Parece difícil ser yo es una obra profunda y reveladora que explora los rincones más ocultos del ser humano. Jesús Pérez, en su primer libro, nos invita a sumergirnos en un viaje de autodescubrimiento que atraviesa las heridas de la infancia, el ego y el amor propio, las relaciones de pareja, y la sanación emocional.
Con un enfoque único y cercano, Pérez desentraña las complejidades de la mente y el corazón, guiándonos paso a paso para enfrentar miedos, inseguridades y encontrar resiliencia en medio de las dificultades. Cada capítulo está pensado como un espacio de reflexión y transformación, aportando herramientas prácticas que permiten enfrentar y superar los retos que la vida nos impone.
Este libro no es solo una guía, sino un acompañante en el proceso de aprender a ser uno mismo. Si alguna vez te has sentido incomprendido o perdido en el caos de las emociones, Parece difícil ser yo será una luz en tu camino hacia la autenticidad y el amor propio.
División de poderes, rigidez constitucional, control judicial de la constitucionalidad de las leyes... todos estos conceptos en los que se basan las democracias y a los que acudimos para verificar la salud de nuestro sistema político, proceden de la primera Constitución escrita, la que, a finales del siglo XVIII representó, en palabras de James Madison, "el mayor esfuerzo de deliberación nacional que ha acontecido en el mundo". En el presente libro, el profesor Blanco Valdés traza la génesis de estas ideas, con especial atención a los escritos de "El Federalista" -los artículos que Alexander Hamilton, James Madison y John Jay publicaron entre 1787 y 1788 en defensa de la obra constituyente y con el fin de favorecer su posterior ratificación por los Estados-, y muestra cómo cruzaron el océano para, de formas diversas, ser adoptados por los europeos cuando estos se enfrentaron al desafío que los norteamericanos ya habían abordado en el siglo XVIII: cómo garantizar la libertad.
“Cool” se ha convertido en un término universal para comunicar aceptación y aprobación; se trata de una ACTITUD ante los otros que nos trae muchísimos beneficios en la vida.
Con un ácido sentido del humor e impactantes testimoniales, el Consultor en Imagen Pública y asesor de artistas, deportistas y políticos, Alvaro Gordoa, te llevará por un recorrido lleno de tips para lograr ser bien percibido en tu círculo social, familiar y profesional. Pensado originalmente como un libro para jóvenes, Imagen cool sorprendió al convertirse en bestseller entre los adultos, confirmando que todos somos “adolescentes” en el fascinante mundo de la imagen pública.
En ¡Salte con la tuya! Alvaro Gordoa, consultor en imagen pública y maestro indiscutible de la imagen verbal, te lleva de la mano a través de comprobadas estrategias milenarias y técnicas innovadoras que te abrirán las puertas hacia el camino del éxito. Ya sea que desees obtener ese aumento tan anhelado, cerrar acuerdos lucrativos, conseguir que los demás actúen a tu favor o conquistar a esa persona especial, aquí aprenderás cómo hacerlo.
De una a siete de la tarde -mis horas oficiales o "teóricas" de
trabajo- me confieso un impostor, un chambón, un equivocado esencial. De
noche (conversando con Xul Solar, con Manuel Peyrou, con Pedro Henríquez
Ureña o con Amado Alonso) ya soy un escritor. Si el tiempo es húmedo y
caliente, me considero (con alguna razón) un canalla; si hay viento sur,
pienso que un bisabuelo mío decidió la batalla de Junín y que yo mismo
he consumado unas páginas que no son bochornosas. Me pasa lo que a
todos: soy inteligente con las personas inteligentes, nulo con las
estúpidas.
Hacia 1957 reconocí con justificada melancolía que estaba quedándome
ciego. La revelación fue piadosamente gradual. No hubo un instante
inexorable en el tiempo, un eclipse brusco. Pude repetir y sentir de
manera nueva las lacónicas palabras de Goethe sobre el atardecer de cada
día: Alles nahe werde fern (Todo lo cercano se aleja). Sin prisa pero
sin pausa -¡otra cita goetheana!- me abandonaban las formas y los
colores del querido mundo visible. Perdí para siempre el negro y el
rojo, que se convirtieron en pardo. Me vi en el centro, no de la
oscuridad que ven los ciegos, como erróneamente escribe Shakespeare,
sino de una desdibujada neblina, inciertamente luminosa que propendía al
azul, al verde o al gris. Ya no había nadie en el espejo; mis amigos no
tenían cara; en los libros que mis manos reconocían solo había párrafos
y vagos espacios en blanco pero no letras.