Frente a un siniestro caserón de piedra, anclado en medio de la cuenca minera asturiana, se detiene un coche de servicios sociales. Dentro del vehículo, Dani Sorribes no acaba de asimilar que haya acabado en ese lugar ni que, con solo trece años, haya quedado huérfano. Desde la ventanilla, no quita ojo a la figura que se recorta sobre el cielo. Una estructura metálica que se eleva junto a un oscuro bosque de hayas, en una mina abandonada que, nada más verla, le ha provocado un escalofrío.
Fuera del coche, Alicia, la mujer que lo acoge, le espera con una sonrisa amable y una mirada gélida. Para ella, la mina pertenece a una vida pasada de la que solo queda un amargo recuerdo. Cerrada años atrás, tuvo su origen en un pueblo detenido en el tiempo, desahuciado, casi deshabitado, y donde las casas se cierran todas las noches a cal y canto.
En Los mismos muertos vuelven el autor investiga las comunicaciones de los muertos en las distintas épocas, abarcando desde la antigüedad clásica hasta principios del siglo XX. Indaga en el patrón de estas experiencias, que descubrió en su primera investigación. Para ello analiza los sucesos documentados desde la antigua Grecia y Roma a la Edad Media, la Reforma, la Ilustración y el siglo XIX.
Lluís recopila y examina centenares de testimonios buscando si ese patrón se ha reproducido a lo largo de la historia. La aparición del mismo, más allá de las representaciones propias de cada cultura, cambiaría la hipótesis que defienden historiadores y antropólogos en la que estas experiencias son solo construcciones culturales.
César y Rebeca son una joven pareja de buscavidas; él ofrece drogas y diversión a clientes VIP de un hotel de lujo en Madrid y ella localiza a familiares de personas que han fallecido sin testamento para quedarse con una parte de la herencia.
Rebeca ha hecho un viaje para cerrar un caso que promete jugosas ganancias; sin embargo, tras su regreso, César la encuentra paralizada en una postura imposible y con un rictus de terror en el rostro. El examen médico dictamina que sufre una crisis catatónica; tiene dos costillas rotas y rastros de una posible agresión sexual. ¿Qué le ha pasado? ¿Quién ha podido hacerle daño?
Antes de que Erling sufriera un ataque al corazón y cayera fulminado en la calle, ya había sufrido una serie de “casi” accidentes bastante sospechosos. Ahora, sola en su inmensa casa, Evy, su esposa durante cuarenta y cinco años, reflexiona: hay algo que no encaja con la muerte de su marido. Además, todo a su alrededor empieza a cambiar, de forma muy sutil… objetos que desaparecen de la casa, sus hijos aparecen sin avisar y claramente le ocultan cosas, la puerta del sótano, que siempre está cerrada, de repente está entreabierta… Cuando aparece después de muchos años un viejo amigo de la juventud de Erling con algo que contarle Evy empieza a tener miedo. ¿Puede ser que alguien deseara hacerle daño a Erling? ¿Y si ahora la persona que iba tras él, va tras ella?
Lo más normal del mundo es que tomar decisiones te traiga de cabeza. Pero seamos sinceros, pocas veces (o esperamos que ninguna) tendrás que decidir entre renegar de tus ideas o ser condenado al suicidio. Sócrates no solo lo hizo con una integridad inquebrantable, sino que también nos legó el método socrático, un modelo basado en la reflexión y el diálogo con los demás y con nosotros mismos, que sigue siendo crucial para enfrentar las crisis de la vida moderna.
Con un relato y una destreza fascinantes, Donald Robertson retoma las principales enseñanzas del filósofo ateniense y las entrelaza con las técnicas psicológicas más avanzadas para mostrar cómo sus ideas filosóficas pueden guiarnos y beneficiarnos hasta el día de hoy.
Con la guerra civil, «lejana y próxima a un tiempo, quizá más temida por invisible», como telón de fondo, Primera memoria narra el paso de la infancia a la juventud de Matia y de su primo Borja. Los dos viven en casa de su abuela en un mundo insular tan ingenuo como misterioso. A través de la visión particularísima de la muchacha ―sin madre y con padre desaparecido―, asistimos a su despertar a la adolescencia, cuando, roto el caparazón de la niñez, el fuerte resplandor de la realidad ciega asombra e incluso duele a veces. Una singular galería de personajes constituye el contrapunto a su vertiginosa sucesión de sensaciones. Y es que, en unos meses, Matia descubrirá muchas cosas hasta entonces ignoradas sobre «la oscura vida de las personas mayores».