Desde muy niño encontré en la escritura una forma de ver mi realidad circundante de otra forma. Nunca olvidará que la primera Historia que “me inventé” resultó tan creíble que terminó teniendo que disculparme con los “personajes” (utilicé nombres de personas reales...tenía apenas unos 12 años...ahi aprendí que no solo tenía que “inventar” las historias, también tenía que “inventar” los nombres de mis personajes). Devorá con un hambre insaciable los libros de Juan Bosch, Garcia Márquez, Pablo Neruda y todo cuanto me llevara mi Padrino Juan Bautista (el hombre más instruido que he conocido, quien se convirtió en mi maestro). En esos mismos tiempos descubrí que tenía “alguito” de talento para la Poesía. Le escribía cartitas de amor a las chicas, las que les gustaban tanto a ellas como a mis amigos, que me convirtieron en su “redactor”: Ellos me decian sus sentimientos y yo los convertía en “Poemas”.
El día de su cumpleaños, Axel recibe dos regalos inesperados...
El primero es un gato gruñón que habla.
Y el segundo es una invitación para estudiar en el Colegio de Poderes Secretos.
Allí conocerá a otros niños y niñas con poderes increíbles, resolverá una misteriosa desaparición y descubrirá si él también tiene algún poder... ¿Te imaginas cuál puede ser?
Desde lo irónico del título hasta el viraje hacia una estructura poética más narrativa que las colecciones anteriores, Colgado en la tournefortia es un libro atípico en el canon bukowskiano. Bukowski se aleja del contenido sexual y obsceno de los poemarios previos; las pinceladas líricas se desvanecen casi por completo y dan paso a unos versos más directos que nunca. Lo que se mantiene inmutable es un sentido del humor cáustico que a Bukowski le sirve para reírse de todo y de todos, en especial de sí mismo. En varios de los poemas, aparece como un bufón venido a menos atrapado en la tragicomedia de la vida. Colgado en la tournefortia fue el primer libro publicado fruto de la vida plácida de un Bukowski que estrenaba la década de los sesenta.