Junto con Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, podría decirse que Diego Hurtado de Mendoza compuso el trío de autores que inauguró la nómina de los grandes poetas de los Siglos de Oro. Esta nueva edición actualizada ofrece su poesía completa, si bien cuidando de limitar la selección a aquellas obras que, sin duda alguna, pertenecen al poeta granadino, a quien en el pasado se ha atribuido un buen número de composiciones de autoría incierta o muy difícil de probar. Además, se ha optado por acompañar los textos de un aparato crítico completo, así como por conferirles una nueva ordenación por géneros (sonetos, octavas, etc.) con la intención de facilitar el acceso a la obra de Mendoza a sus nuevos lectores.
"Las obras más hermosas de la literatura acadia" presenta una selección de aquellos textos que, por su importancia y calidad, resultan imprescindibles para acceder no solo al rico y desconocido mundo de la literatura y la cultura en lengua acadia, sino a la antigua Mesopotamia en general. Desde el enigmático poema de "Adapa" hasta el satírico "El hombre pobre de Nippur", pasando por el seminal "Enuma elish" o el manual de gobierno ético de "Consejos a un príncipe", el lector encontrará en sus páginas una fascinante colección de joyas literarias, de entre las cuales un buen número se presenta traducido al castellano por primera vez. Esta edición, como la que en esta misma colección se hizo del "Gilgamesh" (2015), ofrece cada una de las obras acompañada de una breve introducción que la sitúa en relación con otros textos y con el momento histórico en el que fue compuesta, así como una introducción general y notas explicativas que iluminan numerosas cuestiones de interés artístico, histórico y cultural.
«El entusiasmo y la capacidad de identificación que Jane despierta resultan tan profundos que la interpretación contemporánea ha colocado a la escritora en el centro de su familia, de su sociedad e incluso de su tiempo, y la contempla y debate sobre ella, sus gustos, sus amoríos, sus desgracias o sus características literarias conforme a la importancia de la que en la actualidad goza. Es agradable que el tiempo compense algunas de las crueldades con las que la Historia afligió a las autoras del siglo XIX, pero insistir en esa versión nos lleva a perdernos una de las miradas más interesantes, más inteligentes y peor comprendidas de la historia de la literatura».
«Si hubiera vivido un poco más, apenas tres años, Joseph Roth habría asentido ante la escena de Casablanca en la que el mayor Strasser le pregunta a Rick por su nacionalidad. "Soy un borracho", responde este. Roth habría respondido igual si alguien le hubiera preguntado. Todos sus lectores lo sabemos porque lo dejó clarísimo en sus libros, en sus dibujos y en lo que los biógrafos han descubierto de su vida. También sabemos que no le preguntaron por su nacionalidad, porque Roth fue uno de los miles de apátridas que se morían del asco en la Francia a punto de rendirse ante Alemania. En un país lleno de refugiados con pasaporte Nansen (cuyo papel era tan malo que se deshacía al segundo trámite), la gente había perdido la costumbre de preguntarse por nacionalidades que ya no existían. "Así soy realmente: maligno, borracho, pero lúcido. Joseph Roth", escribió en la dedicatoria de un autorretrato que se hizo en París en noviembre de 1938, seis meses antes de su muerte».
«Con mucha probabilidad, yo no me habría convertido en escritor si no hubiera leído a Franz Kafka, o si la obra de Franz Kafka no existiese. Si intento borrar la obra de Kafka de mi alma, me quedo sin vocación literaria. [...] Mi primera recomendación es leer, como primer plato, las tres narraciones largas de Kafka: "América", "El proceso" y "El castillo", por este orden. Y luego el diario, los cuentos, la carta al padre, los epistolarios, en fin, la obra completa. Kafka te manda amorosamente que te leas su obra completa. No te lo manda. Tú sientes esa necesidad, por una razón bien simple: cualquier frase de Kafka es un prodigio de la vida. Por eso acabas leyéndote no solo la obra completa sino todo cuanto se ha escrito sobre él».
Balzac aborda cuatro temas de novela en uno solo: el amor desinteresado y heroico de una cortesana por un apuesto joven; la asociación de ese apuesto joven con un personaje de dudosa moral que le ayuda a navegar las turbias aguas de la vida parisina; el lúbrico deseo de un anciano por una mujer hermosa; y los terribles enfrentamientos de un exconvicto con la policía. El autor convoca a los personajes de sus novelas anteriores, retoma temas que lo obsesionan, pero los trata con un estilo nuevo, el de la novela popular y el folletín. Honoré de Balzac (1799-1850) es uno de los autores más singulares e importantes del siglo XIX. Amante del lujo y de los placeres de la existencia, llevó una vida tan exagerada e impetuosa como su propia e ingente obra.