Ser hija es andar en sentido contrario; es huir en dirección contraria al destino sin saber que con nuestra huida estamos dando cumplimiento al vaticinio. La protagonista de esta novela regresa a casa después de mucho tiempo y descubre que su madre ya no volvió en sí tras una cirugía. Ante la imposibilidad de una reconciliación, debe confrontar consigo misma los silencios que se tejieron entre ambas y restaurar por medio de la escritura el vínculo deteriorado por sus ausencias. Este relato íntimo y conmovedor analiza con profundidad la compleja relación de una hija con su madre, el amor, los desencuentros y las tensiones que desbordan el lenguaje. Un auténtico viaje al interior de la ballena mítica que, como en el relato de Jonás, devora a la protagonista en su huida para llevarla a los abismos de la muerte, el duelo y el desasosiego, donde se pone de manifiesto que en ocasiones es necesario desobedecer los mandatos para elegir un camino distinto al establecido.
La excéntrica editorial del señor Bennet publica clásicos que nunca pasarán de moda y autores que, probablemente, nunca lleguen a estarlo. Tal vez por eso, su oficina no se encuentra en un moderno edificio empresarial sino en una destartalada y centenaria mansión en el centro de Barcelona.
Cuando Bruno Bennet propone a su desmotivada sobrina Beatriz que se haga cargo del negocio mientras él se ausenta para viajar en busca de un valioso manuscrito, ella imagina que trabajar entre libros será como un sueño hecho realidad. Lo que no imagina es que deberá lidiar con un traductor con modales de lord inglés, con una pila de manuscritos infinita y con cinco autores muy especiales a los que tendrá que perseguir para que entreguen su novela.
El hombre que inventó Manhattan se llamaba en realidad Gerald Ulsrak, estaba casado y tenía dos hijas. O quizá sólo una. Había nacido en un pequeño pueblo en las montañas de Rumania y siempre había soñado con un sitio mejor, Manhattan, y un nombre distinto, Charlie. Trabajaba en el mantenimiento de un bloque de apartamentos y se repetía noche tras noche como un mantra que el siguiente sería un buen día. La mañana de Año Nuevo de 2002 amaneció colgado de una viga del techo.
Su suicidio pone en marcha la recreación por parte del narrador un inquilino del inmueble de un mundo en el que se mezclan la realidad y la ficción. A través de historias cortas, agudas como flechas, marcadas por los juegos de identidades, el humor irónico y unos personajes inolvidables, se erige una ciudad mítica: un Manhattan personal, exacto y al tiempo imaginado, teñido por toda la literatura y el cine que reflejan la ciudad de Nueva York.
En la región japonesa de Kobe, Osaka, una línea ferroviaria une Takarazuka con Nishinomiya. Las vidas de miles de pasajeros se entrechocan a diario en sus vagones y, a cada parada, nuevos pasajeros se instalan y se relacionan: dos desconocidos que siempre quieren tomar prestado de la biblioteca el mismo libro; una prometida despechada sedienta de venganza; estudiantes tímidos; niñas crueles; mujeres rudas; una abuela excéntrica y su indiscreta nieta; una joven dispuesta al fin a romper con un novio que no la merece.
Con el paso de las estaciones, el tren de Hankyu recorre el trayecto en el sentido inverso, y el lector descubre a los personajes bajo una nueva luz y puede seguir discretamente sus destinos como si fueran los de viejos conocidos.
Un libro lleno de sensaciones, reflexión y gran belleza, RTL.
Barbery disecciona a través de un grupo de personajes la amistad como una conversación que continúa más allá del tiempo y las fronteras, Harper's Bazaar.
Cautivador de principio a fin, Marie France.
Una emocionante meditación sobre lo que separa y une a los vivos y a los muertos, el amor y la amistad, la inocencia y la corrupción, la magia de los lugares que habitamos…, Madame Figaro.
Muriel Barbery busca y encuentra la armonía, Le Monde des Livres
Margaux se presenta en el entierro de un amigo de la infancia, Thomas Helder, años después de abandonar a los suyos sin explicación. En la casa familiar de Thomas, en plena campiña occitana, resurgen con fuerza los recuerdos de su pasado en Ámsterdam y de ese rincón de Francia en el que crecieron, se amaron y, a veces, se mintieron.
En esta obra autobiográfica Thomas Mann relata los acontecimientos más relevantes de su vida, su ansia de independencia y libertad, detalles sobre la construcción de sus obras y las fuentes en las que se inspiró. Además, escribe acerca de las similitudes entre su propia vida y la de sus personajes, claramente visibles, por ejemplo, en su gran novela Los Buddenbrook; la singular experiencia sobre el tiempo que pasó su mujer Katia en Suiza, cuando ésta enfermó de los pulmones, tal como la describió en La montaña mágica, y otras influencias menos estudiadas, como la inspiración para los personajes del ciclo novelístico de corte bíblico José y sus hermanos, según apunta Andrés Sánchez en su esclarecedor ensayo final sobre la vida del escritor.