Sueños y puentes, frecuentes motivos en su obra, se funden en el título del libro con el que obtuvo el Premio de poesía del Consejo nórdico, Puentes de sueños, que según el autor es un libro único en su carrera ya que los poemas reflejan experiencias oníricas trasladadas directamente al papel, sin retocar.
Es este un libro de ambición lenta, que no tiene prisa por llegar ni esconde ningún as en la manga. Un libro que juega con todas las cartas encima de la mesa: un paisaje de origen en la raya extremeña con las tierras de Portugal; una curiosidad sin engolamientos hacia el arte de la fotografía y las miradas que se ocultan y desvelan detrás de las cámaras; dos o tres o cuatro nombres de mujer -Acácia, Lucía, Joaquina, Pascale- que trenzan el espacio del encuentro y de la pérdida; la historia que no se quiso escribir sobre el hombre que surgió del exilio; algunas viejas fotografías que giran y giran hacia alguna parte. Una mirada narrativa excepcional en diez momentos y un prólogo (y la lucha de clases).
Los dos libros de viajes reunidos en este volumen están escritos en la estela del éxito obtenido por Cela con Viaje a la Alcarria (1948). Los dos tienen un origen común: el viaje que, por encargo del diario Pueblo, realizó el autor en el verano de 1948 por buena parte de España.
A partir de las crónicas redactadas para la ocasión, Cela armaría, años después, Del Miño al Bidasoa (1952) y, en estricta continuidad, Primer viaje andaluz (1959), con los que confirmaría su maestría en un género en el que reflejó su amor al vagabundaje y su personalísima visión de las gentes y las tierras de su país.
En el castillo de Argol es un particular homenaje que Julien Gracq rinde a la novela gótica y al Parsifal de Wagner, considerado por el autor como una indagación en la parte demoníaca que tiene todo mito de redención, en la doble naturaleza de todo salvador: «Seréis como dioses, conocedores del bien y del mal». Así, rodeado por tormentas, mares amenazadores y bosques siniestros, Albert, último heredero de una familia noble, llega a su casa solariega de Argol, en la inhóspita Bretaña. Su retiro espiritual se verá pronto roto por la llegada de Herminien, su mejor amigo, y de una extraña muchacha llamada Heide, poseedora de una belleza tal que «antes incluso de que fuera percibida, era sentida como única».
El triángulo amoroso está formado y el escenario dispuesto para un intenso drama.
Un sueño recurrente y perturbador. Un misterioso camafeo y una mujer en busca de respuestas.
Un secreto silenciado durante años rompe el rumor de las olas
Adela Roldán, casada y con un hijo, lleva una apacible vida en familia salvo por una pesadilla recurrente que la perturba desde que era solo una niña. En ella ve cómo una joven es asesinada en presencia de su hija pequeña. Cuando despierta no recuerda nada más, hasta que una noche identifica el nombre del pueblo en el que ocurre todo: Vilar de Fontao, en Galicia. Decide viajar hasta allí y comprobar si la casa donde tiene lugar el horrible crimen existe. Lo que Adela desconoce es que, en realidad, emprenderá un viaje de más de cien años que la llevará desde un pazo en la Costa da Morte hasta la ciudad de Santiago de Compostela. Un viaje en el que perseguirá descubrir la verdad sin saber que se acerca a un secreto que unos intentan desvelar y que otros quieren preservar.
Haciendo gala de un estilo lleno de resonancias e imágenes evocadoras, Ángela Banzas construye con maestría una novela que conecta la historia de varias generaciones de mujeres que deberán sobreponerse a la adversidad, a la traición, al dolor y al miedo, sin dejar de luchar con pasión por aquello en lo que creen en unos tiempos marcados por el clasismo rural, el hambre y la guerra, los bandos, la desconfianza y la muerte.
«Aprende a amar tu destino. Cuando otros vean lluvia y la repudien, tú sonríe a la tierra agrietada y mortecina y espera la simiente que crecerá mañana. Sé paciente y perservera, pues en la oscuridad la luz brilla con más fuerza».
El eco de mis muertes es una pieza única que nos permite, una vez más, adentrarnos en la obra poética de la gran escritora argentina Alejandra Pizarnik a través de la mirada del artista Santiago Caruso.
Siguiendo la estela de La condesa sangrienta (Libros del Zorro Rojo, 2022), las pinturas de Caruso en El eco de mis muertes que incluye una selección de fragmentos del poema «Aproximaciones», escrito entre 1956 y 1958 nos llevan a emprender un recorrido por el imaginario de Pizarnik; más precisamente su traspaso «hacia el otro lado», hacia el universo de la palabra hecha cuerpo y, en última instancia, hacia la muerte. La mirada minuciosa y a la vez penetrante de Caruso realza el ya mítico universo de la poeta. Un libro desplegable que deviene en un objeto imperdible, en un verdadero talismán.