«A la espera de Dios» es expresión de la actitud atenta y vigilante, pero también del carácter siempre inacabado de una búsqueda exigente de verdad, como la obra y la vida de Simone Weil. Las cartas y ensayos reunidos en este volumen y publicados póstumamente en 1949 fueron escritos entre enero y junio de 1942 y recogen muchas de las claves que marcan la obra de Weil: radicalidad desconcertante, probidad y coherencia intelectuales, amor y profundo conocimiento de los clásicos griegos, identificación con los vencidos, vocación «católica» de simpatía con todos los hombres, experiencia mística...
Las víctimas del franquismo iniciaron hace décadas un camino para plasmar en términos políticos y jurídicos sus demandas de verdad, justicia y reparación. Un objetivo amenazado por el silencio y el olvido institucional que presidió la transición a la democracia y por el revisionismo histórico de quienes se empeñan en clausurar toda rendición de cuentas con el pasado. Este libro analiza los resultados en términos políticos, sociales y legales que se han alcanzado a lo largo de este camino, en el que el desgarrador lamento de Antígona contra Creonte se ve iluminado por el propio viaje existencial e intelectual de Walter Benjamin.
Este libro abre distintas ventanas a la relación entre religión y filosofía en el pensamiento cristiano y en momentos destacados de su historia. El papa Gregorio Magno (590-604) comparó los cuatro primeros concilios —Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia— con los cuatro evangelios. Fue su original forma de resaltar el significado estelar de aquellos concilios que pretendían adaptar el mensaje cristiano a las exigencias de los nuevos tiempos. Los dos primeros, Nicea y Constantinopla, se asoman a las páginas de este libro. También lo hacen los dos últimos, el Vaticano I y el Vaticano II. De esta forma se dan la mano el lejano pasado y el cercano presente de la historia del cristianismo.
Al encuentro de los lectores salen también otros episodios cruciales: la expulsión de los judíos de España; Lutero y su Reforma; Jansenio y el desgraciado final de su movimiento, o la convulsa evolución teológica del catolicismo y del protestantismo durante el siglo XIX. Otros capítulos se centran en el tema del amor, de la misteriosa relación entre Dios y el sufrimiento, y de la experiencia religiosa y su articulación filosófica. En el ámbito más estrictamente filosófico se informa sobre los avatares del estoicismo, el epicureísmo y el escepticismo.
Retomando el concepto de «cuerpo sin órganos» elaborado por Gilles Deleuze y Felix Guattari, este ensayo propone, mediante el análisis de textos del evangelio de Marcos, una interpretación de Jesús como aquel que libera de toda opresión: del sacerdote, de la institución, del poder y de la ley.
El cuerpo humano no es solo entidad física, sino también uno de los portadores de significado con mayor carga cultural y religiosa. Si tanto el cuerpo como el reino de Dios son ficciones políticas, es posible una interconexión de los cuerpos entre sí. Jesús, entendido como cuerpo sin órganos, transgrede fronteras, desmantela jerarquías, ensambla en el «inter-reino» de Dios a humanos, familias, «queers», animales, árboles, afeminados y mujeres.
Desde que el autor de este libro se acercó, hace más de treinta años, a las obras de Simone Weil, su lectura devino en una pasión para él. El de Simone Weil es un pensamiento que no se puede fijar. Posee un flujo propio que va unido al discurrir de su vida. Cabe, no obstante, abordarlo por sus ramales: su preocupación religiosa, su inclinación político-social, su experiencia mística, su visión científica. Los textos aquí recogidos se ofrecen como una introducción para navegar por ese pensamiento fluido, a sabiendas de que cada lector es responsable de su propia navegación.
Los ensayos publicados por Herbert Marcuse en Nueva York en la revista del Instituto de Investigación Social entre 1934 y 1941 poseen una indiscutible relevancia teórica y política. En ellos se ocupa de temas decisivos de la época (el liberalismo político y económico, la tradición filosófica, la cultura burguesa, la exigencia individual de felicidad o la tecnología contemporánea) a la luz de la catástrofe representada por el triunfo del nacionalsocialismo.
Pero, más allá de su valor histórico-filosófico, estos textos resultan relevantes también para analizar críticamente nuestra situación actual: el nuevo ascenso de la extrema derecha sobre las ruinas del neoliberalismo, la devaluación de la filosofía a mera distracción y medio de autoayuda, la reducción de la cultura a un juego irrelevante de apariencias, la colonización de las necesidades más íntimas por la búsqueda del beneficio económico o el cierre opresivo del universo tecnológico en aras de la eficiencia.
El regalo de la escritura de Mary Oliver es comunicar la belleza sencilla del mundo y hacerla inolvidable. Esto nunca ha sido más cierto que en la luminosa colección de ensayos y poemas que conforma «Vita longa». Con la gracia, la delicadeza y la precisión que caracterizan toda su obra, Mary Oliver nos muestra en este libro que escribir «es una forma de alabar el mundo», y nos sugiere, de forma aparentemente sutil pero inapelable, que leamos sus ensayos y sus poemas como «repentinos aleluyas» con los que celebrar el esplendor de la existencia.
Los límpidos versos de Manuel Astur, reminiscentes de la obra de Walt Whitman y Mary Oliver, pero también de la poesía clásica china, son un estremecido canto a la vida en que el mundo natural ejerce a un tiempo de cálido refugio e inevitable recordatorio de nuestra finitud. Destellos exógenos de una cruel belleza traen ecos del pasado al poeta, pero también vislumbres de una serenidad que lo reconcilia con la amarga caída del fruto siempre verde de la vida.
Fuente Amarga es un pequeño pueblo en el sur de Italia, rodeado por campos áridos a los que los hombres entregan la vida. Un pueblo como muchos, que sin embargo, para quien nace y crece allí, es el cosmos, con sus leyes universales e inmutables. En Fuente Amarga, los «paletos» sufren injusticias y abusos tan atávicos que les parecen naturales como la lluvia y el viento; y la escalera social para ellos tiene dos peldaños: la condición de gleba a ras de suelo y, solo un poco más arriba, la de los pequeños propietarios. Por encima de todos (y de todo), inalcanzables en su condición de caprichosos semidioses, los señores de la tierra, perpetuos custodios del poder al que sirven y representan según el soplo del viento de cada época. Con el advenimiento de la dictadura fascista, el orden social se tambalea, y sobre los fuenteamargados se desencadenan nuevos abusos que constituyen el relato de esta novela.