«Coser era mucho más que unir piezas. Con ilusión, telas e hilos íbamos construyendo algo que de verdad nos importaba. Coser era compartir, crear, soñar. Sí, coser se parecía cada vez más a vivir».
Madrid, 1991. Siete mujeres muy diferentes coinciden en una pequeña academia de costura donde compartirán la historia de sus vidas. Cada una tiene un motivo distinto para aprender a coser y, entre telas, patrones y alfileres, todas ellas irán conectando con partes de sí mismas que creían olvidadas, descubrirán el poder terapéutico de la amistad entre mujeres y, puntada tras puntada, hilvanarán el relato de sus amores, dolores y secretos familiares.
Una historia inolvidable que nos muestra que en la costura, como en la vida, casi todo tiene remedio; que equivocarse y aprender van de la mano, y que cada puntada siempre encierra una enseñanza.
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Julia siempre soñó con tener su propia academia para compartir con otras mujeres el amor por la costura que su madre le transmitió desde pequeña.
Amelia acaba de quedarse viuda tras permanecer toda la vida a la sombra de su marido. Cuando decide ayudar a Julia a cumplir su sueño rompe con los corsés que la sociedad le ha impuesto.
Sara necesita un respiro. Entró en la academia buscando un modo de evadirse de una vida monótona y anodina que la había alejado de sus sueños.
Catherine llegó a España en los años sesenta y es la voz de la sabiduría. Coser y compartir las historias de toda una vida la ayudarán a conectar con su juventud.
Margarita es mexicana, está casada con un diplomático, tiene dos hijos y, aunque lleva una vida cómoda, a veces se siente una extraña lejos de su hogar.
Laura es una de esas mujeres que necesita demostrar al mundo que puede con todo, que es una gran profesional y una madre excelente. Pero también necesita tiempo para sí misma.
Marta, moderna y pizpireta, es la más joven de todas. Entró en la academia alentada por su abuela aunque sus intereses son muy distintos a los del resto de sus compañeras.
Ventisca, primera novela de Marie Vingtras, es un apasionante libro de intriga ambientado en Alaska. En 2022 ganó el Premio de las Librerías de Francia.
Una tormenta de nieve está causando estragos en un pequeño pueblo de Alaska. En medio de la ventisca, un niño desaparece. En unos pocos segundos, justo el tiempo para volver a atarse los cordones de los zapatos, Bess se da cuenta de que ha perdido de vista al pequeño. Sale a buscarlo, seguida de cerca por los pocos habitantes de este extremo del mundo. Comienza entonces una frenética carrera contra la muerte, en la que se irá revelando el pasado de cada uno. Con esta mirada hacia el corazón de la naturaleza, Marie Vingtras, con una escritura incisiva, se centra en la intimidad de sus personajes y, con delicadeza, nos muestra los tormentos de sus almas.
Esta es la novela verdadera de aquellas mujeres comunes de mediados del siglo XX, trabajadoras jóvenes que no tuvieron a quien quisiera relatar sus vidas, preocupaciones y expectativas.
Michèle Audin construye en La señorita Haas una hermosa y potente novela coral con las vidas de trece mujeres, anónimas aunque con un mismo apellido, Haas, y un mismo espacio-tiempo: la Francia que, entre 1934 y 1941, se adentra en la radicalización y el ascenso del fascismo, la Segunda Guerra Mundial y la deportación de judíos a los campos de exterminio. Como ya hiciera en su magistral Una vida breve (Periférica, 2020), Audin se sirve de la memoria y de la crónica veraz combinándolas con una poderosa inventiva formal.
En las páginas de Azami, la primera novela de una pentalogía, Aki Shimazaki habla de una familia como muchas otras, retratando sentimientos íntimos, relaciones rotas vividas en las sombras y mentiras. Mitsuo Kawano, de treinta y seis años, divide su tiempo entre su familia y su trabajo como redactor en una revista de actualidad, y para compensar la inexistente vida sexual con Atsuko, la madre de sus hijos, frecuenta un lujoso club. Allí, se encontrará con la hermosa y misteriosa Mitsuko, excompañera de clase, que fue su primer amor secreto. Los recuerdos resurgen y pronto empieza una relación entre los dos en la que Mitsuo redescubre una pasión inesperada y que lo abarca todo. Sin embargo, el aparente equilibrio entre la vida cotidiana y los encuentros furtivos está destinado a resquebrajarse…
En 1821, Johann Christian Woyzeck mata a puñaladas a la viuda Johanna Woost, y es ajusticiado tras una larga controversia en torno a su salud mental. Este crimen inspiraría a Georg Büchner para escribir, en 1836, la que consideramos la primera obra de teatro contemporáneo, Woyzeck. En su celda, mientras la luz recorre las paredes, Woyzeck recuerda: los años, los días, las horas que precedieron a su crisis, alimentada por un amor loco por su amante, la viuda Woost, a la que apuñaló en plena calle, a la vista de todos los transeúntes. Vadeando los torturados recuerdos que se agolpan en su cabeza, el propio asesino encarcelado busca darle sentido a su experiencia en un rompecabezas de locura, deseo, crimen y culpa. Con la Europa de principios del siglo XIX como marco, W. pinta un descarnado y certero autorretrato del hombre moderno que apenas empezaba a dar entonces sus primeros pasos. Un hombre que se esfuerza por poner en pie los acontecimientos de su caótica vida, que se aferra a lo poco que entiende de este mundo tras innumerables traumas y pesadillas.
Hay novelas que se anclan en un contexto histórico, social y cultural muy específico y, aun así, viajan bien a otras culturas; novelas que nos abren una ventana a mundos lejanos y desconocidos y que al mismo tiempo nos cuentan historias que nos interpelan, tal vez porque tratan temas universales que trascienden las fronteras culturales. Una de ellas es Frutos salvajes de la china Sheng Keyi.
Xiaohan es la narradora de esta novela, una joven periodista de orígenes campesinos de la región sureña de Hunan que rememora la historia de su familia. Lo hace con cierta distancia irónica y con una buena dosis de humor negro, a pesar de que (o tal vez porque) muchos de los sucesos que narra son realmente dramáticos. Entramos en su familia a través del retrato de los más cercanos: un abuelo ludópata que le enseña caligrafía, un padre despótico y maltratador, una madre sumisa pero que la apoya en sus estudios, un hermano expresidiario, otro hermano intelectual que se involucra en los sucesos de Tiananmén, una hermana que pasa del maltrato paterno al marital. Este núcleo familiar va creciendo a lo largo de la novela a base de enlaces matrimoniales, aventuras amorosas, amistades y descendencia, lo que permite a la narradora mostrarnos, a través de historias entrelazadas de las distintas generaciones, la cara íntima de la China de los últimos sesenta años.