SIETE DESCONOCIDOS. UNA NAVE ESPACIAL Y TODO EL UNIVERSO BUSCÁNDOLOS.
El sol se está muriendo y con ello todos los planetas de la galaxia: la única posibilidad de sobrevivir es una estación espacial y el artefacto alienígena que contiene. Los encargados de salvar la galaxia son siete protagonistas: una princesa, un mercenario, un artista, un prisionero, un estafador, una sacerdotisa y una persona con pocas luces, que está a cargo de la nave. Este último, en un arranque de locura, hace volar la estación espacial.
Unidos por la desesperación, tienen que trabajar juntos para sobrevivir. Cada rincón de la galaxia está buscando la nave espacial y ellos tan solo están en un lugar parcial de la nave quemada.
Solo hay una oportunidad para salvar el mundo. Todo depende de ellos.
Después de haber pasado por sus respectivos infiernos, Sophie y Logan se conocen en un grupo de apoyo. La química entre ellos es inmediata: sienten que pueden contárselo todo e incluso compartir el peso de su dolor con el otro. Sophie le confiesa cómo su madre cayó en la adicción, abandonándola, y Logan comparte la historia de la muerte de su mejor amigo. Juntos irán desenredando los traumas que los atrapan, comprendiéndose mutuamente y volviendo a confiar en el mundo y en sí mismos. Una novela sobre dos almas que se encuentran, quizá, porque estaban destinadas a hacerlo.
Atraco a mano armada, difamación, asesinato, conspiración, sustracción de obras de arte, composición de poemas elegiacos a la muerte de Hitler. De Verlaine a Burroughs, de Norman Mailer a Hans Fallada, de Giacomo Casanova a Curzio Malaparte, muchos han sido los literatos que, a lo largo de la historia, han purgado sus ofensas y delitos en la cárcel. Y han sobrevivido para contarlo. Chester Himes o Jean Genet se pasaron buena parte de su vida en el fondo de un calabozo infecto. Otros, como el Marqués de Sade o Heinrich von Kleist, iniciaron sus carreras literarias tras los barrotes de una prisión. Incluso se han dado casos, como los de Louise Michel o Goliarda Sapienza, de escritoras que experimentaron una irónica sensación de emancipación y libertad tras entrar en presidio.