La historia del espionaje moderno arranca con la Primera Guerra Mundial y la que quizá haya sido la espía más llamativa de la historia: Mata Hari. Desde esa temprana fecha hasta nuestros días el uso de espías y el desarrollo de los servicios de inteligencia no ha parado de crecer, convirtiéndose en una de las grandes fuerzas que dominan el mundo.Top Secret. Un siglo de espías: de Mata Hari a Snowden nos muestra la evolución de las técnicas de espionaje, marcadas por la creciente sofisticación de una tecnología impensable hace poco más de un siglo. Y es que el mundo de la inteligencia ha desarrollado unos recursos y una cultura propia que podrían llegar a suplantar al poder soberano elegido por la voluntadpopular.Desde esa temprana fecha, hasta la actualidad, Fernando Martínez Laínez repasa la historia de algunos de los más destacados y sorprendentes espías que ha dado la profesión, ofreciéndonos una panorámica de la etapa más decisiva de la historia del espionaje.Como nos recuerda el siempre citado Napoleón: "ni la bravura de la infantería, ni de la caballería o la artillería han decidido un número tan elevado de batallas como esta arma maldita e invisible de los espías".
Desde los años veinte, la imagen popular de la Legión Extranjera Francesa quedó grabada en el imaginario colectivo a partir de la novela Beau Geste, de P. C. Wren: un mundo de aislados y remotos fortines, feroces tribus guerreras y hombres desesperados de todas las nacionalidades que, huyendo de turbios pasados, se alistaban bajo seudónimos para luchar y morir bajo el sol del desierto. Una imagen romántica y llena de clichés que ha opacado una realidad mucho más rica y apasionante, jalonada de combates sin cuartel en exuberantes oasis en medio de la desolación, operaciones de contrainsurgencia en selvas infestadas de tigres, templos alfombrados de cráneos humanos en las profundidades de la jungla, e implacables marchas desafiando los límites de la resistencia humana. En su libro Camaradas bajo la arena, brindis con que los legionarios recuerdan a sus caídos, Martin Windrow narra con la pulsión de la mejor historia militar la «edad de oro» de la Legión Extranjera Francesa: su configuración y desarrollo como cuerpo, la idiosincrasia de unos soldados que decidieron emprender una vida al margen de convencionalismos y que conformaron una de las unidades militares más legendarias de la historia, y sus principales campañas durante la expansión colonial francesa, de los ardientes desiertos y escarpadas montañas de Marruecos a las opresivas selvas de Tonkín, de los traicioneros manglares de Dahomey hasta los inclementes altiplanos de Madagascar. Pero va mucho más allá, para profundizar en las tensiones entre poder político y militar en el seno de la Tercera República, una compleja relación nacida de los humeantes rescoldos del París de la Comuna que condicionó una política exterior de constante expansión durante la era del colonialismo europeo.
Escribir libremente, crear obras artísticas sin seguir los cánones establecidos o informar objetivamente fueron actividades de alto riesgo en los países comunistas. Escritores y artistas bajo el comunismo es un libro único en el mundo, una historia del socialismo totalitario a través de las vivencias y las obras de los escritores, intelectuales, periodistas, músicos, pintores, cineastas y artistas de todo tipo, que sufrieron la represión de los regímenes comunistas. Bien porque sus obras no exaltaban los éxitos del comunismo o porque no se ajustaban al canon literario y artístico del partido; bien por su carácter crítico respecto al sistema, por reclamar libertad, democracia y respeto a los derechos humanos; o simplemente porque aquellos creadores cayeron en desgracia. Esta obra cubre todos los países en los que hubo, o hay, regímenes comunistas o afines. A través de las vivencias y obras de estos escritores y artistas, personas con nombres y apellidos, se pretende recordar también a los millones de seres anónimos, olvidados, que sufrieron esa misma represión.
La Gran Crisis financiera de 2008 casi se llevó por delante el sistema financiero capitalista. Como consecuencia, entró en escena una política monetaria por parte de los bancos centrales consistente en la compra de deuda pública. Una década de ese régimen de laxitud generó gobiernos y mercados adictos, desencadenando la que quizás sea la mayor burbuja de precios de la historia. Hoy sabemos que fue un error histórico de política económica, una huida hacia adelante que acabó con los incentivos propios del capitalismo y abrió la era de la demagogia. En 2022 Macron vaticinó que se había acabado la época de la abundancia. Con el retorno de la inflación, el final de las restricciones financieras y la subida global de tipos de interés, el sistema afronta una nueva era con el endeudamiento en máximos y los recursos públicos exhaustos. En paralelo, la desafección política y el surgimiento de populismos socavan los cimientos de la democracia liberal. En esta vorágine, Europa, siempre por detrás de los acontecimientos, consuma una década perdida por la ausencia de grandes acuerdos y fatídicamente dependiente del BCE. Esta combinación letal reclama medidas urgentes y profundas.
Las plataformas que dominan internet acumulan más poder que muchos de nuestros Estados. Hoy, Meta, Alphabet, Amazon, Apple o Microsoft han logrado hacerse con el favor de millones de ciudadanos gracias al uso masivo de sistemas de persuasión que nos vuelven adictos a sus servicios. Han conseguido que nuestras vidas se desarrollen alrededor de las cinco, seis o siete pulgadas de nuestros teléfonos móviles y han generado un control sobre nosotros que las erige como auténticas naciones pantalla. Estas tecnológicas, con sus aplicaciones, nos han mejorado la vida y nos ofrecen entretenimiento infinito, pero también –nos alerta Juan Carlos Blanco– contienen un reverso tenebroso que todos reconocemos: su modelo de negocio causa una pandemia de desatención, alienta la desinformación, destruye el tejido comercial de nuestras comunidades, merma nuestras democracias, precariza sectores como el de la comunicación y se sustenta en la extracción de millones de datos para su uso con fines publicitarios violando nuestra privacidad. Ese mundo de ensueño que anunciaban unos jóvenes emprendedores de California con indumentaria surfera no era tal; por ello, sacar a la luz sus efectos más tóxicos y apelar a nuestra responsabilidad para encarar e incluso revertir la situación se ha convertido en la urgente tarea que aquí abordamos.
El propósito de este libro es abordar las propuestas teóricas que, desde el marxismo y el pensamiento crítico, se han hecho sobre el Estado y la posición de Marx sobre el mismo, algunas de las cuales se han sumado a las críticas liberales respecto a que no tenía una teoría del Estado, que solo existían fragmentos dispersos que había que desarrollar, etc. Y, cuando se los «desarrollaba», el resultado no solo era superficial, sino que, además, se mostraban infecundos para comprender de forma crítica la realidad estatal y política existente.
A lo largo de sus capítulos se muestra que en los últimos cien años no se ha comprendido la (existente) teoría de Marx sobre el Estado; que la teoría del Estado es inseparable de la crítica de la economía política; que la lógica interna de una sirve para la comprensión (no la derivación) de la otra. Todo ello, unido a las circunstancias históricas que han permitido al autor participar en uno de los momentos sociales más convulsos y creativos del continente latinoamericano, permite plantear nuevas perspectivas sobre la dinámica y los limites estructurales del Estado, que ayudan a comprender de manera más sistemática lo lúcido de la propuesta critica trabajada por Marx.
Un texto intelectualmente provocador y políticamente útil para los tiempos convulsos que atravesamos.