Considerada una de las escritoras más visionarias y canónicas, y alabada como «la mejor narradora de nuestra era», Margaret Atwood regresa al terreno de la ficción con Perdidas en el bosque, una colección de quince historias en las que la mítica autora de El cuento de la criada aborda -con su acostumbrado ingenio, mordacidad, imaginación y talento para subvertir el orden establecido- las relaciones familiares, el matrimonio, la pérdida y el significado de vivir en pareja.
Teñidos de una fuerte intensidad nostálgica, todos los relatos nos ofrecen una visión sincera, apasionante e inequívocamente autobiográfica de las minucias de la vida. Desde los protagonizados por el matrimonio formado por Tig y Nell, que forman una novela mosaico, hasta «Morte de Smudgie», sobre la muerte de un gato, pasando por «Mi maléfica madre», que sigue una relación entre madre e hija a través de los años y muestra cómo y por qué muchas personas acaban siendo como sus padres, «La entrevista post mortem», que contiene una improbable conversación entre la autora y su admirado George Orwell, con quien se encuentra a través de una médium en trance o «Muerte a golpe de concha», en la que Hipatia de Alejandría cuenta su propia ejecución.
A pesar de que la mujer tuviera un lugar preferente en el siglo XVIII, apenas se ha conservado dignamente la obra poética escrita por mujeres. Esta antología continúa el camino que se inició con los dos primeros volúmenes de POÉTICAS, que corresponden a los siglos XVI y XVII, porque el olvido a las escritoras se han producido durante toda la historia, y pretendemos recuperar parte de la literatura antes de perderla sin remisión. Sor Gregoria Francisca de Santa Teresa Sor Ana de San Joaquín Teresa Guerra Doña María Josefa de Rivadeneyra Ana Verdugo y Castilla Chicaba María Nicolasa de Helguero y Alvarado María Joaquina de Viera y Clavijo María Gertrudis Hore Rafaela Hermida Jurquetes Xosefa Xovellanos Ana María Espinosa y Tello Clara Jara de Soto Margarita Hickey María Rosa de Gálvez
La lucha de un hombre anciano por hacer las paces con su vida.
A Bo se le acaba el tiempo y, a la vez, tiempo es una de las pocas cosas de las que dispone. El cuerpo le falla, su mujer tuvo que ingresar en un centro para personas con demencia y su tranquila existencia solo se ve alterada cuando le visitan sus cuidadoras. Afortunadamente, todavía disfruta de la compañía de su amado perro Sixten.
Cuando su hijo insiste en que el perro debe mudarse, la amenaza de perderlo despierta en el viejo Bo un torbellino de emociones que le hará recordar su vida, replantearse la relación con su hijo y la forma en que expresa su amor.