El Che es símbolo, mito y bandera, pero ¿qué diría si pudiera hablar hoy, con absoluta libertad, sin filtros ni consignas? Este libro reproduce una larga entrevista a Ernesto Guevara, el hombre, años después de su muerte. Marcos Aguinis construye un diálogo imposible y, al mismo tiempo, fascinantemente real: un reportaje apócrifo en el que el Che, con voz propia, trajina ideas, contradicciones y recuerdos relacionados con sus hazañas guerrilleras, pero también con sus orígenes, sus amores y las decisiones que definieron su vida.
Tenerife, islas Canarias, 1940. Tamara lleva media vida al servicio de los Finley, una familia de origen británico afincada en la isla que dirige un hotel de lujo y una hacienda platanera. Un mes después de la extraña desaparición de su padre, la joven criada recibe en la hacienda a una huésped muy especial, Erika Hoffmann, antropóloga alemana de prestigio a la que debe asistir durante su estancia. Lo desconcertante son los motivos secretos que han llevado a esta mujer a Canarias, pero, sobre todo, que la científica se aloja en la Casa Amarilla, una pequeña vivienda atrapada entre las fincas de la hacienda que lleva años cerrada y a la que los empleados tienen prohibida la entrada. Para Tamara es un lugar maldito, pues su padre le contó todo tipo de historias sobre ese sitio. Y las leyendas parecen ser ciertas. A partir de este momento, las vidas de Tamara y de Erika cambiarán para siempre.
Escenas de la vida en Londres por «Boz» es la primera traducción española de los veinticinco Esbozos que Charles Dickens, bajo el pseudónimo de «Boz», dedicó al Londres de los aprendices y oficinistas, de los juzgados y los periódicos, de las crónicas parlamentarias y las cenas benéficas, de los teatros, de la feria de Greenwich y el circo Astley, de los jardines públicos y las licorerías, de los viejos coches de punto y los nuevos ómnibus. Reunidos por el propio autor en Sketches by boz, Illustrative of Every-day Life and Every-day People (1836) e ilustrados con los magníficos grabados de George Cruikshank, los Esbozos son la obra menos conocida de Dickens que, no obstante, permite entender el modo en que el reportero comienza a convertirse en un autor literario que ya da muestras de su capacidad para representar la vida corriente sin perder detalle a través de un ingenioso narrador que divertirá y emocionará al lector con su ironía y sentimiento.
Una crónica magistral sobre los habitantes de Tierra del Fuego, sus viajes por Europa y el destino de sus restos mortales.
A partir de una experiencia personal con la taxidermia y de una serie de anécdotas sobre el traslado de huesos y sepulturas (familiares y ajenas), Cristóbal Marín narra en esta crónica su largo viaje en búsqueda de información sobre el paradero de los fueguinos que, durante el siglo XIX, murieron en Londres y otros lugares de Europa tras ser expuestos en zoológicos humanos y ferias o analizados, siempre contra su voluntad, por científicos y anatomistas y, en algunos casos, educados en los valores occidentales con el propósito de que regresaran «civilizados» a sus tierras.
Con un estilo digresivo que pasa con soltura de una historia a otra, y vinculando temas que parecieran en principio inconexos, Marín lleva a cabo en Huesos sin descanso un vagabundeo que le permite reconstruir los viajes de varios ingleses célebres (desde Charles Darwin a Bruce Chatwin) a Tierra del Fuego, así como el de los selk’nam, yaganes y kawésgar a Europa. Un ensayo inaudito y apasionante.
Cuando la Tate Modern descubre que el hueso utilizado en una de las esculturas más famosas de la célebre y ya fallecida artista Vanessa Chapman es humano y no pertenece a un animal, como se creía, todas las miradas se centran en ella y en la misteriosa desaparición de su marido, Julian.
Temiendo la posible devaluación de la obra de la artista, Douglas Lennox, director de la Fundación Fairburn, envía al conservador James Becker a la remota isla escocesa en la que Vanessa vivía para investigar qué oculta el macabro hallazgo. Pero lo que parecía una empresa fácil pronto se convierte en algo mucho más oscuro, mucho más peligroso y mucho más imprevisible que puede poner en peligro su propia vida.
Publicada en 1848, Nanna o el alma de las plantas –titulada así en honor a la diosa de las flores en la mitología nórdica– fue el resultado de un arrebato visionario. Un día, a comienzos del otoño de 1843, Gustav Theodor Fechner percibió en el jardín de su casa un fulgor que emanaba del interior de las flores y tuvo la sensación de que entraba en contacto con la «consciencia» de todas las plantas que lo rodeaban. ¿De dónde podía provenir aquella misteriosa luz? Fechner lo atribuyó al «alma» de las plantas, que también puede concebirse como una mente o, en un sentido más amplio, sorteando cualquier lectura antropocéntrica, como una especie de alma vegetal. Las plantas tienen entonces su propia alma, y Fechner se pregunta por nuestra capacidad para prestar atención a las «suaves voces de las flores». Y así se presenta ante nosotros como un intérprete de inspiración panpsiquista del mundo vegetal que nos invita a imaginar la planta como «un gran tímpano golpeado por el viento», algo a lo que otorgan valor científico las actuales investigaciones en fitoacústica. Pero, además, el hecho de que las plantas se conviertan en «las cuerdas de una gran arpa del alma tocada por el viento» tiene hoy en día una sorprendente traducción científica, dado que ahora sabemos que una flor puede percibir el zumbido de un polinizador que se aproxima e incrementar el néctar ofrecido a tan útil visitante; o que las plantas son capaces de activar defensas químicas al detectar el sonido de una oruga al acecho. En suma, la planta es sensible a multitud de vibraciones y transforma ciertos sonidos en respuestas adaptativas.