Había una vez una niña muy buena llamada Wendy, que tenía tres hermanitos, y para que éstos se durmieran solía contarles historias muy bonitas. La noche en que comienza nuestro cuento les contaba las aventuras de Peter Pan. Siempre está haciendo buenas obras, y sabe volar, y le acompaña Campanilla, que es una niña con alas de mariposa, tan pequeña que cabe en la palma de la mano, y además vive en un país maravilloso, que se llama la isla de Nunca Jamás...
Así empieza la historia fantástica de Peter Pan y Wendy, la creación literaria más conocida de Barrie. La mayoría de críticos opina que lo que realmente quería comunicar el autor escocés con su obra era la necesidad de no olvidar al niño interior que todos llevamos dentro.
El escritor escocés JAMES MATTHEW BARRIE, conocido como J. M. Barrie, nació en Kirriemuir, al norte de Escocia, el yg de mayo de 1860. Entre 1873 y 1878 asistió a la Dumfries Academy, donde realizó sus estudios. Al terminar, se inscribió en la Universidad de Edimburgo, donde colaboró con el periódico Edinburg Evening Courant hasta que finalizó - sus estudios superiores en 1882. En 1922, el rey Jorge V le concedió la Orden del Mérito, que anteponía la palabra «sir» a su nombre, «en reconocimiento a sus servicios ala Literatura y al Teatro». Barrie murió de neumonía el 19 de junio de 1937 y está enterrado en Kirriemuir junto a sus padres.
Luego de volver a sus raíces asháninkas, Edwin Chota combate la tala ilegal en la comunidad amazónica de Saweto hasta que unos traficantes de madera lo asesinan a balazos. Máxima Acuña, agricultora y pastora de los Andes de Cajamarca, se resiste a abandonar la que considera su propiedad pese a la presencia del proyecto minero Conga, que busca extraer oro en los mismos linderos. Osman Cuñachí, de once años, aparece bañado en petróleo en una foto que recorre el mundo y da cuenta del derrame que contaminó la comunidad de Nazareth y el río donde los awajún nadaban y pescaban.
Escritas con rigor periodístico y pulso literario, estas crónicas de Joseph Zárate -galardonadas con el Premio Ortega y Gasset 2016 y el Premio Gabriel García Márquez 2018- no solo buscan denunciar las guerras sociales, económicas, políticas y ambientales que explotan en el interior del Perú. También iluminan las guerras personales, psicológicas y emocionales de hombres y mujeres que, por distintas circunstancias, deciden defender y conservar sus tierras, costumbres e identidades. ¿Qué somos capaces de hacer -como individuos, como sociedad- en nombre de aquello que llamamos «progreso»?