¿Qué cambiarías si pudieras regresar al pasado?
Y ¿a quién querrías ver, aunque fuera por última vez?
Un rumor circula por Tokio... Oculta en uno de sus callejones hay una pequeña cafetería que merece la pena visitar no solo por su excelente café, sino también porque, si eliges bien la silla donde sentarte, puedes regresar al pasado. Pero como incluso lo increíble está sujeto a limitaciones, no podrás salir de la cafetería mientras dure el viaje, volverás cuando el café se enfríe y, hagas lo que hagas, el presente no cambiará.
A través de las emocionantes historias de cuatro clientes que se atreven a embarcarse en esta aventura por motivos diferentes, Antes de que se enfríe el café nos ofrece un relato atemporal sobre el amor, las oportunidades perdidas y la esperanza de un futuro que siempre está por llegar.
Este libro está basado en el testimonio de 22 prostitutas cubanas, que ejercen su oficio en la República Dominicana, cada una de ellas desnuda su vida y cuentan cómo empezaron a trabajar como jineteras en Cuba o debutaron en una noche cualquiera, en esta otra tierra, pero al ser cubanas se les conoce como jineteras importadas.
Mujeres que hacen uso del sexo para obtener alimentos, ropa, dinero, objetos de valor un vehículo y por qué no decirlo, una visa para cualquier lugar del mundo.
Este es probablemente el libro más famoso de Stefan Zweig. En él lleva a su cima el arte de la miniatura histórica y literaria. Muy variados son los acontecimientos que reúne bajo el título de Momentos estelares: el ocaso del imperio de Oriente y la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453; el nacimiento de El Mesías de Hán-del en 17 41; la derrota de Napoleón en 1815; el indulto de Dostoievski, momentos antes de su ejecución, en 1849; el viaje de Lenin hacia Rusia en 1917... «Cada uno de estos momentos estelares—escribe Zweig—marca un rumbo durante décadas y siglos». Como lectores descubrimos, de este modo, mínimos, inesperados puntos de inflexión de la historia, a los que asistimos con la fascinación que la escritura de Stefan Zweig siempre nos produce.
Próxima al compendio de las concepciones de Hermann Hesse (1877-1962) sobre la condición humana y la creación literaria, El juego de los abalorios (1943)-última novela que publicó- es la representación plástica de la visión milenarista siempre presente en su obra. Escrita supuestamente por un narrador anónimo de la mítica Castalia hacia el año 2400, la obra gira en torno al extraño juego del que se tomatítulo, abarcador de todos los contenidos y valores de la cultura, y vinculado con el advenimiento del Trecer Reino del espíritu, unificación de todos los tiempos del hombre.
Coincidiendo con el inicio de la ofensiva alemana contra Rusia, Curzio Malaparte empezó a escribir Kaputt, obra con la que pretendía recoger el testimonio de su experiencia como corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Malaparte recorre la Europa ocupada por los nazis como si fuera un espía: presencia la triste impotencia del príncipe Eugenio de Suecia, se ve obligado a sobrellevar la arrogancia de los líderes nazis delegados en Varsovia y es testigo de la crudeza de los parajes de la fría Carelia o de la noble ciudad de Lasi, desolados por la barbarie y el hambre que convirtieron Europa en un montón de chatarra.
Con Kaputt —palabra germánica que evoca lo roto, lo hecho añicos, y que deviene un fiel calificativo de lo que quedó de un continente devastado por un lustro de destrucción— Malaparte teje una sobrecogedora obra literaria sobre la realidad, a un tiempo salvaje y grotesca, de la guerra en el frente.
A finales del siglo XVlII,la joven criolla Antonia de Salis vive con su prima Teresa en Rusia. Allí reciben la visita de un fascinante militar hispanoamericano, Francisco de Miranda, precursor de la independencia que agita a las colonias, que está de visita en Rusia para tejer una alianza con Potemkin. Antonia cae seducida ante un personaje tan idealista como ardiente, con fama de donjuán y magnífico contador de historias ante las damas. Tanto que, tras algunos encuentros furtivos, decide seguirlo hasta San Petersburgo, donde Francisco de Miranda es perseguido, sin saberlo, por un diplomático español empeñado en capturarlo. Treinta años después, en la cárcel de La Carraca en Cádiz (los hechos están rigurosamente documentados), un general Miranda enfermo y vencido recibe las visitas y los cuidados de una enigmática mujer que tiene muy presentes las aventuras de Crimea y de San Petersburgo.