En todo cuanto tiene que ver con "El Egoísta" perderíamos el hilo de la narración si no recordáramos que se trata de una comedia, no de una tragedia, y que es precisamente el espíritu cómico lo que permite a George Meredith reproducir, sin el riesgo inherente a una exposición histórica que pretende ser fiel a los hechos, «las estructuras elementales del parentesco» de las que depende toda la trama de la novela. Que el espíritu cómico, sin embargo, representara solo a medias las intenciones del autor, como Meredith le había confesado a Stevenson al terminar de escribir la novela, sugiere que la otra mitad suponía, al menos, una amenaza latente en la narración.
"El zoo de cristal" es una declaración de intenciones. El teatro no puede ni debe ser una sucesión de diálogos y acotaciones. Una pieza dramática es la obra de arte más completa, pues en ella intervienen los más variados lenguajes. La pieza, más allá de valoraciones caducas, es un prodigio de teatro plástico. Por su parte, "Un tranvía llamado Deseo" es un clásico de la dramaturgia occidental. Como todo clásico, nunca ha tenido más vigencia que en estos momentos. Cuando Blanche le pide a su hermana Stella que no se quede atrás con las bestias y afirma que Stanley no puede ser la "solución", habla en nombre de una humanidad asediada por la brutalidad, la intolerancia, los atavismos y la mediocridad más ramplona; es decir, habla en nombre de todos nosotros.
"Los días felices" es una pieza clave en el teatro de Beckett, que, continuando el proceso de depuración escénica de sus obras precedentes, presenta también características fundamentales de sus piezas posteriores. Winnie, torturada por una luz cegadora y semienterrada en un montículo calcinado, se arropa en un ritual de gestos cotidianos y encuentra siempre motivos, por insignificantes que éstos sean, para considerar sus días felices.
La mayoría de los autores y críticos han reconocido a Kafka como uno de los grandes escritores de su siglo, dotado de una interioridad y unos poderes de expresión extraordinarios. Kafka ansiaba encontrarle un significado a la vida y expresarlo en sus escritos. Lo que encontró fueron tan sólo paradojas. "El proceso" representa el mundo de un hombre dividido interiormente, inseguro de estar en la realidad: Josef K. jamás descubrirá cuál es su culpa y ni siquiera llegará a saber si es culpable.
La vida se portó mejor con Kafka después de su muerte. Su éxito póstumo creció con rapidez y ya en los años 60 del pasado siglo tomó por asalto las más altas cumbres. Kafka, el marginado, se convirtió en una estrella literaria cuya popularidad es hoy difícil de superar. A modo de etiqueta se inventó la palabra "kafkiano" para referirse a algo inquietante, quizá incluso absurdo, que acaba por escaparse a toda posibilidad sensata de intentar comprenderlo. Kafka supo transmitirnos una experiencia fundamental de nuestra vida moderna: que lo sencillo puede ser enormemente complicado.
Miedo, pero fascinación; espanto, pero atracción. Nuestra relación con los monstruos es dual y contradictoria desde el inicio de los tiempos y precisamente por eso tantos artistas decidieron plasmar sus peores pesadillas y las causas de tanto horror en innumerables obras. Algunas de las más emblemáticas y oscuras están dentro de este libro. Pasar las páginas de este libro es un acto de valor, aunque todos sabemos lo seductor que puede ser el peligro.