Un conjunto de apuntes autobiográficos que abarcan la geografía escrita de su vida de 1942 a 1972. Lo más parecido a una autobiografía del autor.
Aunque Truman Capote no llegó a escribir su autobiografía, los textos que componen Los perros ladran son lo más parecido a ello de que disponemos. Constituyen, en palabras del autor, «un mapa en prosa, una geografía escrita de mi vida desde 1942 hasta 1972». Y es que, al principio de su carrera, Capote tuvo una existencia errante que le llevó por Italia, España, Tánger, Haití: sus apuntes sobre esos lugares, junto con sus impresiones de la Nueva Orleans y Nueva York de su infancia y adolescencia, bajo el rótulo Color local, dibujan, con pinceladas impregnadas de una peculiar poesía, una perspectiva poco conocida del autor. Por sus páginas desfilan personajes distinguidos, como André Gide, Cecil Beaton, Colette o Greta Garbo, y también otros anónimos, aunque igualmente antológicos.
Se llamaba Sheindla-Sura Leibova Salomoshak-Bluwstein, aunque la historia la recuerda por su apodo: «Soñka, manos de oro». Había nacido en Varsovia en 1846, y a finales del siglo xix se convirtió en una leyenda por sus ingeniosas maneras de estafar. Ocupó las portadas de los diarios más leídos de la época: la llamaban «Diablo con falda», «La versión femenina de Robin Hood» o «La zarina del crimen». Engañaba y robaba a los hombres ricos en los hoteles de Odesa, Moscú y San Petersburgo, en las joyerías y en los trenes. La atraparon en 1888, y cumplió condena en la isla de Sajalín. Se decía que quien entraba allí jamás regresaba: así ocurriría con Soñka, que murió en prisión en 1902.
Pero antes hubo un juicio. Un juicio polémico y popularísimo en su tiempo, cuando Soñka —manos de oro— evocó la historia de su vida: una memoria bien diferente a aquella que la prensa había divulgado sobre ella.
Este es un texto sagrado. Este libro contiene poemas de magia y ceremonias —conjuros y cantos—, y también otros que se sirven del símbolo y la intuición para ofrecer un relato distinto de lo que nos precedió. Aquella otra realidad que quizá se conozca pero aún no ha quedado por escrito, que se intuye existente pero todavía por crear. Poemas desde una tradición que nos habla sobre la posibilidad de la ternura y la vulnerabilidad, y que nos brinda un mensaje dicho tanto con las palabras como con el cuerpo. Esa tradición a la que pertenece Conjuros y cantos apela a la expresión del deseo lesbiano, a la historia —en su profundidad del pasado, en su voluntad del relato— del amor entre mujeres, a los encuentros y las conexiones entre lo pagano y lo sagrado, a un espacio colectivo de vivencia y placer.
Sara Torres abrió con Conjuros y cantos un ciclo de escritura que después completaría con Phantasmagoria y El ritual del baño, ambos publicados por La Bella Varsovia; esta edición revisada por la autora ofrece una versión —y una visión— definitiva de esta obra, que ella considera «la más arriesgada y la más segura de sí». Un libro con el que afirmó el nacimiento de un mundo propio, desarrollado también en su obra narrativa: el de Sara Torres, cuyo lenguaje hipnótico y performativo se busca en su genealogía, alumbra —arte de magia— su propio canon.
Antes de que Jack Kerouac se convirtiera en la voz de una generación, La ciudad pequeña, la gran ciudad, su poderoso y conmovedor debut literario, ya capturaba el pulso vibrante de la América de posguerra. Inspirado por el duelo por la muerte de su padre, su infancia en Lowell y movido por la determinación de escribir la Gran Novela Americana, la historia sigue a la familia Martin, en especial a los hermanos Joe y Peter, en su trayecto desde una pequeña ciudad de Massachusetts hasta la bulliciosa Nueva York.
En este cruce de caminos entre lo rural y lo urbano, Kerouac captura la tensión, las esperanzas y las desilusiones de una juventud que busca su lugar en un mundo cambiante. Con una prosa lírica y evocadora, que recuerda a grandes novelistas estadounidenses como Thomas Wolfe, Kerouac traza un retrato íntimo y visceral de una América en plena transformación.
La ciudad pequeña, la gran ciudad no solo es el preludio de la revolución literaria que vendría con En el camino, sino también un testimonio de los primeros pasos de un autor que estaba destinado a romper moldes y a redefinir la narrativa contemporánea. Una obra imprescindible para entender el origen de la sensibilidad Beat y el despertar de una voz que cambió la literatura para siempre.
Omar tiene diez años y pasa los días junto a la ventana, esperando a que su madre vuelva. Hace tanto tiempo que no la ve que ni siquiera sabe si está viva. Su hermano intenta animarlo, pero es incapaz: sin su madre, el mundo se desmorona. Solo le consuela la presencia de Nada, su forma de cogerle la mano, sus ojos celestes.
Nada tiene once años, una vena en la frente que le palpita cuando se enfada y un hermano, Ivo, lo bastante mayor para ser llamado a filas. Nada y Omar son niños en la primavera de 1992, en Sarajevo.
Para alejarlos de la guerra, una mañana de julio un autobús se los lleva contra su voluntad. Si es que la madre de Omar sigue viva, ¿cómo dará con ella? ¿Y si Ivo muere luchando? Mientras viajan por Italia, por carreteras reducidas a escombros, Nada conoce a Danilo, que tiene unas manos cálidas y una familia, a diferencia de ella, y que un día le hace una promesa.
Inspirada en una historia real, Me limitaba a amarte es una novela de formación sobre la pérdida de la inocencia, las heridas con las que cargamos y la imperiosa necesidad de encontrar anclaje y comprensión cuando todo colapsa a nuestro alrededor. Con una escritura precisa y conmovedora, que se inscribe plenamente en la tradición de la gran novela europea, Rosella Postorino indaga en las historias individuales que se ven afectadas por las convulsiones más estremecedoras de la historia colectiva.
En El libro de las hermanas, Amélie Nothomb nos sumerge en un relato sobre los abismos del afecto, el poder devastador de las palabras y la complejidad de las relaciones familiares. Tristane, hija de unos padres atrapados en la burbuja de una pasión mutua en la que no hay espacio para ella, lleva una vida vacía de amor. Su existencia solo se ilumina cuando su hermana pequeña, Laetitia, llega al mundo. A partir de su encuentro, la autora construye una sinfonía íntima y dolorosa que transforma lo cotidiano en un escenario donde amistad y rivalidad conviven con una intensidad sorprendente.
Un relato profundamente humano, y, a su manera, muy cruel, en el que se traza una crónica de los gestos invisibles, las miradas no correspondidas y las emociones sin nombre. Nothomb nos regala una meditación sobre la vida, el amor y la imposibilidad de unos lazos que no se entienden, pero que terminan, sin embargo, por definir nuestro destino.