En lenguaje musical se entiende por «suite» una composición integrada por movimientos variados que, no obstante, encuentran su apoyo en la misma tonalidad. Las suites de Federico García Lorca parten de la misma idea, aplicada esta vez a la lírica: establecer series de poemas formalmente heterogéneos que giren alrededor de un tema común. Sin embargo, su temprana muerte truncó el que había de ser un ambicioso proyecto en el que se recogían obras inéditas o ya publicadas, escritas todas ellas entre 1920 y 1923, bajo el signo de una nueva armonía.
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».
Con estas palabras empieza la novela ya legendaria en los anales de la literatura universal, una de las aventuras literarias más fascinantes de nuestro siglo. Millones de ejemplares de Cien años de soledad leídos en todas las lenguas y el Premio Nobel de Literatura coronando una obra que se había abierto paso «boca a boca» -como gusta decir al escritor- son la más palpable demostración de que la aventura fabulosa de la familia Buendía-Iguarán, con sus milagros, fantasías, obsesiones, tragedias, incestos, adulterios, rebeldías, descubrimientos y condenas, representaba al mismo tiempo el mito y la historia, la tragedia y el amor del mundo entero.
Cúspide, desde la perspectiva de la plenitud de la edad, de la poesía amorosa nerudiana, estos Cien sonetos de amor sorprenden ante todo por el contraste entre la palpitación de la palabra y la imagen y la deliberada elección de una desnudez que rehúye los prestigios sonoros o constructivos del soneto clásico.
«Con mucha humildad ―escribe Neruda―, hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia», que contrapone a las «rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo» de los poetas que anteriormente abordaron el soneto. Del mismo modo, es evitado el principio del mantenimiento de un patrón métrico y rítmico invariable, y, más aún, la estructura silogística y simétrica en la exposición de lo contenido en cuartetos y tercetos
¿Cuál era el cargo de Pilato y cuáles sus funciones? ¿Cómo es que San Juan Bautista fue ejecutado sin la autorización de los romanos, y sin embargo para matar a Jesús sí era necesaria? ¿Sabías que Pilato no actuó en solitario, sino como presidente de un tribunal? ¿Qué le impulsaba a salvar a Jesús, y por qué al final no lo hizo? ¿Por qué quebrantó la ley romana que obligaba a quemar el cadáver,y permitió que le fuese entregado a María, posibilitando así la prueba posterior de la Resurrección? ¿Por qué se mantuvo incólume la túnica sagrada, que los soldados respetaron? ¿Sabías que la guardia que custodió el sepulcro no era romana, como suele creerse, sino una guardia judía del Templo? Poncio Pilato es uno de los personajes más repudiados de la Historia por su pasividad ante la suerte de Jesucristo, a quien sabía inocente.
En un pasado lejano, no la llamábamos Hiroshima, sino Ashihara. Era un amplio delta cubierto de juncos». Así comienza la descripción que la escritora Ota Yoko hace del paisaje de su ciudad natal antes de que, el amanecer del 6 de agosto de 1945, la primera bomba atómica que descendía sobre el mundo lo cambiara para siempre. En un instante, un destello de luz verde azulada dejó tras de sí cientos de miles de muertos, una cifra superior de heridos, los edificios derruidos y la tierra quemada. Apenas unos días después, Japón resolvía su rendición absoluta: la guerra había terminado, pero, como remarca la autora, la vida continuaba.
Ciudad de cadáveres es el grito agónico de una víctima apremiada por la urgencia de plasmar por escrito la devastación, el horror, la desesperación y el caos de los que ha sido testigo.
En Colección permanente, la autora de El corazón del daño nos permite acceder al centro neurálgico de su museo personal, donde figuran sus obsesiones, su preferencia por el desvío y su constante apuesta por una poética de la incertidumbre.
Mezclando la cita literaria, el reportaje apócrifo y la figura de un maestro imaginario con una escritura abierta a la inquietud y la intuición perturbadora, compone también su propia ética, casi un manifiesto que cuestiona el dogmatismo, la pretensión de originalidad y la banalidad de la conversación contemporánea alrededor de la literatura.
Sobre el telón de fondo de un Afganistán respetuoso de sus ricas tradiciones ancestrales, la vida en Kabul durante el invierno de 1975 se desarrolla con toda la intensidad, la pujanza y el colorido de una ciudad confiada en su futuro e ignorante de que se avecina uno de los períodos más cruentos que han padecido los milenarios pueblos que la habitan.
Con apenas doce años, Amir se propone ganar la competición anual de cometas de la forma que sea, incluso a costa de su inseparable Hassan, un hazara de clase inferior que ha sido su sirviente y compañero de juegos desde la más tierna infancia. Así, empeñado en demostrarle a su padre que ya es todo un hombre, Amir pondrá en peligro una amistad fraguada a lo largo de años de enfrentarse a todos los peligros imaginables, y aprenderá una verdad que lo acompañará el resto de su vida.
Esta es la conmovedora historia de dos padres y dos hijos, de su amistad y de cómo la casualidad puede marcar un hito inesperado en nuestro destino. Una novela inolvidable, de la mano de uno de los autores más leídos en todo el mundo.
El mundo tiene cajones secretos: eso lo descubrimos poco a poco; y a veces podría ocurrir que nada fuera tan real como nuestros propios sueños. A lo largo de las cinco historias que configuran Con Agatha en Estambul una niña entra en un convento con un baúl y un traje de novia; una joven ejecutiva asiste impotente a las enigmáticas apariciones de una mujer vestida de verde; una feliz esposa se sobrecoge ante el panteón familiar de su marido; alguien pierde súbitamente la memoria una mañana cualquiera en un viejo café; una serie de imprevistos distorsionan la relación de una pareja de turistas en un Estambul envuelto en brumas.
Atraco a mano armada, difamación, asesinato, conspiración, sustracción de obras de arte, composición de poemas elegiacos a la muerte de Hitler. De Verlaine a Burroughs, de Norman Mailer a Hans Fallada, de Giacomo Casanova a Curzio Malaparte, muchos han sido los literatos que, a lo largo de la historia, han purgado sus ofensas y delitos en la cárcel. Y han sobrevivido para contarlo. Chester Himes o Jean Genet se pasaron buena parte de su vida en el fondo de un calabozo infecto. Otros, como el Marqués de Sade o Heinrich von Kleist, iniciaron sus carreras literarias tras los barrotes de una prisión. Incluso se han dado casos, como los de Louise Michel o Goliarda Sapienza, de escritoras que experimentaron una irónica sensación de emancipación y libertad tras entrar en presidio.
Roland, profesor universitario con treinta años de carrera, recibe de sus discípulos y compañeros de facultad como regalo por su sesenta cumpleaños un libro homenaje con los momentos más importantes de su trayectoria profesional. Pero el libro está incompleto. Nadie sabe de la persona que le inspiró en sus estudios y que cambió su modo de ver la vida. Este es el relato de su secreto mejor guardado. En Confusión de sentimientos Stefan Zweig explora desde un nuevo ángulo las pasiones y contradicciones humanas y teje una narrativa magistral sustentada en su elegante estilo y precisión.