Cuando la jovencísima Mikage se queda sola a la muerte de su abuela, se refugia en la cocina de su vasta casa. Un día, sin embargo, un amable muchacho llama a su puerta y le propone que vaya a vivir con el y con su madre, Eriko. Sin embargo, esta hermosa y acogedora mujer no es quien parece ser. Una fábula en la que la soledad y la aridez emocional quedan mitigadas por la inmensa sabiduría de otro mundo ancestral.
Esta obra compuesta por veinte poemas sin título, relacionados al amor, más un poema titulado La canción desesperada son las experiencias que tuvo Pablo Neruda en su adolescencia y en la cual demuestra una gran melancolía y nostalgia por el momento fugaz del amor.
"Me gusta cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto."
Haruki Murakami atendió por fin a las peticiones de sus lectores y accedió a que se tradujeran estas dos obras tempranas, anteriormente sólo publicadas en japonés e inglés, y añadió un prólogo donde el escritor relata su génesis. Escucha la canción del viento (1979), ópera prima del autor, sigue las vicisitudes de un joven estudiante que, durante unas vacaciones en su ciudad natal, disfruta de la compañía de su mejor y original amigo, apodado «el Rata», una chica con cuatro dedos, el barman del Jay´s Bar y un escritor suicida (e inventado): Derek Heartfield. Tres años después, en Pinball 1973 (1980), ese mismo joven vive en Tokio, con dos gemelas idénticas, mientras el Rata continúa viendo pasar la vida en el Jay´s Bar, en una novela melancólica y de atmósfera poética, que contiene la mejores escenas de pinball de la historia de la literatura.
Ganador del Premio Nobel en 1968.
Impulsado por la nostalgia, Oki Toshio, un escritor casado, decide viajar a Kioto para oír las campanas del templo en el Año Nuevo. Pero además quiere ver a Otoko, antigua amante a la que había humillado. Todavía hermosa, Otoko, ahora pintora, vive con su protegida Keiko, una joven amoral, sensual y apasionada de apenas veinte años. Y lo que comienza como un reencuentro sentimental entre el maduro Oki y la discreta Otoko se convertirá. Por voluntad de Keiko, decidida a vengar a su mentora, en un cruel drama de amor y destrucción.
Robert Langdon, experto en simbología, es convocado a un centro de investigación suizo para analizar un misterioso signo marcado a fuego en el pecho de un físico asesinado. Allí, Langdon descubre el resurgimiento de una antigua hermandad secreta: los illuminati, que han emergido de las sombras para llevar a cabo la fase final de una legendaria venganza contra su enemigo más odiado: la Iglesia católica.Los peores temores de Langdon se confirman cuando los illuminati anuncian que han escondido una bomba en el corazón de la Ciudad del Vaticano. Con la cuenta atrás en marcha, Langdon viaja a Roma para unir fuerzas con Vittoria Vetra, una bella y misteriosa científica. Los dos se embarcarán en una desesperada carrera contrarreloj por los rincones menos conocidos del Vaticano. Ángeles y demonios, la primera aventura del carismático e inolvidable Robert Langdon, es un adictivo y trepidante thriller sobre la eterna pugna entre ciencia y religión. Esta lucha se convierte en una verdadera guerra que pondrá en jaque a toda la humanidad, que deberá luchar hasta el último minuto para evitar un gran desastre.
Cuando en 1953 se estrenó en París Esperando a Godot, pocos sabían quién era Samuel Beckett, salvo, quizá, los que ya lo conocían como exsecretario de otro irlandés no menos genial: James Joyce. Por aquellas fechas, Beckett tenía escrita ya gran parte de su obra literaria; sin embargo, para muchos pasó a ser «el autor de Esperando a Godot». Se dice que, desde aquella primera puesta en escena -que causó estupefacción y obtuvo tanto éxito- hasta nuestros días, no ha habido año en que, en algún lugar del planeta, no se haya representado Esperando a Godot. El propio Beckett comentó en cierta ocasión, poco después de recibir el Premio Novel de Literatura en 1969, que Esperando a Godot era una obra «horriblemente cómica». Sí, todo lo horriblemente cómica que puede resultar la situación de dos seres cuya grotesca vida se funda en la vana espera de ese ser al que llaman Godot.