Algunos de mis verdaderos amigos y amigas, así como familiares,
me han expuesto la idea de que, en el futuro, edite en
forma de libros los escritos que he publicado en la prensa.
Luego de analizar el consejo de las personas de mis afectos, y
comprender que “nadie ha tenido a los dioses tan a su favor
que pueda prometerse a sí mismo el día de mañana”, en vista
de que mi porvenir está en el día a día, decidí aceptar la sugerencia
y comenzar a recoger en diferentes textos lo que ya he
desarrollado en los medios de comunicación.
Aunque la reforma constitucional de 1994 no dejó
a todos los sectores políticos plenamente satisfechos
–por ejemplo, Peña Gómez y el PRD se quejaron de
que el período de Balaguer se aumentó a dos años
en lugar de un año y medio como se había acordado
y que se estableció el balotaje con un 50% en lugar
de un 40%–, en sentido general la solución a la que
arribaron los actores políticos y que se plasmó en la
reforma constitucional fue valorada positivamente
tanto en el país como en el exterior. Esta solución
evitó una profundización de la crisis política, a la vez
que garantizó la gobernabilidad democrática e introdujo
reformas institucionales que se han validado con
el paso del tiempo.
En el mes de febrero de 1805 el entonces autoproclamado
emperador de Haití, Jean-Jacques Dessalines irrumpió a la parte
este de la isla de Santo Domingo, en ese momento administrada
por los franceses bajo la gobernación del general Ferrand, con una
expedición cuyo fin era la unificación de la isla. Cuando llegó a
Santo Domingo cercó la ciudad por tres semanas, pero no pudo
apoderarse de la misma por la resistencia de los franceses y los criollos
españoles y la llegada el 26 de marzo, de la escuadra francesa del
almirante Missiessy. Dessalines ordenó la retirada hacia Haití,
pero a su retorno fue dejando un rastro sangriento con miles de
degollados y muchos pueblos convertidos en cenizas, cometiendo
en Moca y Santiago las mayores atrocidades.
Letras Blancas lo invita a caminar por los espacios de la imaginación, sin ningún tipo de obstáculo que limita el mundo físico. A todo esto, en caso alguno se alude a la ficción, más bien se habla de la creación simultánea de una sinergia apodíctica entre las letras como estructuras, edificaciones y construcciones; y a una estética que recoge, adorna y embellece todos esos espacios por donde transita su mente cabalgando entre un montón de sílabas, versos y estrofas, los cuales alinean las coplas, los sonetos y odas, con el mayor propósito de enriquecer su lectura. Es un reto a la voluntad, es un viaje poético, es un mandato a la determinación y una elección para la satisfacción de haber hechado a andar su propia imaginación
La Dama de Vermut es un poemario en el que se intuye la necesidad y la espontaneidad de expresar un sentimiento de amor, un amor fuerte y apasionado, romántico aunque a veces casi melancólico. La autora nos hace sumergir en la realidad interior de la protagonista, entre referencias mitológicas y descripciones de paisajes, todo ello aderezado con la presencia en casi todos los poemas de un cóctel cuyos ingredientes se aportan en detalle de la propia autora.
¿Dónde nace la vida?
¿Dónde la magia que transforma los ropajes del fuego
en carne que palpita,
en sangre que se escurre,
en beso que renace,
en árbol que se yergue,
en pastizales que sueñan la pradera,
en un latir común
como savia de toda la foresta?