Publicada en 1817, poco después del fallecimiento de su autora, Persuasión está considerada la obra de madurez de Jane Austen, en que nos presenta a su protagonista más moderna: una mujer que es consciente de que vive en un mundo cambiante y de que eso la obliga a tomar sus propias decisiones. Esta es la historia de Anne Elliot, una joven de 27 años que, tras diversas vicisitudes, acaba reencontrándose con un viejo amor. Ocho años antes, Anne estuvo comprometida con Frederick Wentworth, un joven oficial de la marina con un futuro prometedor pero escasos recursos. Por esta razón, el padre de la muchacha, su hermana mayor y otros parientes en los que ella confiaba la persuadieron de romper el compromiso, ya que, al fin y al cabo, era altamente improbable que no encontrara un partido mejor. Sin embargo, cuando el flamante capitán Wentworth regresa a Inglaterra con unas cuantas victorias a sus espaldas, Anne duda de la decisión que tomó a los 19 años. Pero entre ambos se interponen los intereses y los cálculos de muchos otros personajes que no facilitarán que la pareja se acabe sincerando.
Persuasión narra la historia de una mujer madura, sensible y menospreciada, que años después de dejarse persuadir para rechazar al hombre que amaba, lo ve reaparecer en su vida, rico y honorable pero aún despechado. Quizá por primera vez en la historia de la novela, la mujer debe luchar para que el amor le conceda una segunda oportunidad. Esta obra de madurez está considerada una de las novelas más oscuras de Jane Austen, y es sin duda la más crítica con la sociedad de suépoca.
La segunda a la derecha y todo seguido hasta el amanecer». Allí se haya el país de Nunca Jamás, territorio de la eterna juventud, de sueños, hadas, piratas… Porque allí habitan inolvidables personajes: Peter Pan, Wendy, Campanilla y el capitán Garfio, entre otros. En una lucha entre el bien el mal, la venganza y la amistad, la luz y las sombras, y a través de inauditas e imaginativas aventuras, todos ellos nos conducen por la senda del tiempo y la existencia más humana; ellos nos recuerdan al niño que fuimos y al adulto que a veces no queremos ser. Y es que, en el fondo, nuestras vidas no son otra cosa que un eterno retorno al país de Nunca Jamás. Y ahora, lector, deja volar tu imaginación…
En medio de un período histórico de profunda transformación en el siglo I a. C., la literatura romana vio cómo surgía la figura de Cayo Valerio Catulo (87-h. 55 a. C.). Su breve pero decisiva obra dinamitó los cimientos de la vieja poesía que se escribía en Roma y marcó el camino que habrían de transitar las nuevas líricas latinas.
Con tan solo 116 poemas conservados, Catulo despliega una enorme variedad de recursos que apuntalan un profundo proceso de innovación de mérita y contenidos. Además, desde nuestra perspectiva contemporánea, esa búsqueda constante de originalidad temática, sumada a la expresividad y a la poderosa presencia subjetiva del yo poético, convierten a Catulo en un autor extraordinariamente cercano a la sensibilidad moderna.
Se contaba que Orfeo era un poeta extraordinario, capaz de conmover con su canto a animales, hombres y dioses, que descendió al Hades a rescatar a su esposa difunta y que logró convencer a los dioses infernales de que le permitieran traerla de vuelta al mundo de los vivos, si bien fracasó a última hora por no ser capaz de cumplir la condición impuesta de no volverse a mirarla. Por extraño que parezca, este personaje del mito se convirtió en autor de un heterogéneo grupo de obras que expresaban un pensamiento religioso distinto del imperante en Grecia, con analogías con el Pitagorismo y con la religiosidad eleusina, que postulaba un trato diferente a los seres humanos en el Más Allá, según su comportamiento en vida, y que proclamaba la posibilidad de que sus almas fueran castigadas a retornar al mundo encarnada en otros cuerpos hasta lograr su liberación. Los autores de estas obras sobre el origen del mundo y de los dioses, la creación de los seres humanos y la forma de lograr la salvación prefirieron atribuírselas al mítico personaje, para prestigiarlas.
Juan de Mena (Córdoba, 1411-Torrelaguna, 1456) fue testigo de excepción de las vicisitudes políticas y culturales en la corte castellana de Juan II y protagonizó un proceso que pocos autores han podido arrogarse: la creación de una nueva lengua poética, constituida en modelo indiscutible durante más de medio siglo, en el tránsito de la Edad Media al Renacimiento.