En el efervescente Madrid de los años treinta, Tina sueña con convertirse en bibliotecaria. Junto con su amiga Veva, se adentrará en un mundo de cabarets y clubs feministas, libros malditos y viejos fantasmas. Así descubrirán la Biblioteca Invisible, una antigua sociedad secreta que vela por los libros prohibidos.
Pronto Madrid se convierte en una ciudad sitiada, donde la cultura corre más peligro que nunca. En medio de una guerra que lo arrasa todo, Tina vivirá una historia de amor clandestina que marcará el resto de su existencia mientras trata de proteger los libros no sólo de los incendios y las bombas, sino también de la ignorancia y los saqueadores.
Una novela emocionante e imprescindible sobre el amor a la cultura. Un sincero homenaje a quienes arriesgaron sus vidas para preservar el tesoro de nuestras bibliotecas.
Canfranc, 1944. La joven Valentina Báguena, colaboradora de la Resistencia contra las fuerzas de ocupación nazis en el sur de Francia, descubre que la guerra cambia por completo la forma de vivir, de pensar y, sobre todo, de amar cuando conoce al paracaidista alemán Franz Geist el mismo día en que un incendio destruye el pueblo de Canfranc. Tras la devastación producida por el fuego, los habitantes de este lugar serán víctimas, además, de una de las mayores estafas de la historia de España. Un hecho de dimensiones extraordinarias, pero casi desconocido hasta ahora.
El cielo sobre Canfranc es una novela que late desde el corazón del Pirineo para desplegarse después hacia sus otros escenarios aragoneses, gallegos y franceses. Rosario Raro vuelve con esta obra al territorio mítico de su exitosa Volver a Canfranc, para mostrarnos que, a veces, el tren equivocado puede llevarnos a la estación correcta.
El auge y declive de una gran pasión, el amor feroz de dos personas que parecían conjurarse en contra de una vida serena.
Partiendo de un episodio ocurrido en Madrid en 1939, la narradora de esta historia cuenta la apasionada y tormentosa relación de sus padres, y cómo la personalidad desmedida de él y el corazón débil de ella marcaron el pulso de la vida de toda la familia.
A corazón abierto es una novela que recorre nuestro país a lo largo de un siglo de grandes cambios y encierra un homenaje a una generación, la de quienes permanecieron en España en la inmediata posguerra, aquellos que, sin queja ni lamento, se concentraron en sobrevivir.
Desde la mirada empática y curiosa de una gran observadora que sabe transformar en ficción cada destello de la memoria, Elvira Lindo convierte a sus padres en personajes literarios para aproximarse a ellos con libertad, lucidez y sabiduría. Como si de una composición musical se tratara, cada capítulo es una demostración de gran técnica puesta al servicio del puro placer de narrar las luces y las sombras de un pasado convertido para siempre en gran literatura.
Han pasado seis meses desde la muerte de mi madre. No he sido capaz de afrontarla hasta que un desconocido, que ha aparecido en mi vida de manera sorprendente, me ha apremiado para que resuelva los asuntos pendientes. He de aceptar una herencia que, aunque resolverá mi vida, me atará definitivamente a la de mi familia. No estoy segura de que perder mi independencia sea lo que quiero. Además, esto no implica simplemente firmar unos papeles en el notario, no. Primero he de instalarme en su casa durante tres meses y seguir las instrucciones que me ha dejado en seis cartas. ¿Por qué tanto misterio? ¿Quién es Paul Dombasle, el hombre que, también fallecido, me ha traído hasta París para hacerme un regalo extremadamente valioso? ¿Y mi madre? ¿Quién era realmente mi madre?
Con estas preguntas, comienza para Miranda Herrera un camino lleno de misterio, descubrimiento, peligro y «días rojos» —esos en los que de repente tenemos miedo y no sabemos por qué—, que la llevará, a través de las extraordinarias vidas de su madre y de su abuela, al amor sin ataduras ni convenciones que tantos se empeñan en negar.
«Este libro reúne, por primera vez, la correspondencia entre los cuatro principales novelistas del Boom latinoamericano: Cortázar, Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa. Los dos últimos recibieron el Premio Nobel, y los dos primeros lo merecían; a nadie hubiera sorprendido que lo obtuvieran. Esta conversación entre cuatro amigos brillantes y exitosos nos ofrece un acceso sin precedentes a sus relaciones personales y colectivas, con todos sus encuentros y desencuentros, y nos abre una ventana privilegiada a la literatura y la política latinoamericanas, especialmente durante un periodo crucial de su historia moderna, entre 1959 y 1975.
»Las cartas del Boom narra el momento de máximo auge de este cuarteto, en el que los creadores parecían empezar a escribir menos solos para tocar en conjunto como parte de una misma literatura, y ahonda en ese reconocimiento y esa regeneración de un pasado en común.
»Encontrar cuatro grandes escritores en un contexto histórico casi sin paralelo, comunicándose durante varios años para dialogar sobre novela, literatura, historia latinoamericana, sus propias biografías y la dinámica de sus ideas dentro de ese contexto, es absolutamente único. Las páginas de este libro cuentan esa historia».
