«Pero tú no eres mi hermana, nunca lo fuiste. No hemos jugado, comido, dormido juntas. Nunca te toqué, nunca te besé. No sé de qué color tienes los ojos. Nunca te he visto. No tienes cuerpo ni voz, solo eres una imagen plana en unas cuantas fotos en blanco y negro. No conservo ningún recuerdo de ti. Llevabas dos años y medio muerta cuando nací yo. Tú eres la criatura del cielo, la niñita invisible de la que nunca se habla, la ausente de todas las conversaciones. El secreto.» «La otra hija» es una larga carta que Annie Ernaux le escribe a Ginette, la hermana muerta a la que nunca conoció, pero cuya sombra siempre la acompaña desde aquel lejano domingo de agosto de 1950 en el que descubrió accidentalmente su existencia.
Todo empieza con un encuentro casual en Atenas. Rydal Keener, un joven inquieto que recorre Europa en busca de aventuras y emociones, se cruza con Chester MacFarland, un estafador con múltiples identidades y en permanente fuga. El triángulo lo completa Colette, la joven y seductora esposa de Chester. El azaroso encuentro dará lugar a una ambigua relación a tres bandas entre estos norteamericanos desarraigados que vagabundean por Europa buscando algo o huyendo de algo. Y entre ellos se desarrolla un peligroso juego de manipulaciones, deseos y engaños que incluye el asesinato y un apoteósico clímax en las ruinas del palacio de Cnosos. Una perfecta muestra (Premio de la Crime Writers Association británica) de la maestría de Patricia Highsmith para aunar el thriller, la novela psicológica y el drama existencial, y de su habilidad para construir perturbadores personajes moralmente ambiguos a los que ahora dan vida Viggo Mortensen, Kirsten Dunst y Oscar Isaac en la adaptación cinematográfica de esta inquietante novela. «Una de las escritoras más interesantes de este deprimente siglo» (Gore Vidal). «Una poeta de la inquietud más que del terror» (Graham Greene).
Vic Van Allen es un hombre encantador. Moderadamente rico, culto, liberal, buen padre y esposo comprensivo. Sus vecinos le quieren y le respetan. A quien no quieren tanto y respetan muy poco es a Melinda, la esposa de Vic. Es guapa, divertida y casi tan encantadora como su marido, pero tiene un amante tras otro, y no se muestra nada discreta al respecto. Claro está que Vic lo sabe, la comprende y hasta parece divertirse con la situación, pero sus amigos opinan que debería ser menos comprensivo y más autoritario.
Un buen día Vic le gasta una broma a Joel, el actual amante de Melinda. Le cuenta que ha cometido un crimen perfecto: ha matado a un hombre porque se entendía con su esposa, y nadie le descubrirá jamás. Joel le cree, se asusta y desaparece de la escena. Pero la inquieta Melinda, tras un fugaz período como esposa modelo, vuelve a las andadas con un nuevo amigo, Charley. Algo ha cambiado en la actitud de Vic, sin embargo, y Charley acaba ahogado en una piscina. Melinda clama que ha sido un asesinato y que el asesino es su marido. Pero ¿quién creería a una mujer tan alocada, si todos saben que lo de Joel no fue más que una broma, y Vic es un padre tan bueno, un vecino tan encantador, un marido tan comprensivo?
Escrita bajo la influencia de Dostoievski, La celda de cristal combina el mis terio típicamente highsmithiano con una penetrante cri?tica de la devastacio?n psicolo?gica que acarrea el sistema penitenciario. Falsamente acusado de fraude, el tranquilo e ingenuo Philip Carter es condenado a seis solitarios an?os de prisio?n, durante los cuales se entrega a un consumo destructivo de drogas. Cuando es puesto en libertad, se ha vuelto ma?s suspicaz y violento. Para aquellos que lo rodean, recuperar su confianza puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. La celda de cristal ofrece un retrato crudo, sombrío y persuasivo de la vida diaria en la prisio?n, y de las consecuencias para aquellos que la viven, que resulta tan relevante hoy como lo era cuando el libro se publico? por primera vez en 1964.
Portnoy, mal de [llamado así por Alexander Portnoy (1933- )]: trastorno en el que los impulsos altruistas y morales se experimentan con mucha intensidad, pero se hallan en perpetua guerra con el deseo sexual más extremado y, en ocasiones, perverso.
Al respecto dice Spielvogel: «Abundan los actos de exhibicionismo, voyeurismo, fetichismo y autoerotismo, así como el coito oral; no obstante, y como consecuencia de la "moral" del paciente, ni la fantasía ni el acto resultan en una auténtica gratificación sexual, sino en otro tipo de sentimientos, que se imponen a todos los demás: la vergüenza y el temor al castigo,sobre todo en forma de castración» (Spielvogel, O., «El pene confuso», Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, vol. XXIV, p. 909). Spielvogel considera que estos síntomas pueden remontarse a los vínculos que hayan prevalecido en la relación madre-hijo.
El autor de La conjura contra América desvía ahora su atención hacia la lucha crónica de un hombre contra la mortalidad. El destino del protagonista de la novela comienza con la primera y abrumadora confrontación con la muerte en las idílicas playas de sus veranos infantiles, pasando por los problemas familiares y los logros profesionales en su edad adulta, hasta llegar a su vejez, momento en el que se siente desgarrado al comprobar el deterioro de sus contemporáneos y el suyo propio. Creativo publicitario de éxito con una agencia de publicidad en Nueva York, el protagonista es padre de dos hijos de un primer matrimonio, que lo desprecian, y de una hija de un segundo matrimonio, que lo adora, además del amado hermano de un buen hombre cuyo bienestar físico despierta en él una amarga envidia y el solitario ex marido de tres mujeres con quien ha mantenido matrimonios desastrosos. Es, por fin, alguien que acaba siendo aquello que no quería llegar a ser.
Elegía hace referencia a una obra de teatro alegórica y anónima del siglo XV, un clásico del antiguo drama inglés, cuyo tema es la evocación de la vida en la muerte.