Erika Ewald es una muchacha vienesa soñadora, con alma de artista, que enseña piano y que lleva una existencia rutinaria, sin secretos ni sorpresas, a no ser por los momentos que pasa con un joven violinista con quien comparte la pasión por la música.
"Dejar de leer es la muerte instantánea. Sería como vivir en un mundo sin oxígeno."
Al acercarnos a algunas de sus lecturas preferidas, Rosa Montero nos sumerge en un mundo literario propio, íntimo y universal al mismo tiempo, formado por grandes historias, heroes valientes, monstruos memorables, jóvenes misteriosos o malvados geniales.
En el relato que inaugura la colección, «Anverso», Maureez Samson, una joven de Rodrigues (Mauricio), deberá afrontar el duelo tras la desaparición de su padre en el mar; la violencia, cuando su padrastro intenta violarla, y la realidad del convento en el que decide refugiarse, hasta que su don para la música le permita encontrar una razón para vivir. En «Camino de luz», una adolescente embarazada y un chico discapacitado huyen de un campo de niños esclavos creado por los «revolucionarios» marxistas de Perú. «La pichancha» narra las andanzas de unos chavales de la frontera entre México y Estados Unidos que atraviesan las alcantarillas para visitar el paraíso prohibido. En el cuento que da título a este libro, un joven inmigrante no vive más que por el amor a su familia, que se ha quedado al otro lado del mar, en Tata. ¿Sobrevivirán estos inolvidables héroes en un mundo de duras leyes y acerada modernidad?
La historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza, en el escenario de un pueblecito portuario del Caribe y a lo largo de más de sesenta años, podría parecer un melodrama de amantes contrariados que al final vencen por la gracia del tiempo y la fuerza de sus propios sentimientos, ya que García Márquez se complace en utilizar los más clásicos recursos de los folletines tradiciones.
Florentino Ariza? no había dejado de pensar en ella un solo instante después de que Fermina Daza lo rechazó sin apelación después de unos amores largos y contrariados, y habían transcurrido desde entonces cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días. Ambientada entre 1880 y los años treinta en una ciudad portuaria innombrada pero que se ha identificado con la legendaria Cartagena colombiana, donde Gabriel García Márquez escribiera sus primeros textos, la apasionada historia que aquí se cuenta está entre las más recordadas de la literatura contemporánea. En una sociedad enfrentada entre el convencionalismo y la vanguardia, la costumbre y el progreso científico, el romance de Florentino Ariza y Fermina Daza está destinado a permanecer en la memoria de sus lectores en un tiempo idílico.
«La voz garciamarquiana alcanza aquí un nivel en el que resulta a la vez clásica y coloquial, opalescente y pura, capaz de alabar y maldecir, de reír y llorar, de fabular y cantar, de despegar y volar cuando es necesario.»
Thomas Pynchcn, The New York Times
La historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza, en el escenario de un pueblecito portuario del Caribe y a lo largo de más de sesenta años, podría parecer un melodrama de amantes contrariados que al final vencen por la gracia del tiempo y la fuerza de sus propios sentimientos, ya que García Márquez se complace en utilizar los más clásicos recursos de los folletines tradicionales. Pero este tiempo -por una vez sucesivo, y no circular-, este escenario y estos personajes son como una mezcla tropical de plantas y arcillas que la mano del maestro modela y fantasea a su placer, para al final ir a desembocar en los territorios del mito y la leyenda. Los zumos, olores y sabores del trópico alimentan una prosa alucinatoria que en esta ocasión llega al puerto oscilante del final feliz.