Se llamaba Sheindla-Sura Leibova Salomoshak-Bluwstein, aunque la historia la recuerda por su apodo: «Soñka, manos de oro». Había nacido en Varsovia en 1846, y a finales del siglo xix se convirtió en una leyenda por sus ingeniosas maneras de estafar. Ocupó las portadas de los diarios más leídos de la época: la llamaban «Diablo con falda», «La versión femenina de Robin Hood» o «La zarina del crimen». Engañaba y robaba a los hombres ricos en los hoteles de Odesa, Moscú y San Petersburgo, en las joyerías y en los trenes. La atraparon en 1888, y cumplió condena en la isla de Sajalín. Se decía que quien entraba allí jamás regresaba: así ocurriría con Soñka, que murió en prisión en 1902.
Pero antes hubo un juicio. Un juicio polémico y popularísimo en su tiempo, cuando Soñka —manos de oro— evocó la historia de su vida: una memoria bien diferente a aquella que la prensa había divulgado sobre ella.
El escritor don Guillermo Bogarín sonríe satisfecho al pensar en el selecto grupo que ha logrado reunir: ha merecido la pena el trabajo dedicado durante meses a preparar ese tour por Europa. Apenas quedan dos días para el 25 de septiembre de ese año 1893 para que esos nueve viajeros partan de la estación de Lyon en París para recorrer, durante casi dos meses, parte de la Italia recién unificada, algunos territorios de Austria-Hungría y ciertos lugares de las nuevas fronteras del Imperio alemán. Son el arquitecto Jacobo Figueroa y su amigo, el ambicioso empresario Juan Álvarez-Caballero; el intransigente pintor impresionista Ferdinand Mercier, su buena amiga Jeanne Leroy, empresaria teatral de éxito tras la muerte de su marido, a quien acompaña su sobrino, el inconstante Henri Collet; la condesa rusa Karimova; la señora Dupont, propietaria junto a su marido de una editorial de música y promotora de jóvenes talentos de este arte, y Clara Balaguer, virtuosa violinista y una de sus representadas.
En Sostener el cielo, Cixin Liu nos lleva a través del tiempo y del espacio. De una comunidad rural en las montañas, donde unos estudiantes tienen que recurrir a la física para prevenir una invasión alienígena, a las minas de carbón de la región septentrional de China, en las que una nueva tecnología podría llegar a salvar vidas o a desatar un incendio que arderá durante siglos. De una época muy parecida a la nuestra, en la que ordenadores de supercuerdas predicen todos nuestros movimientos, a dentro de diez mil años, cuando la humanidad al fin haya conseguido empezar de cero. Y también hasta el mismísimo final del universo.
Lisboa, 1938. La opresiva dictadura de Salazar, el furor de la guerra civil española llamando a la puerta, al fondo el fascismo italiano. En esta Europa recorrida por el virulento fantasma de los totalitarismos, Pereira, un periodista dedicado durante toda su vida a la sección de sucesos, recibe el encargo de dirigir la página cultural de un mediocre periódico, el Lisboa. Pereira tiene un sentido un tanto fúnebre de la cultura: prefiere la literatura del pasado, dedicarse a la elegía de los escritores desaparecidos, preparar necrológicas anticipadas. Necesitado de un colaborador, contacta con un joven, Monteiro Rossi, quien a pesar de haber escrito su tesis acerca de la muerte está inequívocamente comprometido con la vida. Y la intensa relación que se establece entre el viejo periodista, Monteiro y su novia Marta, cristalizará en una crisis personal, una maduración interior y una dolorosa toma de conciencia que transformará profundamente la vida de Pereira.
En esta novela, Tabucchi ha conseguido crear un inolvidable personaje que sin duda dejará una profunda huella en el lector, Pereira. Y con la historia de este periodista, Tabucchi nos ofrece también una espléndida historia sobre las razones de nuestro pasado que pueden ser perfectamente las razones de nuestro incierto presente.
¿Cómo alguien con tan mala suerte en sus relaciones puede ser la reencarnación de la diosa del amor, la sensualidad y la belleza?
Tras pillar a su novio poniéndole los cuernos, Paula se va de crucero con su amiga Mónica por las Islas Griegas. En el templo de Apolo en Delfos, un hippy que lleva un cuervo en el hombro, fuma mucha marihuana para dispersar las visiones y asegura ser el oráculo le revela que ella es la reencarnación de Afrodita, la diosa del amor.
