Los Mitos de Cthulhu son una creación literaria del escritor H. P. Lovecraft, y complementada por otros escritores pertenecientes al Círculo de Lovecraft. Estos mitos forman parte de un universo ficticio en el que seres cósmicos, antiguos y poderosos, y entidades extraterrestres de naturaleza indescriptible, acechan en las sombras de la realidad. En el centro de estos mitos se encuentra Cthulhu, una entidad monstruosa que yace en un sueño profundo en la ciudad sumergida. Fue principalmente August Derleth, discípulo y corresponsal de H. P. Lovecraft, quien propuso el término Mitos de Cthulhu. Relatos Mitos de Cthulhu primera selección: La llamada de Cthulhu, El caso de Charles Dexter Ward, El horror de Dunwich. Relatos Mitos de Cthulhu segunda selección: El color en el espacio exterior, El que susurra en la oscuridad, En las montañas de la locura.
Los Mitos de Cthulhu son una creación literaria del escritor H. P. Lovecraft, y complementada por otros escritores pertenecientes al Círculo de Lovecraft. Estos mitos forman parte de un universo ficticio en el que seres cósmicos, antiguos y poderosos, y entidades extraterrestres de naturaleza indescriptible, acechan en las sombras de la realidad. En el centro de estos mitos se encuentra Cthulhu, una entidad monstruosa que yace en un sueño profundo en la ciudad sumergida. Fue principalmente August Derleth, discípulo y corresponsal de H. P. Lovecraft, quien propuso el término Mitos de Cthulhu. Relatos Mitos de Cthulhu primera selección: La llamada de Cthulhu, El caso de Charles Dexter Ward, El horror de Dunwich. Relatos Mitos de Cthulhu segunda selección: El color en el espacio exterior, El que susurra en la oscuridad, En las montañas de la locura.
Floreana, historiadora joven, más bien retraída, llega a un albergue sui generis en la isla de Chiloé. Allí, en medio de los paisajes del sur profundo chileno, acuden mujeres diversas para curar las heridas de un dolor común: el desamor de los hombres.
Si bien la incapacidad afectiva masculina parece ser, para ellas, la clave del desencuentro, la autora da voz -por primera vez- a un punto de vista masculino: el médico del pueblo, un santiaguino autoexiliado en la isla, que arrastra sus propias heridas.
Ambivalentes, reprimidos en el sexo, vacilantes en el compromiso amoroso, los hombres sienten miedo frente a la autonomía que las mujeres han ganado. Mientras tanto, en ellas crece la insatisfacción, el «mal femenino» de este fin de siglo.