Segundo volumen de la trilogía iniciada con Africanus.
Déjate atrapar por esta trepidante novela sobre la guerra, el amor, la envidia, la amistad y la supervivencia.
Publio Cornelio Escipión, conocido por el apodo de Africanus, que era considerado por muchos el heredero de las cualidades militares atribuidas a su padre y a su tío, sólo tenía veintiséis años cuando aceptó comandar las tropas romanas en Hispania.
Pero de ellos no sólo había recibido estos magníficos atributos, sino también algunos enemigos, entre otros Asdrúbal, el hermano de Aníbal, y el general púnico Giscón, quienes harían lo posible por acabar con su enemigo y masacrar sus ejércitos.
En un fascinante relato que recrea un momento decisivo de la expansión de Roma, Santiago Posteguillo hace al lector cómplice y testigo de las batallas, conquistas y derrotas de Escipión y sus ejércitos.
Última novela de la «Trilogía Africanus», en la que descubriremos el épico final de dos de los personajes más legendarios de la historia: Escipión y Aníbal.
He sido el hombre más poderoso del mundo, pero también el más traicionado.»
Así comienza Publio Cornelio Escisión sus memorias en La traición de Roma, para continuar con el final de dos de los más épicos personajes de la historia, Escisión y Aníbal.
Los eternos enemigos se encuentran una vez más en la batalla de Magnesia, un episodio casi desconocido dela historia de occidente. Pero además de batallas, el autor nos cuenta lo que ha sido de los hijos de Escisión; de sus enemigos, Marco Porcio Catón y de su aliado Graco; de la esclava Netikerty; de la prostituta Areté; de su fiel aliado Ledio; de Antíoco III, el rey de Siria; del ya anciano dramaturgo Plauto, que se pasea por las calles de Roma, y también de la mujer de Escisión, Emilia Tercia, digna hasta el final en medio de la mayor de las hecatombes públicas y privadas.
Con la electrizante prosa que lo caracteriza, Posteguillo nos transporta de nuevo a la antigua Roma para ser testigos privilegiados del ocaso de una vida tan intensa como desbordante: el final de la epopeya de Publio Cornelio Escisión y de todo su mundo en el marco incomparable de una Roma que emerge victoriosa, por encima de la historia, sin importarle arrasar en su imparable ascenso todo y a todos, incluidos a sus héroes.
La novela que inspiró la exitosa película Las normas de la casa de la sidra.
Esta novela cuenta la historia del doctor Wilbur Larch–santo varón y obstetra, eteradicto y abortista, director de un orfanato–y la de su huérfano favorito, Homer Wells, quien nunca consigue ser adoptado. El doctor Larch siente la obligación moral de liberar a las madres pobres de un embarazo no deseado, antes que admitir en su asilo a sus hijos abandonados. Homer Wells, a quien Larch quiere como a un hijo, al crecer se niega en cambio a «acabar con una vida humana». La novela es mucho más que un libro sobre el aborto, aun así tratado por Irving con un excepcional conocimiento histórico, médico, legal, filosófico y moral.
A veces, lo más importante no es el viaje, sino a quién llevas de copiloto.
Todo el mundo tiene un ex. El de ADDIE es Dylan: hijo de familia adinerada, poeta de mirada intensa y manos cálidas... y la persona que le rompió el corazón. Tras dos años sin verlo, está segura de haberlo superado, pero el destino no opina lo mismo. De camino con su hermana a una boda en Escocia, un coche choca con ellas. El conductor es Dylan, que también va con su mejor amigo a la celebración. Y ahora, si quieren llegar a tiempo a la ceremonia, tendrán que viajar juntos.
Hace dos años, DYLAN cometió un error: dejó marchar a la única chica de la que se ha enamorado. Sin embargo, parece que tiene una segunda oportunidad para recuperarla y, esta vez, no se va a rendir: hará lo que haga falta para convencer a Addie de que el final de su historia juntos aún está por escribirse.
«Mi libro preferido, y el primero que escribí.»
Gabriel García Márquez
Con este libro, Gabriel García Márquez se descubrió a sí mismo como un narrador. Sin embargo, la intención primera era escribir un reportaje sobre un hombre, Luis Alejandro Velasco, que estuvo diez días a la deriva en una balsa mecida por el mar Caribe. El futuro Nobel de Literatura y entonces joven reportero que era García Márquez escuchó el relato de los hechos de boca de su protagonista y los transformó, tal vez sin pretenderlo, en un prodigioso ejercicio literario, una narración escueta y vigorosa donde late el pulso de un gran escritor. La publicación por entregas del reportaje en El Espectador de Bogotá supuso un alboroto político considerable -se revelaba la existencia de contrabando ilegal en un buque de la Armada colombiana, lo que costó la vida de siete marineros y el naufragio, más afortunado, de Velasco- y el exilio para su autor.
En Macondo transcurre la historia de un entierro imposible. Ha muerto un personaje extraño, un antiguo médico odiado por el pueblo, y un viejo coronel retirado, para cumplir una promesa, se ha empeñado en enterrarle ante la oposición de todo el pueblo y sus autoridades. Como en una tragedia griega -el libro lleva como lema una cita de Antígona que recuerda la prohibición de enterrar el cuerpo del Polinices-, el viejo coronel, su hija y su nieto van a cumplir la ominosa tarea. La acción, compuesta por la descripción de los preparativos para el entierro -una media hora- y los recuerdos de un cuarto de siglo de la historia de Macondo, de 1905 a 1928, se narra a través de los pensamientos de estos tres personajes.
«De pronto como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos: rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remota e inverosímil. La hojarasca era implacable.»