“Cool” se ha convertido en un término universal para comunicar aceptación y aprobación; se trata de una ACTITUD ante los otros que nos trae muchísimos beneficios en la vida.
Con un ácido sentido del humor e impactantes testimoniales, el Consultor en Imagen Pública y asesor de artistas, deportistas y políticos, Alvaro Gordoa, te llevará por un recorrido lleno de tips para lograr ser bien percibido en tu círculo social, familiar y profesional. Pensado originalmente como un libro para jóvenes, Imagen cool sorprendió al convertirse en bestseller entre los adultos, confirmando que todos somos “adolescentes” en el fascinante mundo de la imagen pública.
En ¡Salte con la tuya! Alvaro Gordoa, consultor en imagen pública y maestro indiscutible de la imagen verbal, te lleva de la mano a través de comprobadas estrategias milenarias y técnicas innovadoras que te abrirán las puertas hacia el camino del éxito. Ya sea que desees obtener ese aumento tan anhelado, cerrar acuerdos lucrativos, conseguir que los demás actúen a tu favor o conquistar a esa persona especial, aquí aprenderás cómo hacerlo.
Es la mañana de la cosecha que dará inicio a la décima competencia anual Los juegos del hambre. En el Capitolio, Coriolanus Snow de dieciocho años, se prepara para su única oportunidad de alcanzar la gloria como mentor en los Juegos. La antiguamente poderosa casa de Snow ha atravesado tiempos difíciles y su destino depende de la remota posibilidad que Coriolanus pueda superar en gracia, astucia y maniobras a sus compañeros de estudios para ser el mentor del tributo ganador.
Las probabilidades están en su contra. Se le ha asignado la humillante tarea de ser mentor del tributo femenino del Distrito 12, el más bajo de lo bajo. Sus destinos están ahora completamente entrelazados: cada decisión que tome Coriolano podría conducirles al éxito o al fracaso, al triunfo o a la ruina. Dentro de la arena, será una lucha a muerte. Fuera de la arena, Coriolanus siente pena por su tributo condenado al fracaso… y debe balancear su necesidad de seguir las reglas con su deseo de sobrevivir sin importar lo que cueste.
De una a siete de la tarde -mis horas oficiales o "teóricas" de
trabajo- me confieso un impostor, un chambón, un equivocado esencial. De
noche (conversando con Xul Solar, con Manuel Peyrou, con Pedro Henríquez
Ureña o con Amado Alonso) ya soy un escritor. Si el tiempo es húmedo y
caliente, me considero (con alguna razón) un canalla; si hay viento sur,
pienso que un bisabuelo mío decidió la batalla de Junín y que yo mismo
he consumado unas páginas que no son bochornosas. Me pasa lo que a
todos: soy inteligente con las personas inteligentes, nulo con las
estúpidas.
Hacia 1957 reconocí con justificada melancolía que estaba quedándome
ciego. La revelación fue piadosamente gradual. No hubo un instante
inexorable en el tiempo, un eclipse brusco. Pude repetir y sentir de
manera nueva las lacónicas palabras de Goethe sobre el atardecer de cada
día: Alles nahe werde fern (Todo lo cercano se aleja). Sin prisa pero
sin pausa -¡otra cita goetheana!- me abandonaban las formas y los
colores del querido mundo visible. Perdí para siempre el negro y el
rojo, que se convirtieron en pardo. Me vi en el centro, no de la
oscuridad que ven los ciegos, como erróneamente escribe Shakespeare,
sino de una desdibujada neblina, inciertamente luminosa que propendía al
azul, al verde o al gris. Ya no había nadie en el espejo; mis amigos no
tenían cara; en los libros que mis manos reconocían solo había párrafos
y vagos espacios en blanco pero no letras.
Llamamos «malismo» al antiintuitivo mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos tradicionalmente reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial. Quizás sea en política donde el desarrollo de este fenómeno asentado en la última década en Occidente resulta más llamativo. Una representante pública entiende la destrucción de las infraviviendas de las personas sin hogar como un acto autopromocional. Otra aumenta su aceptación popular tras calificar de «mantenidos subvencionados» a los desfavorecidos afectados por una pandemia.