Vivimos en un momento muy interesante. En el aspecto material, este es el mejor momento que hemos vivido como sociedad, somos más libres que nunca, más sanos y más ricos que cualquier otra época en la historia de la humanidad. Sin embargo, de alguna manera, todo parece estar irreparablemente destruido: el calentamiento global, los gobiernos se equivocan constantemente, las economías colapsan y todo mundo se siente perpetuamente ofendido en Twitter. En este momento de la historia, en el que tenemos acceso a la tecnología, a la educación y a las comunicaciones, a la que nuestros antepasados ni siquiera podían soñar, muchos de nosotros nos sentimos desesperanzados.
En Vida de este chico, Tobias Wolff narra sus recuerdos de niño y adolescente, cuando, divorciados sus padres, recorría con su madre con la que formaba una auténtica «pareja telepática» las carreteras de Estados Unidos de un lado a otro del país.
Toby o Jack, como le gusta llamarse a sí mismo en homenaje a su adorado Jack London absorberá entre mapas, whisky, peleas a puñetazos, amistades y traiciones, la esencia de esa América de los años cincuenta que marcará irremediablemente su juventud. Una juventud con toques minimalistas y dickensianos a un tiempo y que sirve aquí a su autor para trazar con humor y ternura el retrato de un tiempo pasado en el espejo de su propia imagen.
Charlotte Salomon, pintora alemana de origen judío, abandona Berlín tras una relación amorosa que dejará en ella una huella definitiva. Huyendo de los nazis, se refugia en el sur de Francia junto a sus abuelos, quienes custodian un secreto que Charlotte no debe conocer. Allí compone su fascinante autobiografía, una obra única que, ya acechada por el peligro, decide poner a buen recaudo en una maleta que entrega a su médico, a quien confiesa: «Es toda mi vida».