Publicamos el tomo XII de La Comedia humana que cierra el subciclo de las Escenas de la vida parisiense
Este tomo contiene los siguientes títulos:
Los empleados, publicada originalmente en 1838 con el título de La mujer superior, representa la lucha entre las esposas (mujeres superiores) de dos empleados que aspiran a ascender dentro del mismo ministerio.
Los pequeños burgueses es una de las novelas de Balzac que no pudo acabar. Publicada póstumamente en Bruselas en 1854, refleja como pocas la vida de la sociedad de la clase media de la época. Reaparecen muchos personajes de la novela anterior, ya jubilados, y la historia continúa con la cuestión de la mujer superior.
Los secretos de la princesa de Cadignan se publicó en 1839 bajo el título de Una princesa parisiense. En este tomo, entre otros avatares, veremos brillar con otra luz a algunos de los galanes más significativos de La Comedia humana, como Eugène de Rastignac y Maxime de Trailles, y el inicio del ascenso a la fama del escritor Daniel d’Arthez.
El volumen incluye, junto a la edición anotada del texto, un ensayo de Francisco Rico titulado Un canto de frontera: «La gesta de Mio Cid el de Bivar» y estudios de Alberto Montaner que abordan cuestiones como
la composición de la obra, el poema épico y su contexto, la constitución interna del Cantar y la historia del texto.
La épica consiste, como ya definía Aristóteles, en la representación de un héroe esforzado mediante una narración poética. En el caso del Cantar de Mio Cid tal presentación resulta perfectamente ajustada a su contenido y refleja lo que podría considerarse la línea maestra de su construcción interna.
El camino de la vida sólo vio la luz en ruso en 1911, unos meses después de que Lev Tolstói falleciera en la estación ferroviaria de Astápovo. El libro, que había permanecido inédito en español, como un tesoro escondido, es la culminación de la obra moral del escritor y la expresión más completa de su pensamiento religioso: un destilado de máximas legadas por los sabios de todos los tiempos y de todas las tradiciones del mundo que le inspiraron sus propias reglas para el perfeccionamiento interior. Cada uno de los treinta y un capítulos que integran este volumen—uno por cada día del mes—conforman un singularísimo breviario espiritual destinado a «llevar una vida de bien» y contribuir así a la realización de una aspiración tan antigua como irrenunciable: la convivencia pacífica entre los individuos y los pueblos.
Mientras se iban publicando los relatos reunidos en el segundo volumen de estos Cuentos completos, entre 1909 y 1937, Edith Wharton se adentrará en el siglo xx, en el que vivirá las fracturas sociales del nacimiento del siglo, el conflicto de la I Guerra Mundial en primera persona, el periodo de entreguerras y el Crack del 29. Son los cuentos que aparecieron antes y después de su novela universal, La edad de la inocencia (Premio Pulitzer en 1921). Son sus décadas de mayor esplendor literario, donde su prosa alcanzó las mayores cotas de calidad y sus cuentos reflejaron como pocos el advenimiento de un nuevo mundo y una nueva sensibilidad.
Este volumen contiene: Las siete tragedias de Esquilo, Las siete tragedias de Sófocles, Las dieciocho tragedias de Eurípides, El Cíclope, drama satírico de Eurípides.
Aunque el nombre de Edith Wharton sea bien conocido para un lector atento –fue la primera mujer en ganar el premio Pulitzer, estuvo nominada al Nobel en varias ocasiones, firmó más de cuarenta libros de todos los géneros–, aún queda mucho por conocer de una de las escritoras más difíciles de encasillar de la historia de la literatura: sus cuentos son un brillante ejercicio de pasión, síntesis, armonía, encanto discreto y un agudísimo sentido del humor que no han llegado a ser todo lo reivindicados que deberían. Este primer volumen de sus Cuentos completos, que comprende los escritos entre 1891 y 1908, nos ofrece una nueva visión de la autora de La edad de la inocencia que sorprenderá a no pocos y hará disfrutar a muchos.
Prologado por la escritora Clara Obligado, la traducción de este volumen corre a cargo de un compenetrado equipo de traductores –Emma Cotro, Maite Fernández Estañán, Eva Gallud y Juan Carlos García– que no solo ha logrado traernos la voz de Wharton de la mejor manera posible, sino hacerlo en el momento y de la forma que se merece.