Un viaje sin rumbo. Una tonelada de drogas. El Mountain Grill. La gloria del rock. La sobredosis en el sótano. Y la idea persistente de alguien que camina estando ya muerto. Estos son los ingredientes que usa Michael Moorcock en su relato Cantante muerto. Cuento de fantasmas. Alucinación drogadicta. Fantasía macabra. Tras una gira, Shakey Mo, pipa de bandas de rock de los 70 como Hawkwind o Deep Fix se encuentra con Jimi Hendrix resucitado. Juntos viajan sin rumbo fijo en una autocaravana por el norte de Inglaterra mientras charlan sobre la lamentable situación del rock and roll y si hay alguna esperanza para su futuro. Con la publicación en 1974 de A Dead Singer, Michael Moorcock, referente de la nueva ola británica de ciencia ficción y uno de los 50 mejores escritores británicos de la segunda mitad del S. XX (The Times), arrancaba de su tumba al fantasma de una década muerta de forma trágica y lo colocaba en la siguiente, en un acto que sirvió para mostrar a un Hendrix horrorizado por el legado de su generación.
Primero llegan la tormenta y el rayo y la muerte de Domènec, el campesino poeta. Luego, Dolceta, que no puede parar de reír mientras cuenta las historias de las cuatro mujeres a las que colgaron por brujas. Sió, que tiene que criar sola a Mia e Hilari ahí arriba en Matavaques. Y las trompetas de los muertos, que, con su sombrero negro y apetitoso, anuncian la inmutabilidad del ciclo de la vida.
Canto yo y la montaña baila es una novela en la que toman la palabra mujeres y hombres, fantasmas y mujeres de agua, nubes y setas, perros y corzos que habitan entre Camprodon y Prats de Molló, en los Pirineos. Una zona de alta montaña y de frontera que, más allá de la leyenda, conserva la memoria de siglos de lucha por la supervivencia, de persecuciones guiadas por la ignorancia y el fanatismo, de guerras fratricidas, pero que encarna también una belleza a la que no le hacen falta muchos adjetivos. Un terreno fértil para liberar la imaginación y el pensamiento, las ganas de hablar y de contar historias. Un lugar, quizás, para empezar de nuevo y encontrar cierta redención.
La figura de la primera poeta del mundo occidental está envuelta en un misterio que ha suscitado curiosidad, admiración y rechazo a lo largo de los siglos. Su poesía pertenece a un conjunto de artes que los griegos llamaban mousike ("el arte de las Musas") y fue creada para ser cantada, acompañada de música y a veces de danza. En sus poemas se ocupa principalmente del amor y la belleza, y su estilo, natural y elegante, resulta asombrosamente actual. Cada epoca ha creído descubrir "su verdad" sobre Safo, pero el hecho de que conservemos su obra solo en forma de fragmentos hace que no deje de ser todavía un enigma.
Snoopy y Carlitos. El sabueso de imaginación desbordante y su dueño, un obstinado perdedor, son dos iconos universales del siglo XX; y con ellos, el resto de la pandilla: Woodstock, Lucy, Linus, Patty, Schroeder, Sally... Durante cinco décadas, niños y no tan niños leyeron a diario una tira cómica que pronto alcanzó cotas de popularidad insólitas, a la vez que desmontaba ante los asombrados ojos de medio mundo el lado oculto del sueño americano.
En esta historia basada en hechos reales, Joyce Carol Oates sigue los pasos de un médico que en el siglo XIX sometió impunemente a una gran cantidad de mujeres a operaciones grotescas para así poder publicar sus investigaciones. El doctor Silas Weir, conocido a posteriori como el padre de la neurología y de la «ginopsiquiatría», se obsesiona en esta novela con una de sus pacientes, Brigit, una joven sirvienta albina que se convierte en el principal sujeto de sus experimentos y en la semilla de su destrucción. Narrada por el hijo mayor de Weir, que ha repudiado el legado brutal de su padre, Carnicero se asoma al horror al que la comunidad científica ha sometido las mujeres a lo largo de la historia y deambula por las galerías más oscuras de la psique humana, mientras trama al mismo tiempo una esperanzadora historia de amor.
