervención en los asuntos del ladrón acabará trágicamente para Lupin. En medio de la noche, unos desconocidos desvalijan el castillo del conde de Gesvres. Su secretario resulta muerto y uno de los ladrones, herido. Cuando llega la policía no falta ningún objeto ni pueden encontrar al ladrón baldado que se esconde en la propiedad. Isidore Beautrelet, enigmático estudiante de retórica, se propone desentrañar el misterio. Todo parece llevar la firma de Arsène Lupin.