EL GRAN CLÁSICO DE LA NOVELA GRÁFICA,
en su edición definitiva
Persépolis nos cuenta la revolución islámica iraní vista desde los ojos de una niña que asiste atónita al cambio profundo que experimentan su país y su familia, mientras ella debe aprender a llevar el velo. Intensamente personal y profundamente político, el relato autobiográfico de Marjane Satrapi examina qué significa crecer en un ambiente de guerra y represión política.
«Es paradójico, la sensibilidad sin valentía es solo egoísmo que carcome. En Madrid puedo creer que soy mejor. Allí no tengo pasado, o si lo tengo, es una maraña que aparece cuando abro la boca y se define en el imaginario de la persona con quien converso. ¿Cómo serán mi casa, mi familia y mis amigos en ese lugar que no conozco?»
Macarena deambula por las presiones de la adultez y las convenciones de la clase media limeña de manera absorta, como si fueran los deberes y responsabilidades de otras personas.
Los trabajos obligados y las desventuras cotidianas, como la depresión y la migraña, se subliman a través de su mirada, que tiende al spleen, pero también a encontrar símbolos donde los demás solo ven objetos.
Viajar a Madrid a estudiar una maestría se vuelve, en ese contexto, una salida perfecta, una fuga hacia adelante, pero también el encuentro con lo que sí importa y exige decisiones: el amor y la escritura.
Algunas historias difuminan o emborronan su origen. A partir de ahí la vida se contempla y se completa con pequeños y grandes detalles que batallan en el día a día. Una joven profesora reinicia su vida en una nueva casa, lejos de otra época, probablemente acompañantes de otro hogar. Pero no está sola. Esa contemplación es compartida por el trasiego y la quietud, las miradas y los silencios de dos especiales, una perra y un gato. A través de ellos esa nueva vida se construye y quizá, al final, todo tenga un sentido. Un tríptico de equilibrios, un mecanismo de precisión, un origami de delicadeza en una historia híbrida que muestra la magnífica calidad de la escritora sevillana SARA MESA. El texto cuenta con un lujo indispensable: el personalísimo proyecto gráfico de PABLO AMARGO, Premio Nacional de Ilustración y un genio.
Impresionante ópera prima de Valentine Cuny-Le Callet.
Perpendicular al sol cuestiona con una emoción desbordante la brutalidad del sistema penitenciario y relata una insólita amistad surgida en una celda de 5m2.
En 2016, con tan solo diecinueve años, Valentine Cuny-Le Callet inicia un intercambio epistolar con Renaldo McGirth. Condenado a muerte por un crimen cometido a sus dieciocho años, Renaldo lleva encerrado más de una década en el corredor de la muerte en una prisión de Florida.
De todas sus cartas, de las imágenes que intercambian, de las visitas, nace este relato de sus vidas paralelas. Pero Perpendicular al sol no es solo una narración epistolar sobre la amistad inesperada que nace entre la artista francesa y el joven afroamericano, es además una reflexión profunda y crítica sobre la pena de muerte y el sistema penitenciario norteamericano, sobre la desigualdad social y cultural, el racismo sistémico, la negritud representada en el arte y, en última instancia, la esperanza de redención.
En el somnoliento pueblo de Fairhill nunca pasa nada.Los adolescentes se pierten contando historias de terror en el antiguo cementerio. Los padres confían en que sus hijos llegarán a casa del colegio sanos y salvos. Todos se conocen. Nadie vigila detrás de los visillos. Las puertas no se cierran con llave.
Pero esta mañana todo eso va a cambiar.Porque Diana Brewer no está durmiendo dulcemente en su cama. Su cuerpo yace sin vida en un campo de heno rodeado de buitres.
Así de rápido una chica se convierte en un fantasma. Y así una ciudad de rostros familiares y amables se transforma en un nido de sospechosos, en un lugar de miedo y paranoia.
Alguien de Fairhill lo hizo. Todos quieren respuestas.
Y una pregunta inocente podría ser mortal.
Somos muchos los que consideramos a María Moreno la mejor cronista argentina de todos los tiempos y una de las voces documentales más lúcidas de la lengua, entre otras hiperboles razonables".Desde el futurismo radical de la omnipresente Virginia Woolf hasta el misterio intacto que sobrevive al suicidio de Alfonsina Storni. El amor por Chile, con la grafía exaltada de la oda a Gabriela Mistral, a Pedro Lemebel, a Raúl Zurita. Como el, María Moreno atestigua "Yo vi a las mejores mentes de mi generación…