Hasta el siglo XX, los científicos que investigaban los efectos de las drogas en la mente lo hacían experimentando consigo mismos. Las detalladas descripciones de sus experiencias dieron pie a avances en todas las ciencias de la mente, en la farmacología, la medicina y la filosofía. Los relatos publicados en revistas y en la ficción literaria inspiraron a un fascinado público a emprender sus propios experimentos en forma de demostraciones científicas, viajes exóticos, salones literarios y rituales ocultistas. Sin embargo, tras el año 1900, las drogas empezaron a percibirse como un problema social, y la dilatada tradición de la autoexperimentación fue desapareciendo.
Para cultivar la comprensión del planeta y de nuestros semejantes, además de viajar, tenemos el recurso de la gran literatura. Hay un mundo que conocer y en el que perderse, y si nos dejamos guiar por la curiosidad, esta puede llevarnos a un viaje interior que nos cambie a mejor. El mundo es cada vez más pequeño: todos estamos más conectados y podemos explorar el planeta de formas que a nuestros antepasados ni se les habría pasado por la mente. Y, sin embargo, pueden verse divisiones por doquier. Cunde la desconfianza y las falsedades se propagan. Viajar puede ayudarnos a contrarrestar estas tendencias, al igual que lo puede hacer leer sobre las experiencias de otras personas en otras tierras y épocas.
El poeta catalán Joan Vinyoli (1914-1984 ) aprendió muy pronto de su admirado Rilke que 'la poesía no es cosa de sentimientos, sino de experiencias'. Quizá justamente por su formación autodidacta y el origen vacilante de su vocación, Vinyoli siempre concibió la poesía -a la manera de su maestro Carles Riba- como una herramienta indagatoria y de conocimiento de uno mismo y del mundo, una forma de realización espiritual. Su escritura parte del romanticismo alemán y el postsimbolismo para evolucionar hacia una poesía de corte metafísico y fuerte impronta moral. La palabra poética sirve para arraigarse en la realidad, trascenderla y superar el estado de indigencia que el poeta considera inherente a la condición humana.