El primer encuentro con Chichita, en París, en abril de 1962, es, junto con su participación en la Resistencia y su entrada en la editorial Einaudi, uno de los momentos que Italo Calvino identificó como cruciales en su vida. Argentina de nacimiento, traductora en la Unesco y en la Agencia Internacional de la Energía Atómica, culta, imaginativa y brillante, Esther Judith Singer, más conocida como Chichita, se convertiría en 1964 en la esposa del escritor. La correspondencia entre ambos cuando son casi unos desconocidos, brinda a Calvino la oportunidad de presentarse y, a lo largo de los meses, ofrecerle a su interlocutora un autorretrato íntimo. Esta edición, a cargo de su hija, recoge las cartas que Italo le envió a la que sería su mujer, junto con un texto inédito que data de la misma época y una de las respuestas de Chichita. El resultado es el fresco de una vida cotidiana rica y polifacética: los inevitables malentendidos de la comunicación a distancia, la anticipación de los encuentros con la persona amada, las complicaciones logísticas de los viajes, las luces y sombras del trabajo editorial y el irresistible atractivo de la vocación literaria.
Rainer Maria Rilke está considerado uno de los poetas más importantes de la literatura universal. Apasionado y enamoradizo, su vida estuvo marcada por su insaciable búsqueda de la belleza. Quiso vivir por y para el arte, y fiel a esa máxima se convirtió en un viajero incansable que visitó España, Egipto o el norte de África acumulando experiencias que alimentaban su producción artística. Además de su obra lírica, también su correspondencia ha sido ampliamente difundida. Entre todas sus cartas destacan estas diez, publicadas poco después de su muerte, que escribió a Franz Xaver Kappus, un joven cadete aspirante a poeta que asiste a la misma escuela militar en la que años atrás se formó Rilke. En ellas, Rilke trata temas como la creación artística, la juventud, la soledad, el amor o la belleza. Un compendio conmovedor que invita a reflexionar.
Theo Van Gogh es un hombre «sin talento» que cifra su existencia en el amor que profesa al arte y a su hermano Vincent, el artista de la familia, a quien envía dinero y cartas llenas de melancolía. Esta correspondencia hasta ahora inédita, rigurosamente inventada por Julio César Pérez, juega de manera especular con las cartas reales de Vincent a Theo, se interrumpe poco antes de la muerte de ambos y no recoge ninguno de los acontecimientos que marcaron la vida del «loco pelirrojo». Habla, más bien, de las esperanzas y los miedos del menos conocido de los hermanos, del París de los impresionistas, del sentido profundo del arte.
En estas páginas hay sombra, hay muerte y tragedia, pero por encima de todo está la búsqueda, a veces infructuosa, de la belleza. Eso que Julio César Pérez persigue con una libertad insolente.
Paul Cézanne y Émile Zola iniciaron en la infancia una amistad que enlazaría sus destinos de por vida: no sólo compartían origen geográfico, medio social y educativo, e intereses intelectuales, sino también una profunda complicidad. Pese a la distinta suerte artística de cada uno―Zola alcanzó pronto reconocimiento y éxito, mientras que Cézanne, aislado, apenas expuso su obra hasta el final de su vida, gracias a Ambroise Vollard―, mantuvieron un fructífero diálogo durante treinta años, incluso después de la publicación de La obra en 1886 en la que supuestamente Zola retrataba a su amigo pintor de un modo poco favorable. Estas cartas muestran bajo una nueva luz la riqueza de una amistad tan compleja como genuina, y la singular sensibilidad de dos artistas que tuvieron el privilegio de conocerse y lo celebraron sincerándose sobre sus preocupaciones más íntimas, artísticas y personales, a menudo indistinguibles para ambos.
Las cartas de un gran escritor cuentan la historia de una vida que corre paralela a su obra. Las de Irène Némirovsky esbozan inicialmente el retrato de una joven apasionada que descubrió el gozo de sus primeras aventuras y la alegría de estudiar en la Sorbona en los felices años veinte. Luego van conformando una imagen más firme, la de una mujer brillante, preocupada y decidida, que se convertiría en la consumada novelista de El baile y David Golder. Una etapa en la que habla con su «querido maestro» Gaston Chérau, grandes editores y autores de la época sobre la escritura, los libros y el cine, por supuesto, pero también sobre las pequeñas cosas que componen la cotidianidad. A partir de 1938, el tono se vuelve menos desenfadado, hasta julio de 1942, cuando la correspondencia se interrumpe de forma brusca tras la trágica detención de Irène Némirovsky. Familiares, amigos, editores y admiradores toman entonces la pluma, intentando salvarla como sea y mantener vivos sus textos.