El mejor Isaac Rosa destilado en pequeñas dosis. Una magnífica edición de los relatos de una de las voces imprescindibles de la literatura española actual.
Este volumen reúne numerosas historias cotidianas que proponen una mirada a realidades y conflictos de nuestros días. Pisos con fantasmas inesperados, una cena navideña tras la que nada será igual, la vida contrarreloj de madres y padres en el alambre, o una biografía narrada mediante movimientos bancarios son algunos de estos relatos que hablan de miedo, cansancio y soledad, pero también de activismos espontáneos, fraternidad e imaginación colectiva.
«Pasaron el tiempo y una multitud de cosas, tantas que ahora forman un torbellino. Estoy aquí solo, la sombra del cuerpo se ha ido alargando, a la vez que vuelven a mí mechas sueltas de aquellos tiempos».
Un hombre regresa, después de mucho tiempo, a su lugar de origen y, apostado en un punto desde el que puede ver todos aquellos sitios que marcaron su vida -su hogar, la escuela, donde jugaba con sus amigos, donde experimentó el dolor, la violencia, el miedo y el odio-, recuerda su infancia y esa frontera vital que es el paso a la adolescencia.
Mil doscientos pasos es la distancia exacta que separa a este hombre de la casa familiar en esta historia de iniciación, de amistad, de descubrimiento de la vida y también de la maldad, de secretos no confesados por el temor a las consecuencias. Esta novela es el relato emocionante de un momento crítico de nuestro pasado: los años duros y oscuros de la posguerra.
Un regalo delicioso para los amantes de los libros y los gatos, por la autora de La elegancia del erizo.
La escritora... ¡qué ser tan misterioso! Sin embargo, si preguntáramos a sus gatos la entenderíamos mucho mejor. A través de las voces de sus aliados gatunos, Muriel Barbery revela el backstage de la creación literaria: cada uno de sus cuatro cartujos tiene su propio carácter pero todos han extendido el amor hacia su dueña hasta el punto de aprender a leer convirtiéndose, en la sombra, en sus asesores literarios.
Un delicioso y delicado relato que rinde homenaje a la poesía de la vida cotidiana, a la filosofía japonesa y al ingenio y el humor mordaz de los gatos, acompañado de las refinadas ilustraciones de Maria Guitart.
«Hace poco un amigo me dijo que todavía sueña con la escolanía, con los pasillos por los que nos movíamos. Siempre que me junto con la gente de entonces las conversaciones acaban tratando sobre aquellos años, y así las historias se mantienen frescas. Creo que desde entonces he comido coliflor muy pocas veces. Le cogí manía. ¿Te acuerdas de la cubierta de bechamel? No sabíamos lo que había debajo. Veíamos las bandejas al entrar al comedor y pensábamos que eran canelones, y luego era una decepción cuando nos servían. [...] También me ocurre que hay conocidos de aquel entonces que han seguido trabajando en el mundo de la música, y cuando me topo con ellos empezamos a contar batallitas, y al final hay una red tan grande de recuerdos y anécdotas que uno no sabe dónde acaba aquella época y empieza esta, lo que sea que esté pasando ahora».
Mientras su madre muere de cáncer en una ciudad del norte, la narradora hace el amor con una mujer en un hotel de Barcelona. Tiene un vuelo para visitar a su madre la mañana siguiente, pero ya llegará tarde. Poco después, su amante desaparece de forma brusca y definitiva. Cuando su pareja vuelve de Londres para instalarse con ella en un pequeño apartamento junto al mar, esta intenta ser la calma que sostenga la angustia de un cuerpo que llora a una madre y anhela a una amante.
«Amar es amar siempre después de mi madre. No puedo hablar con mamá, tampoco con Ella. Mi vida se ha suspendido con la interrupción de esas dos conversaciones». La autora retoma ese diálogo en este libro para indagar en las aristas del abandono y el anhelo y tratar de entender a una madre que marcó la vida y las maneras de su hija con su arrolladora forma de amar.
El debut narrativo de la premiada poeta Sara Torres conjuga lirismo y honestidad para navegar el duelo, el amor y el deseo, su búsqueda y su pérdida. El resultado de la travesía es un mapa de las grietas que nos hacen humanos; una invitación a acariciar sin miedo los surcos que nos conforman.
Me llamo Nina Chou y he decidido vivir mi vida, no la que quieren los demás.
Llevo un tiempo sintiendo que debo encontrarme a mí misma en lugar de hacer lo que mi familia espera que haga. Por eso interpreto el papel de buena hija… Todos creen que ayudo a mi hermana en la peluquería cuando no estoy trabajando en el restaurante chino de mis padres.
En realidad, estoy cursando Química en la universidad y, además, en mi tiempo libre, digamos que también estudio la reacción del amor. Y ahí es donde entra Rubén, un matemático friki del que me he colgado y que me hará entender, en la complicada ecuación que supone mi día a día, lo mejor y lo peor de nuestras culturas.
Nina Chou es una joven de origen chino que vive en Usera junto a sus padres. Su hermana Fang está felizmente casada con un joven médico chino y tiene una peluquería. Nina trabaja por las noches en el restaurante chino que regentan sus padres, que no ven el momento de que se case y le organizan un sinfín de citas a ciegas. Pero durante el día, y sin que ellos lo sepan, Nina estudia química en la universidad. Cuando un día, al doblar una esquina, se choca de frente con un apuesto joven, Rubén, el amor se instalará en sus vidas. ¿Podrán superar las barreras raciales y culturales? ¿Aceptará la estirada madre de él a una muchacha china como ella? ¿Aceptará la madre de ella a un occidental que además es su profesor de matemáticas? ¿Conseguirá Nina cumplir sus sueños y alcanzar sus metas sin defraudar a sus padres?