No hay prácticamente ningún tema de los importantes que no se trate en este libro: la vida y la conciencia, el espacio y el tiempo. Y el modo en que el momento que nos toca vivir nos obliga a repensar casi todo lo que creíamos saber acerca de nosotros mismos y del universo.
Los límites del capital es seguramente el gran texto fundacional de la llamada geografía crítica y también una de las obras mayores de David Harvey. Camuflado como un comentario de la obra de Marx, el autor nos va descubriendo, en estas páginas, algunos de los vacíos de la aproximación marxista a la hora de afrontar las dimensiones espaciales de la acumulación de capital. Sobre la base de algunas de las categorías de Marx, como 'capital ficticio', 'renta' o 'desarrollo desigual', Harvey fundamenta el análisis de un campo teórico en el que la dimensión territorial del capitalismo adquiere una nueva centralidad. El espacio aparece, de este modo, como uno de los elementos fundamentales en el diseño capitalista, tanto como instrumento para la acumulación que como fuente de nuevas contradicciones. La teoría de la crisis, centro de la formulación marxista del capital, se ve así completada por toda una nueva batería de conceptos.
Los orígenes de la creatividad aborda la cuestión de cómo esta expresión humana única, tan fundamental para nuestra identidad como individuos y como especie surgió y se manifestó a lo largo de la historia.
Este es un libro profundo y lírico escrito por uno de los más prestigiosos biólogos, que nos ofrece un examen exhaustivo de la relación entre las humanidades y las ciencias: lo que se ofrecen unos a otros, cómo se pueden unir y dónde aún se quedan cortos. Ambos, revela Edward O. Wilson, tienen sus raíces en la creatividad humana: el rasgo definitorio de nuestra especie.
«Un día, mientras acariciaba a Torzal le dije: “Bésame”. Con gran sorpresa mía se apresuró a rozar mi nariz con su pico, que es el beso del pájaro. Imaginé que esa reacción era casual, pero al día siguiente contestó a mis palabras de la misma manera y siguió haciéndolo así toda su vida.» A sus cuarenta años, Len Howard parece destinada a tener una brillante carrera musical, pero un giro inesperado acaba transformando sus planes para siempre. En 1938 se traslada a East Sussex, a una cabaña rodeada por un gran jardín que bautiza como la casa de los pájaros, que será el escenario de una de las aventuras más fascinantes de toda la ornitología moderna. En sus escritos, Howard argumentó que la inteligencia individual, y no el mero instinto, es el factor determinante en gran parte del comportamiento de las aves, y se esforzó por ejercer un gran control sobre el entorno de sus aves maximizando la sensación de seguridad y fomentando una relación desinhibida con ellas. Para este fin, Howard era solitaria, y daba instrucciones estrictas a quienes se aventuraban a visitarla o deseaban contactar con ella. Su obra representa un caso único en la historia del estudio de las aves. Howard emprendió un apasionado viaje personal a través de la observación de los pájaros revolucionando la ornitología oficial que estudiaba las aves en cautividad, revelando así sus auténticas y sorprendentes facultades afectivas y cognitivas. En estas memorias de aprendizaje mutuo y conmovedor nos hace participes de una singular historia de descubrimiento.
Lulu Miller, periodista científica, atraviesa una profunda crisis cuando descubre una historia que cambia su manera de ver el mundo: la de David Starr Jordan, el biólogo marino más importante del siglo XIX, que resultó ser un ejemplo de perseverancia y tenacidad ante los reveses de la vida.
La investigación sobre Jordan lleva a la autora a reconsiderar las imposiciones sociales y las etiquetas que nos sujetan a una concepción de nosotros mis-mos que nos limita. Una de sus reflexiones surge al constatar que la categoría peces, aplicada a tantos seres marinos, es errónea, y que utilizarla es tan absurdo como decir que todos los seres que viven en la montaña son cabras.
A los dieciocho años, Diego Cisneros reunió todos los ahorros que hasta entonces había acumulado y con ellos pagó la primera letra de un camión.
Lo que nunca imaginó fue que con aquel gesto estaba dando el primer paso para construir una compañía familiar que crecería, se transformaría y reinventaría una y otra vez. Hoy convertida en un conglomerado transnacional, CISNEROS cuenta con participación en más de treinta empresas de los sectores de la comunicación, las telecomunicaciones, la publicidad, el turismo y el desarrollo inmobiliario.
A través de estas páginas, Gustavo Cisneros, hijo del fundador de la empresa homónima, hace una crónica del proceso de transformación que ha tenido lugar en la organización Cisneros desde que su padre fundara la compañía, pasando por su propio liderazgo y llegando hasta el momento en que su hija Adriana tomó las riendas de la corporación.
Un caso de éxito empresarial fascinante construido sobre la capacidad de sacrificio y lleno de lecciones para triunfar en un mundo en el que la única constante es el cambio.