Cinco años antes de morir, cuando la vejez le obligó a hacerse sedentario, Sir Richard Burton publicó en 1895 su traducción de una obra que le había apasionado desde niño, "Las mil noches y una noche". Le salieron diecisiete volúmenes fieles al original árabe, repletos de fuerza y erotismo que se negó a censurar. No resultó una tarea difícil para alguien que había recorrido medio mundo, descubierto el lago Tanganica, escrito un detallado tratado sobre pederastia y acumulado apuntes sobre el tamaño de los genitales masculinos de distintos pueblos. Jorge Luis Borges, a quien entusiasmaba la versión de Burton, escribió que "los árabes afirman que la empresa de leer este libro entero llevaría a la muerte". Para evitar ese riesgo, Diego Garrido ha seleccionado y traducido algunas de sus mejores páginas, que su hermano Arturo se ha encargado de ilustrar. Son relatos que rebosan crueldad y sensualidad con la inocencia de las formas inconclusas de un espejo.
Las mil y una noches es una recopilación de historias inspiradas por la tradición oral, cuya relevancia fue curiosamente marginal dentro del contexto de la literatura árabe medieval. No obstante, a ella le debemos la fascinación por lo oriental que surgió a partir del siglo XVIII gracias a estudiosos como Antoine Galland, el autor de la primera traducción al francés, o exploradores como Richard Francis Burton, que la tradujo al inglés respetando el alto contenido erótico de la obra.
Las mil y unas noches no sólo es un mosaico que contiene cuentos de los distintos pueblos que en un momento u otro los acogieron, sino que también es un mosaico de las diversas morales de los mismos. Y así, al lado de cuentos piadosos y de fábulas didácticas, se encuentran historias de tono subido, incluso de bestialismo y homosexualidad. Son, por tanto, un verdadero cajón de sastre, tanto en su temática como en su actitud moral.
Publicada en 1774, revisada en 1787, Las penas del joven Werther es quizá una de las obras más influyentes de la literatura universal. El «efecto Werther» no sólo creó tendencias literarias y modas en el vestir, sino también una peculiar oleada de suicidios. Fue libro de cabecera de Napoleón? y también del monstruo de Frankenstein. Todos ?clásicos y románticos? quisieron apropiarse de él: fue icono del sentimentalismo y héroe de la exaltación revolucionaria; también fue, como dijo Thomas Mann, «el horror y el espanto de los moralistas». Al final de su vida, Goethe lamentaba que la mayoría de los jóvenes que peregrinaban a Weimar para visitarlo sólo conocieran esa obra suya. Hoy leer las desventuras de este joven artista burgués que, a raíz de un amor prohibido, descubre su insospechada comunidad con los locos, los humildes, los desdichados y hasta los asesinos no anula ni el distanciamiento ni la identificación. Werther sigue preguntándonos si pactar es una necesidad o una rendición. Sigue apuntando a nuestro yo, y lo que significa conservarlo. Sigue hablando de nosotros mismos.Este volumen incluye las clásicas ilustraciones de Daniel Nikolaus Chodowiecki para las primeras ediciones del libro.
En Las Troyanas, Eurípides adopta una posición antibelicista que, por desgracia, al cabo de los siglos, no ha perdido vigencia. Aunque centrada en el amargo destino de las mujeres dependientes de los héroes vencidos en la guerra de Troya, la obra versa sobre el desastre que suponen las guerras, cualquier guerra, así como sus detestables secuelas.
Considerado generalmente el más innovador de los tres grandes dramaturgos clásicos griegos, Eurípides (480-406 a.C.) se distinguió por plantear en sus obras los conflictos morales más permanentes de la condición humana. La experiencia de la guerra del Peloponeso, de la que fue testigo en el postrer tramo de su existencia, le movió, como bien testimonia "Las Troyanas", a tomar una posición antibelicista que, desgraciadamente, al cabo de los siglos, no ha perdido vigencia. En efecto, aunque centrada en el amargo destino de las mujeres dependientes de los héroes vencidos en la guerra de Troya, la obra versa sobre el desastre que suponen las guerras, cualquier guerra, así como sus detestables secuelas. Traducción e introducción de Antonio Guzmán Guerra
Este libro contiene tres ensayos escritos (y dictados) entre 1882 y 1889: Lección para estudiantes de arte, Decoración del hogar y Modelos londinenses. Reflejan el interés y profundidad del autor acerca del arte y la belleza: en ellos no solo aborda la composición, el color y los materiales, sino también la universalidad de lo bello en la decoración, en el vestuario y en el mero existir.