El coronel no tiene quien le escriba fue escrita por Gabriel García Márquez durante su estancia en París, donde había llegado, a mediados de los cincuenta, como corresponsal de prensa y con la secreta intención de estudiar cine. El cierre del periódico para el que trabajaba le sumió en la pobreza mientras redactaba en tres versiones distintas esta excepcional novela, que luego fue rechazada por varios editores antes de su publicación.
Tras el barroquismo faulkneriano de La hojarasca, esta segunda novela supone un paso hacia la ascesis, hacia la economía expresiva, y el estilo del escritor se hace más puro y transparente. Se trata también de una historia de injusticia y violencia: un viejo coronel retirado va al puerto todos los viernes a esperar la llegada de la carta oficial que responda a la justa reclamación de sus derechos por los servicios prestados a la patria. Pero la patria permanece muda...
El corredor es un alarido de metal y literatura cuya virtud primordial es llevar al lector a un paroxismo, a esa exaltación propia de los derviches y pilotos cuyos bólidos están avizorando, en fracciones de segundo, la pared donde habrán de estrellarse, el fuego donde serán desgarrados por engranajes y ángulos enfurecidos. Alejandro Vázquez Ortiz ha logrado escribir un mecanismo narrativo cromado, con varias capas de pintura, donde conviven la violencia y la desesperación, donde el vértigo y el vacío son las únicas certezas. Aceite quemado, autopistas interminables que brillan en el desierto como pistones al rojo vivo, un terraplén de grava y concreto habitados por automóviles, sangre y dolor. Esta novela no es ajena a un fetichismo, no es ajena a nosotros, humanos al borde de todo. Y eso es lo que la vuelve memorable.
En las fronteras del Imperio se extiende una provincia desnuda y mineral donde el frío, la escarcha y el ritmo lento de los largos inviernos parecen adormecer a los habitantes de un pequeño pueblo.
Una mañana, el párroco es descubierto con la cabeza aplastada por una piedra. ¿Cuál fue la naturaleza del crimen? ¿Quién podía tenerle tanto rencor en una ciudad donde, hasta entonces, las comunidades religiosas habían vivido en armonía?
La investigación es confiada a Nurio, el policía que demasiado a menudo se deja llevar por sus pasiones y que desprecia a Baraj, su adjunto, un gigante distinguido con alma de poeta. Pero ¿tiene interés el Imperio en que se descubra al verdadero asesino? Cuando se abusa de los pueblos y los Estados, ¿cómo se escribe o se reescribe la Historia? ¿Y qué pueden hacer los seres humanos ante su impetuoso curso?
¿Cuáles son los sabores que quedan grabados en nuestra memoria?
Los recuerdos vuelven a Julien a fuego lento ahora que debe despedirse de su padre. De él heredó su pasión por la cocina, aunque teme que ya nunca sabrá por qué, siendo uno de los chefs más talentosos, Henry no quiso que su hijo siguiera sus pasos. Tampoco hablaron jamás de por qué la madre de Julien los abandonó de manera repentina, ni de qué fue del apreciado cuaderno de recetas donde el chef guardaba los secretos de sus platos.
Ese cuaderno obsesiona a Julien y está decidido a encontrarlo. Entre sus páginas se esconden los sabores y aromas que marcaron su infancia, pero lo que él no puede imaginar es que su búsqueda podría develar muchos más secretos que los culinarios.
«Soy Maya Vidal, diecinueve años, sexo femenino, soltera, sin un enamorado, por falta de oportunidades y no por quisquillosa, nacida en Berkeley, California, pasaporte estadounidense, temporalmente refugiada en una isla al sur del mundo. Me pusieron Maya porque a mi Nini le atrae la India y a mis padres no se les ocurrió otro nombre, aunque tuvieron nueve meses para pensarlo. En hindi, maya significa "hechizo, ilusión, sueño". Nada que ver con mi carácter. Atila me calzaría mejor, porque donde pongo el pie no sale más pasto.»
«Esta Maya me ha hecho sufrir más que ningún otro de mis personajes. En algunas escenas le habría dado unas cachetadas para hacerla entrar en razón, y en otras la habría envuelto en un apretado abrazo para protegerla del mundo y de su propio corazón atolondrado.»
En el cajón de un escritorio de su casa de Roma la autora halla pertenencias de los antiguos dueños: sellos, un diccionario, la foto de tres mujeres y un cuaderno con el nombre de «Nerina». Como una poeta clásica o medieval o una artista del Renacimiento, la mujer sin apellido escapa a la historia y la geografía. Apátrida, políglota, culta, escribe versos sobre sus días en Roma, Londres, Calcuta y Boston, sobre el mar, su familia o las palabras. En estos poemas cotidianos Jhumpa Lahiri vislumbra una identidad. La escritora se convierte en lectora e incluso invoca la intervención de una misteriosa erudita para ordenar ese ovillo de estrofas y vidas que no son las suyas, pero que podrían ser las nuestras.
Reconocida como la obra más emblemática de Doris Lessing, testimonio clave sobre la condición femenina y crónica de una generación, El cuaderno dorado relata la profunda crisis vital de la escritora y militante comunista Anna Wulf.Anna Wulf es una novelista y madre divorciada que padece estancamiento creativo. Para escapar de la desesperación que la invade empieza a anotar sus vivencias en cuatro cuadernos de colores: «un cuaderno negro, en el que está Anna Wulf, la escritora; un cuaderno rojo, dedicado a la política; uno amarillo, en el que escribo historias que proceden de mi experiencia, y un cuaderno azul que intenta ser un diario».
El cuarto de atrás, Premio Nacional de Narrativa en 1978, es un libro de memorias, un ensayo literario y una novela hilvanada de relatos, nacidos de una larga e íntima conversación de la autora consigo misma.
Durante una noche desapacible de insomnio, C, la escritora protagonista de esta historia (alter ego de la propia Carmen Martín Gaite), recibe la visita de un misterioso desconocido con el que mantendrá una larga conversación en el cuarto de atrás de la vivienda. En ese diálogo, la autora comparte recuerdos de infancia y de juventud, así como personales reflexiones acerca del oficio de escribir, la opresiva condición de ser mujer en la España de posguerra o sus ideas acerca de la memoria, el amor y la búsqueda de la identidad.
Cuando James Baldwin presentó por primera vez el manuscrito de El cuarto de Giovanni a su editor, este no solo lo rechazó, sino que le aconsejó quemarlo. La novela narraba la historia de un trágico triángulo amoroso, rebosante de deseo, pasión y arrepentimiento.
Su publicación en 1956 provocó un gran escándalo entre la sociedad biempensante estadounidense y rompió más de un tabú: Baldwin era un escritor negro que escribía sobre el amor entre dos hombres blancos. De inmediato se convirtió en una obra de culto. Hoy es considerada una de las obras fundamentales de la literatura queer y una de las grandes novelas norteamericanas del siglo xx. David es uno de los muchos estadounidenses que pululan por el París bohemio de los años cincuenta, adonde se ha mudado para «encontrarse a sí mismo».