El azul es, actualmente, el color favorito en Occidente, pero no siempre fue así. A lo largo de los siglos, su relevancia social ha ido fluctuando según los distintos gustos y culturas. En la Antigüedad, por ejemplo, fue un tono ignorado (de hecho, textos tan remotos como la Ilíada apenas lo citan). Los romanos lo despreciaban, ya que lo asociaban a las pinturas de guerra con las que los bárbaros se embadurnaban antes de entrar en combate. No fue hasta la Edad Media cuando la Europa cristiana lo adoptó como símbolo de estatus, belleza y elegancia, convirtiéndose en un producto de lujo que obsesionaría a pintores, comerciantes y nobles.
¿Por qué ciertos grupos ofrecen más que la suma de sus partes mientras que otros ofrecen menos? LAS CLAVES DE LA CULTURA DE EQUIPO, AL ALCANCE DE TODOS. La cultura de grupo es una de las mayores fuerzas que existen. Podemos percibir su presencia en los negocios de éxito, en los equipos que lideran los campeonatos y en las familias más prósperas, y enseguida notamos cuándo falta y cuándo se ha vuelto tóxica. Todos queremos implantar una cultura fuerte en nuestras respectivas organizaciones, comunidades y familias. Sabemos que funciona, pero no sabemos con exactitud cómo. Solemos considerarla un rasgo grupal, como el ADN. Las culturas sólidas y bien fundamentadas como las de Google, Disney o los SEAL de la Armada estadounidense parecen tan singulares y características que podrían calificarse de inamovibles, como si de alguna manera estuvieran predestinadas a ser así. De acuerdo a este razonamiento, unos grupos son agraciados con una cultura sólida y otros no. Este libro adopta una perspectiva distinta. Tras investigar los grupos de mayor éxito del mundo, Daniel Coyle llegó a la conclusión de que sus respectivas culturas nacían de un conjunto específico de habilidades que aprovechan el potencial de nuestro cerebro social.