La joven psicóloga Lis de la Serna regresa a su Cantabria natal para ocupar el puesto de jefa del área de salud mental en la residencia Santa Teresa. Regentada por la congregación de las Carmentalias y ubicada entre los acantilados de Comillas, Lis ya estuvo allí cuando el suicidio de su pareja la llevó a internarse en el centro. Pero, ahora que piensa que sus problemas han quedado atrás y que puede empezar de cero, no sospecha que el engaño, la traición y el asesinato acechan entre las paredes de la institución. Cuando descubre las extrañas circunstancias que rodean a una muerte que tuvo lugar allí, Lis se adentra en un mundo peligroso donde imperan el secreto, la dominación y el crimen. ¿Podrá enfrentarse a la verdad que esconde la residencia Santa Teresa y salir indemne?
En su primera novela, Paloma Rivas, psicóloga sanitaria y neuropsicóloga de profesión, ha construido un escalofriante thriller psicológico plagado de sorpresas que llevará a los lectores a explorar los rincones más oscuros de la mente.
Un avión secuestrado estalla a gran altura sobre el canal de la Mancha. Dos supervivientes caen al mar: Gibrel Farishta, un legendario galán cinematográfico, y Saladin Chamcha, el hombre de las mil voces, autodidacta y anglófilo furibundo. Consiguen llegar a una playa inglesa y notan unos extraños cambios: uno ha adquirido una aureola y el otro ve con horror cómo crece el vello de sus piernas, los pies se le convierten en cascos y las sienes le abultan... Los versos satánicos es la novela más célebre, iconoclasta y polémica de Salman Rushdie. Una referencia ineludible de la literatura de nuestro tiempo.
Un avión secuestrado estalla a gran altura sobre el canal de la Mancha. Dos supervivientes caen al mar: Gibrel Farishta, un legendario galán cinematográfico, y Saladin Chamcha, el hombre de las mil voces, autodidacta y anglófilo furibundo.
Consiguen llegar a una playa inglesa y notan unos extraños cambios: uno ha adquirido una aureola y el otro ve con horror cómo crece el vello de sus piernas, los pies se le convierten en cascos y las sienes se abultan...
Vera, Sara y Alexander eran inseparables. Siendo adolescentes, habían establecido un vínculo especial, una amistad inquebrantable; habían trenzado sus vidas con nudos en apariencia irrompibles. ¿Por qué entonces, en la actualidad, Sara se siente sola? ¿Por qué los veranos en el lago ya no son tan mágicos como en algún momento fueron?
Una noche, en medio de una rave ilegal en una casa de campo de Yorkshire, un joven es agredido de forma brutal con un lingote de oro. ¿Qué hace allí un grupo anarquista radical? ¿Qué relación tiene con los hechos el banquero propietario de la finca? ¿Quién es el agresor y cuáles sus motivos? ¿Y qué hace un lingote de oro ahí abandonado como si no tuviese valor alguno?
Este incidente y las preguntas que desencadena son el punto de partida del reportaje que escribe Hannah, una joven periodista freelance de izquierdas que anda con el agua al cuello. Sin embargo, el revuelo que genera el texto —pronto convertido en serie de televisión— va a cambiar su suerte, y también la de la famosa y polémica columnista conservadora Miriam «Lenny» Leonard, contraria a todo lo que huela a woke y a discriminación positiva, en horas bajas tras el fiasco de su primer libro.
¿Qué ocurre con la carrera de grandes artistas y atletas cuando llegan a la vejez? ¿Alcanzan una serenidad renovada o sucumben al tormento? A medida que nuestro cuerpo y nuestra mente se deterioran, ¿cómo seguir adelante?
Geoff Dyer reflexiona sobre las secuelas del paso del tiempo y se fija en los últimos días de grandes escritores, pintores, futbolistas, músicos y estrellas del tenis (sí, también Roger Federer). Con un tono mordaz y una lucidez inigualables, Dyer nos acerca a momentos críticos de genios que cedieron física o mentalmente cuando sus carreras alcanzaron la cúspide o que se reinventaron desafiando las convenciones. Entre su exquisita selección, Dyer nos confía el deterioro mental de Nietzsche, los nuevos sonidos que Dylan encontró tras una crisis creativa, las últimas pinturas con cierto aire abstracto de Turner, la brillante pluma de Jean Rhys en su madurez y los mágicos cuartetos finales de Beethoven.