En ese momento, Paula iniciará una alocada aventura en la que se cruzará con otros dioses griegos reencarnados como Ares, Hermes o Zeus, además de luchar contra los malvados Hefesto y Eris. Paula deberá encontrar la forma de ser amada genuinamente sin usar sus poderes… ¿Lo logrará?
Soy Afrodita es una novela disparatada y divertida que se sirve de la fantasía para hablar de temas reales y de actualidad: desde la falta de autoestima a la soledad, pasando por las relaciones tóxicas; todo ello aderezado con grandes dosis de salseo, tanto actual como mitológico.
¿Te atreves a descubrir a tu diosa interior?
Única, entrañable, divertida y antirromántica:
ALBALEZ, «una Mafalda del siglo XXI» (Pilar Martín,EFE)
«Irónica, inteligente y mordaz. Las viñetas de Albalez son como la vida misma... pero mejor.»
Elísabet Benavent
Albalez es millennial, pero no puede con la vida moderna. De hecho, está convencida de que la Tierra es su planeta de adopción y que en su planeta de origen, el biológico, no se madruga, ni se trabaja, y desde luego no existen los lunes. Para sobrevivir aquí, ¿qué mejor que Netflix, la pizza y las amigas, aunque estas a menudo le provoquen daños degenerativos con esos líos que se traen con el amor? Porque si de algo está convencida, por encima de todo, es que el amor romántico no existe.
Irene G. cierra algunas de sus heridas con este nuevo poemario, sin dejar de ser mujer rota que nada en su propia sangre templada, enfrentándose al duelo del abandono, de la pérdida, del descenso a las profundidades de la soledad, con la sed de una mujer que anhela matar el miedo, y una nueva vida hecha de pedacitos de vida. Con la experiencia de una poeta con oficio, la autora logra a través de su escritura sumergirse más y más hacia los fondos marinos, y conducir a quien lee entre las algas, dejándole la angustia propia de la falta de respiración, del silencio de las aguas. Sin embargo, deja un atisbo de luz hacia la superficie, porque la felicidad es una niña sin nombre, y la inquietud de las mariposas puede llegar a buscar refugio en las costillas de quien ha luchado con los puños y los dientes apretados. Las heridas de Irene G. escuecen por su crudeza, pero están hechas del mismo material que las de nuestras ausencias y nuestros fracasos. Por eso, nos invita a intuir el precipicio, a volar de memoria, a mirar a las flores para entender el amor y a esperar en la orilla para renacer con la siguiente ola. No habrá forma de resistirse a adentrarse en su mar.
Una plaga ha acabado con la humanidad. El único superviviente que no se ha convertido en vampiro es Neville, que de día caza muertos vivientes dispersos entre las ruinas de la civilización y de noche debe atrincherarse ante el asedio de una legión sedienta de sangre humana. Escrita en 1954, Soy leyenda se ha consagrado como una obra maestra por su impacto en la cultura popular y su influencia en la literatura de terror y ciencia ficción. A través de una técnica tan inquietante como la trama, las ilustraciones de Jorge González no solo captan sino que amplifican este clásico sobre la soledad, el aislamiento y el instinto tan humano de supervivencia que persiste en circunstancias inesperadas ―o repentinamente previsibles en el momento de publicarse esta edición― como un nuevo orden postapocalíptico.
Un clásico del terror, ahora en formato novela gráfica.
Robert Neville es el único superviviente de un despiadado virus que ha asolado el planeta, convirtiendo al resto de la humanidad en vampiros. Su existencia —depresiva y crepuscular— se ha reducido a combatir a estos seres sanguinarios, quienes tratan desesperadamente de darle caza, ya que, para ellos, él es el verdadero monstruo.
Todo un clásico en su género, éste es un perturbador relato sobre la soledad y el aislamiento y una reflexión sobre los binomios como normalidad y anormalidad, bien y mal, que se evidencian como una mera convención derivada del temor y el desconcierto ante lo diferente.
Sergio Hernández y Toni Caballero (Backhome, Planeta Manga), reimaginan el clásico de terror de Richard Matherson con un estilo pop repleto de colores y eclecticismo.
Soy Leyenda está considerada la mejor novela de vampiros del siglo XX y ha inspirado tres películas, la más reciente, protagonizada por Will Smith.