Hay que acabar, de una vez por todas, con esa idea de que cumplir años es lo peor de lo peor: una maldición. No lo es. Y romper el silencio y hablar de ello, también de la menopausia —algo natural y temporal, ¡no una condena de por vida!—, es fundamental. Superar los 45 y transitar los 50 conlleva inevitablemente mudar de piel. Y eso asusta. Sin embargo, si te adentras sin reparos en lo que a ratos puede semejar un terreno de arenas movedizas, descubrirás que este desafío tiene premio, porque… Ha llegado tu momento. Ahora te toca a ti.
Cada mujer es única. Tú lo eres. Por lo tanto, tu cambio es tuyo. Y de eso va este libro, cuyo objetivo es desmontar las falsas creencias en torno a la madurez, animarte a enfocar en lo positivo —que es mucho, aunque apenas se hable de ello— e incitarte a hacer los reajustes necesarios para disfrutar de tu vida... ¡sin rendir cuentas! No lo dudes: vas a ganar, no a perder.
Percibimos el cuerpo que creemos tener. El organismo se autoorganiza y se adapta al entorno en el que le toca vivir. A golpe de error-ensayo-error, aprende a atribuir un valor positivo o negativo a cada acción en cada escenario y va tejiendo, de forma inconsciente, un relato que se proyecta en la pantalla de la conciencia como una película. Vivimos con la convicción de que esa película refleja directamente la realidad, externa e interna. Sin embargo, lo que recibimos en esa pantalla no siempre se ajusta a lo que en efecto sucede. Un cuerpo sano puede aparecer en el relato como enfermo. Es una película de ficción, pero para el padeciente (el espectador) revela una realidad interna, que no puede ver con sus propios ojos.
Ver menos
Con tan solo dieciséis años, Carolina tuvo que despedirse para siempre de su madre, una dura pérdida que la hizo madurar antes de tiempo. Y siete años después, sigue recordándola todos los días de su vida. Su padre, sin embargo, no ha sido capaz de superar la pérdida de su esposa, por lo que Carolina toma una drástica decisión para hacerlo salir de casa, aunque solo sea para ir a una cafetería.
Antía vive con su madre y su hermana pequeña, Vera. Cuando era más joven no se portó del todo bien con su madre, por lo que ahora intenta compensarlo. Ayuda todo lo que puede en el negocio familiar y, como más de una vez le ha pedido su madre, intenta ser un buen ejemplo para Vera.