«Muy a menudo dudo de si alguna vez haré imprimir una línea. ¿Sabes qué sería una bella idea la del joven que, hasta los cincuenta años no hubiera publicado nada, y que de golpe, hiciese aparecer, un buen día, sus obras completas y no hiciera nada más?». Con un nivel de autoexigencia artística como pocos autores han demostrado tener, Gustave Flaubert (1821–1880) esperó hasta los treinta y seis años para publicar Madame Bovary, y, sin embargo, quiso privar a sus lectores de la mayor parte de su narrativa breve previa que, sin duda, está a la altura en calidad e importancia al resto de su obra. Gran parte del valor de esta edición de sus Cuentos completos reside en reunir por primera vez en nuestro idioma todos esos trabajos –casi desconocidos todavía– que permanecieron ocultos hasta su muerte, y que subrayaban ya la genialidad del autor francés. Pero, como no podía ser de otra forma, se incluye también –en la exquisita edición de Mauro Armiño, dos veces Premio Nacional de Traducción– el último de sus libros, Tres cuentos (1877), hito del género compuesto por los clásicos «Herodías», «La leyenda de san Julián el Hospitalario» y, por supuesto, esa obra maestra titulada «Un corazón simple». Desde ahora Flaubert no solo es Madame Bovary, sino también cada uno de los cuentos que integran esta propuesta imprescindible.
En este primer tomo empieza a adquirir forma la figura de la mujer como narradora oral y como receptora, pasando por el importante papel que juega el lenguaje en la consumación de la Conquista y por Bernal Díaz del Castillo, privilegiado cronista que lo mismo enarbola la pluma que las armas, hasta llegar a la figura central de los estudios de la autora: Sor Juana Inés de la Cruz, heredera de la callada tradición de las anónimas monjas escritoras. Glantz demuestra cómo la conquista de la escritura femenina se gesta en el más insospechado rincón del mundo: el claustro. En este fértil recorrido crítico la también novelista ha sabido desentrañar insospechados secretos de la época y sus letras, por ejemplo, del papel decisivo de las mujeres -concretamente las monjas-, que si bien no serían reconocidas como "escritoras", contribuirían a la definitiva comprensión de los aspectos social, cultural, político y religioso de su tiempo.
La narrativa breve de Zweig es un símbolo de la literatura y la cultura europea del siglo XX. Persiguiendo un anhelo de profundizar en lo oscuro, lo pasional, lo heroico o lo trágico, Zweig contruye bajo el influjo del psicoanálisis una red de personajes que conviven con un conflicto consigo mismos y con los demás y, por lo tanto, con las raices, las encrucijadas y la destrucción a la que se abocó la Eruopa de la primera mitad del siglo XX. Joyas como “Novela de ajedrez”, “Mendel el de los libros” o “Sueños olvidados” son solo la punta de una catedral literaria indispensable en Europa y que forma una mirada desgarradora poblada de relatos únicos.
Tan sugestiva, turbulenta y compleja como su obra literaria, la vida de James Joyce ha sido durante décadas objeto de estudio por las conexiones que tiene con títulos como Dublineses o Ulises, pero también el centro de una poderosa fascinación por un personaje genial. Y su correspondencia es, sin lugar a dudas, la mayor fuente de detalles, secretos y sorpresas, y una de las mejores formas de construir su biografía a partir de una escritura que nació para no ser compartida. Esta edición en dos volúmenes preparada y traducida por Diego Garrido es la más completa hasta la fecha en cualquier idioma. Este primer volumen reconstruye un viaje deslumbrante entre 1900 y 1920 por distintos lugares (Dublín, París, Pola, Zúrich, Trieste...), por las personas con las que se relacionaba (sus padres y hermanos, escritores como Yeats, Ibsen, Svevo o Pound, su esposa Nora, sus editores y sus mecenas, sus estudiosos y críticos...) y por su propia obra, reconstruyendo la cronología de la escritura y publicación de sus cuentos, poemas y novelas.
Escritos entre 1873 y 1875 -en especial durante las dos estancias de Arthur Rimbaud en Londres, primero con Paul Verlaine y un año después con el joven poeta German Nouveau-, los poemas en prosa de Iluminaciones son el corolario de una obra que sigue deslumbrando e interpelando a los lectores por su onirismo, su radicalidad profética y su gusto precoz por el desmarque la ironía disolvente. Rimbaud entregó el manuscrito de estas 'illuminations' (la palabra inglesa para 'grabados coloreados') a Verlaine en febrero de 1875, durante uno de sus últimos encuentros, pero el libro no vio la luz hasta octubre de 1886 en las publicaciones de la revista La Vogue. El poeta, establecido a comienzos de esa década en Harar (Etiopía) como comerciante de café y armas de segunda mano y alejado completamente de su pasado literario por voluntad propia, no llegó a enterarse de esta publicación ni del impacto que tuvo en la poesía francesa de su tiempo.