Una fantasía contemporánea romántica y cautivadora sobre una adolescente que debe lidiar con la maldición de amor de su familia que florece cada año, junto con sus tulipanes encantados.
Lark Goode, una chica de diecisiete años, solo quiere una cosa: escapar del pueblo de Cutwater y de la historia que persigue a su familia. Dicha historia comenzó durante la tulipomanía holandesa de 1636, cuando un antepasado de Lark robó los últimos bulbos de tulipanes y huyó al Nuevo Mundo. Sin embargo, cuando los tulipanes brotaron en terreno norteamericano, trajeron una locura que acompañaba a sus pétalos níveos.
Una locura llamada amor.
Generaciones más tarde, los Goode siguen malditos: esas flores antinaturales que brotan en su jardín provocan que sus vecinos se enamoren perdidamente de cualquiera que tenga sangre Goode en las venas. A pesar de que su hermano acepta ese extraño poder, lo único que quiere Lark es librarse de él.
HEREDERA. HERRERA. JINETE. PROSCRITA.
Nacida para gobernar y bendecida por el fuego, Aemyra ha crecido oculta en una forja, sirviendo como herrera a la espera de la muerte del monarca para vincularse a un dragón y recuperar el trono que le pertenece por sangre. Sin embargo, cuando la oportunidad se presenta, el plan que cuidadosamente había confeccionado se ve frustrado y se desata una guerra de conjuras perversa y lealtades políticas.
Su mayor adversario, el príncipe Fiorean, es un conocido jinete de dragón y un poderoso dùliaech. Frío, arrogante y férreo defensor de su corrupta familia, representa todo lo que Aemyra odia. Pero mientras el caos se hace con la corte, se impone una alianza con la que ninguno de los dos está de acuerdo, una que pronto se convierte en algo mucho más peligroso de lo que esperaban.
Tras las líneas enemigas y sorprendentemente atraída por el que fue su rival, Aemyra descubrirá cuan podrido y extenso es el mal que asola su pueblo, así como los sacrificios que deberá hacer para recuperar su trono y convertirse en la primera reina en siglos.
Un ensayo certero y con un enfoque novedoso sobre el uso y el abuso de la palabra «fascismo» en la actualidad.
Este breve ensayo no pretende dilucidar si es riguroso o no usar la palabra fascismo en los años veinte del siglo XXI. Tampoco analiza si se abusa de ella como estrategia electoral. Se pregunta en cambio por la emoción política que mueve a quien la utiliza para señalar a un adversario, y disecciona, con un argumento sorprendente y luminoso, el carácter siniestro que esconden las lecturas contemporáneas del pasado que recurren a la historia como profecía y advertencia.