Los editores
Días 1931-1934 es uno de los volúmenes más decisivos del conjunto de diarios de Yorgos Seferis. En el podemos asistir al nacimiento y hasta la configuración de algunos de los rasgos más característicos de la obra del poeta y ensayista griego, así como a la exploración de su mundo interior y de su personalidad creadora. Desde la obsesión por el cuerpo y la sensualidad hasta el interes por la traducción poetica, pasando por su pasión por la música, las arraigadas aversiones, el acercamiento a la obra de Eliot o el peso, a veces insoportable, de dramáticos conflictos psicológicos, el lector es aquí testigo de una interioridad atormentada, que llega incluso a desdoblarse a veces en otras figuras creadoras (como Estratis el Marino).
García Márquez y Vargas Llosa se conocieron en el aeropuerto de Caracas, en agosto de 1967. Con apenas treinta y un años, Vargas Llosa era ya un escritor aclamado por la crítica. García Márquez, cuarenta años cumplidos, encontraba por fin el éxito editorial con Cien años de soledad, publicada ese año en Buenos Aires. Antes de confundirse en un abrazo en el aeropuerto de Caracas que dio inicio formal a la amistad, los dos genios de la literatura se habían escrito cartas y leído mutuamente con admiración. Se hicieron amigos entrañables, vecinos en el barrio de Sarrià en Barcelona y hasta compadres. Vargas Llosa publicó en 1971 un libro en homenaje a García Márquez, titulado Historia de un deicidio. Contra todo pronóstico, la amistad se envenenó y estropeó para siempre. En febrero de 1976, Vargas Llosa le dio una trompada a García Márquez en un teatro en Ciudad de México, derribándolo y dejándolo aturdido, con un ojo morado y la nariz rota, al tiempo que le decía: 'Esto es por lo que le hiciste a Patricia'. ¿Qué le hizo García Márquez a Patricia Llosa, la esposa de Mario? ¿Por qué Vargas Llosa le asestó un puñetazo a García Márquez? ¿Qué circunstancias íntimas corrompieron aquella amistad que parecía inquebrantable? ¿Por qué no volvieron a reunirse ni hablarse durante décadas? ¿Por qué se volvieron enemigos irreconciliables, incapaces de perdonarse, a pesar de los esfuerzos de su agente literaria Carmen Balcells? Los genios, la novela más ambiciosa y fascinante de Jaime Bayly, recrea con formidables bríos narrativos los años gloriosos en que García Márquez y Vargas Llosa fueron grandes amigos y explora, desde las licencias de la ficción, los secretos, las felonías, las delaciones y las iras volcánicas que dinamitaron estruendosamente esa amistad que parecía irrompible.
Florencia, mediados del siglo XVI. Lucrezia, tercera hija del gran duque Cosimo de’ Medici, es una niña callada y perspicaz, con un singular talento para el dibujo, que disfruta de su discreto y tranquilo lugar en el palazzo. Pero cuando muere su hermana Maria, justo antes de casarse con Alfonso d’Este, primogénito del duque de Ferrara, Lucrezia se convierte inesperadamente en el centro de atención: el duque se apresura a pedir su mano, y su padre a aceptarla. Poco después, con solo quince años, se traslada a la corte de Ferrara, donde es recibida con recelo. Su marido, doce años mayor, es un enigma: ¿es en realidad el hombre sensible y comprensivo que le pareció al principio o un déspota implacable al que todos temen? Lo único que está claro es lo que se espera de ella: que proporcione cuanto antes un heredero que asegure la continuidad del título.
En 1970, Jim Harrison tiene la edad con la que murió Cristo y lleva encima la cruz del alcoholismo y la depresión. Primero perdió un ojo y luego a su hermana del alma y a su padre, arrollados por un conductor borracho. Está cansado de ganarse el pan dando clases de Literatura a chavales pijos de la Costa Este, de modo que lee a Lorca y a Rimbaud como si la vida se le fuera en cada verso y sale a pescar a lugares remotos como si así pudiera alejarse de sí mismo. Hasta que un día tiene un accidente en la montaña: cae por un acantilado y se destroza la columna vertebral. Deberá guardar cama durante meses y no está claro que vuelva a caminar. Podría ser el final.
O el principio. Harrison pasó los dos meses siguientes postrado y escribiendo día y noche en la vieja Remington de su padre. El resultado fue «Lobo», una novela arrolladora, furiosa y bellísima, por momentos brutal, y lúcida en cada línea. En palabras del propio Harrison, «Lobo» (subtitulada «Unas memorias falsas») «es la historia de un hombre joven que ha hecho demasiadas imbecilidades en su vida y se retira a los bosques para encontrarse a sí mismo y, sobre todo, para encontrar un lobo». En ella descubrimos los grandes temas del mejor Harrison: la celebración de la naturaleza y la crítica a la degradación del mundo salvaje bajo el imperio del capital, los personajes heridos de muerte por la soledad, eternos vagabundos y marginales, desencantados con el progreso de una civilización ciega y enfebrecida, que buscan en el whisky, la marihuana y el sexo al menos un instante de sosiego. Pero lejos de idealizar esa naturaleza en la que parece refugiarse, Harrison hace brotar de sus profundidades toda la violencia y el miedo que alberga su alma. Un lobo siempre será un lobo.