Reunidas en un solo volumen las tres primeras novelas protagonizadas por Nathan Zuckerman y, como epílogo, una pieza genial: La orgía de Praga.
Este volumen reúne las tres primeras novelas -y una nouvelle- protagonizadas por Nathan Zuckerman La visita al maestro (1979), Zuckerman desencadenado (1981) y La lección de anatomía (1983), el álter ego de Philip Roth.
En La visita al maestro, un joven Zuckerman en los inicios de su carrera visita a su mentor en Nueva Inglaterra y se enamora de una mujer que cree identificar con la mismísima Ana Frank.
Zuckerman desencadenado es una divertida parodia sobre los riesgos de la fama, mientras que La lección de anatomía cuenta la divertida y triste historia de un Zuckerman en plena crisis vital y creativa.
Y al fin, en La orgía de Praga, viajamos con él a la ciudad ocupada por los soviéticos en busca del manuscrito inédito de un misterioso escritor judío.
Simmons se atreve a revisar otro clásico indiscutible como la Ilíada de Homero en la nueva y espectacular serie formada por Ilión y Olimpo.
Una obra única, maravillosa e irrepetible.
La historia del asedio de Troya (Ilión), reconstruida en un lejano futuro con elementos de ciencia ficción: los dioses son post-humanos que disponen de una «divina» tecnología cuántica, el Monte Olimpo está en Marte y los nuevos robots «moravecs» de más allá del cinturón de asteroides se interesan por la inusitada actividad que se observa en el planeta rojo.
Mientras tanto, los últimos humanos en la Tierra viven una insulsa vida de «eloi» bajo la atenta vigilancia y supervisión de unos misteriosos Voynix de origen desconocido. Los elementos para la más inteligente revisión de la más clásica aventura épica humana están servidos.
¿Dónde están los límites del lenguaje? Agua viva es una vivencia sobre esos límites. Vaga epístola a un destinatario mudo, esta obra supera en todo momento las fronteras de esa amplia familia de las cartas de desamor a la que, en parte, pertenece. Desafiando los límites y sin concesiones a la convención, este libro inaugura un espacio compartido entre quien escribe y quien lee. Una obra fundamental dentro de la producción literaria de la autora, así como de la literatura en lengua portuguesa.
Esta es "la historia de una inocencia herida, de una miseria anónima, una breve e intensa visión del absurdo que supone una existencia anodina...". En las páginas de La hora de la estrella, considerada una de sus obras más importantes, aparece en toda su magnitud el personalísimo estilo de Clarice Lispector: su peculiar forma de transformar las palabras en imágenes vigorosas y puras se une aquí a una compleja estructura formal.
Operación Shylock es una novela que se mantiene en la frontera entre el ensayo y la ficción, la seriedad y la alta comedia, la historia y la pesadilla.
En este libro, diabólicamente imaginativo, que podría -o no- ser una novela, Philip Roth conoce a un hombre que podría -o no- ser Philip Roth. Porque alguien con ese nombre ha estado viajando por Israel, haciendo propaganda del Diasporismo, una insólita doctrina que pregona la necesidad de un nuevo éxodo, pero en dirección contraria. Roth intenta detenerle, incluso si esto significa hacerse pasar por su propio «doble».
Con un agudísimo suspense, una irreverente especulación filosófica y una serie de personajes que incluyen a agentes de inteligencia israelíes, exiliados palestinos, criminales de guerra y un miembro de una organización llamada Antisemitas Anónimos, Operación Shylock es un acertado juego entre realidad y ficción.
«El arte del mando era tratar con la naturaleza humana, y él había dedicado su vida a aprenderlo. Colgó la espada del arzón, palmeó el cuello cálido del animal y echó un vistazo alrededor: sonidos metálicos, resollar de monturas, conversaciones en voz baja. Aquellos hombres olían a estiércol de caballo, cuero, aceite de armas, sudor y humo de leña.
»Rudos en las formas, extraordinariamente complejos en instintos e intuiciones, eran guerreros y nunca habían pretendido ser otra cosa. Resignados ante el azar, fatalistas sobre la vida y la muerte, obedecían de modo natural sin que la imaginación les jugara malas pasadas. Rostros curtidos de viento, frío y sol, arrugas en torno a los ojos incluso entre los más jóvenes, manos encallecidas de empuñar armas y pelear. Jinetes que se persignaban antes de entrar en combate y vendían su vida o muerte por ganarse el pan. Profesionales de la frontera, sabían luchar con crueldad y morir con sencillez.
»No eran malos hombres, concluyó. Ni tampoco ajenos a la compasión. Sólo gente dura en un mundo duro.»