Quienes sostienen la idea de que el Defensor del Pueblo República Dominicana es unipersonal desconocen los principios generales de la administración moderna, ignoran el proceso de elección como órgano constitucional establecido en la Constitución y pierden de vista las características del Estado social y democrático de derecho. Además, pasan por alto lo que ha significado para la nación dominicana la forma personalista e individualista de funcionarios que han dirigido algunas instituciones como si fuera un feudo heredado de sus antepasados.
El Defensor del Pueblo, por sus características y por las funciones que le asigna la Constitución dominicana, no puede ser una institución unipersonal porque como órgano del Estado, negaría su propia razón de ser el carácter unipersonal es contrario a los principios de la institucionalidad, negaría el principio de la transparencia, incurriría en práctica antidemocrática y estaría promoviendo la corrupción y el tráfico de influencia.
El defensor del Pueblo de la República Dominicana debe ser preservado como una institución democrática, institucional y transparente, alejado del clientelismo y la corrupción. Tenemos que evitar que la práctica corrupta que caracteriza las instituciones de Estado moderno no permee la vida institucional del Defensor del Pueblo y eso solo puede ser garantizado por un ejercicio transparente que descanse en manos de un equipo de hombres y mujeres que hayan sido celosamente elegidos por el Congreso, que su funcionamiento interno descanse en un órgano de control interno, debidamente fiscalizado por los órganos constitucionales encargados de vigilar el buen uso de los recursos públicos.
La pura soledad es una novela dramática y psicológica sobre personajes obsesivos que se enfrentan a situaciones fuera de su control, sus voluntades, secretos y esperanzas definirán sus destinos.
Más que como Pólemos, padre del Grito de Guerra, quisiera pensar en Manuel García Cartagena como Critilo. En «El criticón» de Baltasar Gracián, el personaje de Critilo reúne la agudeza, el ingenio y la crítica mordaz, frente a los diversos fenómenos culturales que analiza. Obvio juego verbal por parte de Gracián, Critilo (juicio, razón) es el crítico «par excellence». La palabra «crítica» proviene del latin «crisis», tomado del griego «Krísis» decisión, derivado de «kríno» «yo decido, separo, juzgo». Ejercer la crítica significa, entonces, la capacidad de discernir y analizar los discursos políticos y culturales sin ningún tipo de coerción, y es la función que asume García Cartagena en el libro que tienen en sus manos.
La gran historia de nuestra vida se compone de innumerables pequeñas historias. ¡Cuántos acontecimientos memorables habrán permanecido, y expirado, únicamente en la memoria de sus protagonistas o de unos pocos testigos! Por suerte, aun cuando no nos atrevemos a compartir estas riquezas por diferentes motivos, personas atentas y sensibles, como lo es Cristina, se dan a la tarea de inmortalizarnos.
Le pasó a mi amiga es la compilación de relatos amenos e impactantes, dignos de ser contados, de lo que les ha tocado vivir a quienes en algún momento han tenido un vínculo de amistad con la autora, a quien podemos llamar guardiana de las buenas historias. Con el seudónimo de mi amiga protege la identidad de las verdaderas protagonistas, pero nos permite construirlas con cierta fidelidad a través de la descripción de sus acciones.
Los sabedores del tema ya no escriben, parecen perdidos en una densa niebla formada por “Banco de datos, “Antivirus”, “Gigas”, “Terabytes” y otros elementos propios de la inteligencia artificial.
Pero ha surgido Heddel, con este importante aporte, al rescate de la información olvidada y de los documentos perdidos, a narrarnos la parte de la historia aún no contada. Sin lugar a duda un documento de consulta muy útil para las nuevas generaciones.
En esta entrega, Heddel nos devuelve el placer que produce el contacto físico con la palabra impresa, única oportunidad donde se puede percibir la mágica sensación que produce el “olor del dato”. En este caso, el infalible pero insensible Míster Google, sufre una derrota.
Carmen lleva a cabo esa búsqueda constante y apasionada de la libertad a través de la poesía; un medio que, por excelencia, le dispone las herramientas para labrar su propio mundo y sus libertades. A través de la lírica intenta comprender su propia incomprensión del mundo; sanar de una vez y por todas las viejas heridas; aprender mientras desaprende; reencontrarse consigo misma a la vez que descubre que al buscarse en otros no ha hecho más que perderse, entendiendo que nadie más que ella puede salvarse. Mi pequeño infinito es, por tanto, la infinita lucha, la infinita búsqueda, el infinito descubrimiento.
Este transparente poemario se divide en cuatro capítulos; tal vez cuatro etapas en la vida de la autora, o cuatro versiones de ella misma que se intercambian frecuentemente o forman interesantes híbridos. Aun cuando parece escribir para alguien más, no deja de escribir con énfasis para sí misma. El lector, entonces, disfrutará tanto de aquellos versos que le aluden directamente como de aquel diálogo que empieza con las «Palabras introductorias» y concluye con el poema «Humanos».