"Un manga histórico en todos los sentidos de la palabra que, según palabras de Frank Miller, ""te transporta a otro tiempo y a un país extraño, terrorífico, devastado y gris. Koike y Kojima narran e ilustran con maestría el retrato de un hombre, un niño y un país en su camino al infierno."
Anhelas servir a Dios con gracia y fuerza, y reflexionas sobre Cristo en cada palabra y cada acto; sin embargo, te encuentras continuamente luchando por hacer que esa visión cobre vida en tu diario caminar. En nuestro centro, cada una de nosotras somos una “hermana retorcida” en cuyo interior batallan constantemente la carne y el espíritu para obtener el control. Nos vemos afligidas por una desconexión crónica entre nuestro deseo de ser buenas niñas para poner a Jesús primero y nuestra realidad de niñas malas que hace desbordar nuestros pensamientos y Lo alejan de nuestro camino.
En Ten un espíritu como el de María, Joanna Weaver dirige tu mirada más allá de tus propios defectos hacia el Dios que está listo, dispuesto y es capaz de convertirte en una nueva mujer. Joanna te equipa con conocimientos bíblicos y herramientas prácticas para unirte a Cristo, invitándolo hacia los lugares oscuros de tu alma, dándole plena autorización para redimir y renovar. En una extracción de las historias bíblicas de Marías (María, la madre de Jesús; María, la hermana de Martha, y María Magdalena) y otras cuyas experiencias con Dios transformaron sus vidas, Joanna te dirige hacia una transformación personal duradera... un cambio en las profundidades de tu alma que resulte en una completa renovación, de adentro hacia afuera.
Mayormente, lo que Dios hace es amarte.
Si pudiéramos creerlo, en verdad creerlo, ¿qué tan distintos seríamos? ¿Qué tan diferente sería nuestra vida? ¿Qué tanto alteraría nuestro mundo? Si alguna vez has batallado con tu conexión con Dios (¡o incluso si acaso te sientes conectado con alguna fe!), no estás solo. Sobre todo en nuestro mundo moderno, con su incesante e infinito ciclo de noticias, todos nos debatimos con preguntas así. ¿Lo hacemos solos, con desesperanza y resignación? ¿O le buscamos sentido en Dios, con esperanza? En estos tiempos inciertos, ¿creer en el poder del amor divino es lo que podría tener más sentido?