Diciembre de 1941. Mientras los nazis siembran el caos en Europa y Estados Unidos intenta mantenerse al margen del conflicto, en Honolulú la apacible vida del inspector Joe McGrady, de la policía de Hawái, da un vuelco cuando le encargan esclarecer la muerte del joven Henry Kimmel Willard, sobrino del almirante de la marina estadounidense destinado en la zona, y de una chica japonesa, ambos asesinados con una crueldad inimaginable en la granja de un hacendado local.
La compleja investigación obliga a McGrady a recorrer el Pacífico, desde Hawái hasta Hong Kong y otros enclaves remotos de la región, mientras la flota japonesa avanza en secreto hacia Pearl Harbor, dispuesta a lanzar el primer golpe de la confrontación militar más cruenta de la historia. Sin embargo, ni siquiera la guerra podrá detener al solitario y sensible McGrady en su implacable búsqueda de una verdad devastadora.
La periodista y crítica de arte Laura Revuelta indaga en las claves para entender por qué un plátano pegado a la pared con cinta aislante expuesto en un museo, cuya foto da la vuelta al mundo, puede llegar a subastarse por cifras millonarias pese a que casi todos se ríen de él.
Esta obra de Maurizio Cattelan es heredera directa del urinario con el que Marcel Duchamp nos sorprendió el siglo anterior. Ya es hora de dar réplica a la manida frase de «esto lo haría mi hijo», a la que un avispado creador una vez contestó con: «El arte contemporáneo son los padres».
Arte parece, plátano es se propone bajar el arte contemporáneo de su pedestal de esnobismo y acercarlo al público para que se ría con él y no de él. O, al menos, para que sepa de qué nos reímos exactamente, y nadie se quede con cara de tonto.
En sus páginas no sé da nada por sentado y se repasan y explican algunos de los principales acontecimientos de estos veinticinco años: desde la primera cancelación de Picasso por sus comportamientos machistas hasta la aparición de los NFTS y la Inteligencia artificial.
Revuelta no se olvida de creadores fundamentales que siguen muy vivos, como Duchamp y Warhol, de otros que dan que hablar aunque no pasen por su mejor momento, como Damien Hirst y de quienes han producido las imágenes más icónicas de lo que llevamos de siglo (Yayoi Kusama, Alicia Framis, Banksy…). En ese deseo de no dejar ningún charco sin pisar, también se zambulle en temas tan controvertidos como la decolonización de los museos o al activismo climático que pone en el foco mediático las grandes obras.